Enamorado de la secretaria. Noelle Cass. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Noelle Cass
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418616105
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sus labios al notar el tacto suave de las sábanas de seda. Nunca antes había tenido la oportunidad de dormir entre unas sábanas tan delicadas.

      Apagó la luz y la habitación quedó en penumbra. Los rayos de la luna se colaban dando una aire romántico a la estancia. Pero en la cama, no hizo más que dar vueltas de un lado a otro, la presencia de Alessandro al otro lado de la puerta, la inquietaba. Y por mucho que intentara comprender por qué su jefe la atraía tanto, no hallaba respuesta ninguna.

      Alessandro se sirvió una generosa copa de whisky y fue a sentarse al sofá. No tenía ni idea de cómo iba a soportar una semana compartiendo la habitación del hotel con Stacy. Saber que ella estaba al otro lado de la puerta, lo estaba empezando a excitar. Furioso consigo mismo, se volvió a levantar y de un solo trago vació el contenido de la copa. No, no, no se dejaba de decir. Esa mujer no podía estar afectándolo de un modo tan primitivo, lo único que pensaba era en acostarse con ella y hacerla suya.

      Sabía que era una locura, estaba pensando en romper su regla de oro más sagrada, no estaba bien visto las relaciones entre los empleados, pues eso podía afectar demasiado a su negocio y no podía aceptarlo. Necesitaba el pleno rendimiento de la capacidad de sus empleados.

      Después de dar varias vueltas por la sala, por fin decidió tumbarse en el sofá. Se acomodó lo mejor que pudo, ya que el tamaño del sofá no se ajustaba al tamaño de su cuerpo. Y no quería pensar siquiera en compartir la cama con Stacy. Por muy grande que fuera, podrían acercarse el uno al otro a lo largo de la noche. Entonces Alessandro no tendría las fuerzas suficientes para resistirse a esa mujer.

      Fue una noche demasiado larga. Alessandro tuvo que ir al cuarto de baño a darse una ducha de agua fría para intentar calmar su deseo, pero le fue imposible, pues el objeto de sus deseos estaba durmiendo muy cerca de él.

      Ya casi estaba empezando a amanecer, cuando por fin Alessandro pudo dormir. Pero el servicio del hotel interrumpió sus sueños con el carrito del desayuno. Escuchaba la dulce voz de Stacy hablando con el camarero.

      Se puso el albornoz y fue al dormitorio a buscar ropa, vio que Stacy estaba completamente arreglada, y dio su aprobación al atuendo que había elegido. Cogió de su maleta un traje gris, una camisa blanca y una corbata del mismo tono del traje. Luego, fue al cuarto de baño a ducharse, mientras Stacy trasladaba el carrito con el desayuno a la sala de estar. Diez minutos después, Alessandro apareció duchado, afeitado y elegantemente vestido. El corazón de Stacy dio un vuelco en su pecho, nada más verlo.

      Se sentaron y ambos desayunaron en silencio y sin apenas mirarse, cada uno enfrascado en sus propios pensamientos. Era normal ese silencio, se dijo Stacy, solamente eran dos desconocidos que se habían visto en la necesidad de compartir la habitación del hotel.

      A las diez de la mañana, sonó el teléfono de la habitación del hotel, para avisarles que el hombre de Hakim los estaba esperando para llevarlos a la casa del jeque. Alessandro, tras preguntarle a Stacy si llevaba todo lo necesario para la reunión, salieron de la habitación y cinco minutos más tarde, estaban subiendo al coche. El chófer ayudó a Stacy a entrar en el vehículo y después entró Alessandro. Luego, cerró la puerta, se sentó tras el volante y puso en marcha el coche. Tenían casi dos horas y media de viaje. El conductor les explicó que Hakim poseía su propio avión privado y que lo tenía guardado en uno de los hangares del aeropuerto, pues a lo largo del trayecto, no había sitio adecuado para que aterrizara un avión.

      Stacy no dejaba de mirar el paisaje que iba pasando a través de la ventanilla. El sol arrancaba reflejos dorados a las magníficas construcciones de un prístino color blanco. Era una estampa maravillosa que quitaba la respiración e hipnotizaba. A eso, había que sumarle la suave música que sonaba a lo largo de las calles y el aroma a especias que impregnaban el ambiente.

      Pero se obligó a quitar todos esos pensamientos de la mente, estaba ahí para trabajar, no para dejarse llevar por el ambiente como si fuera una turista más.

      —Insisto —empezó diciendo Alessandro, sin separar la vista de la ventanilla—. Espero que se comporte con profesionalidad ante Hakim, no diga ni haga nada que pueda echar a perder el negocio que tengo con él entre manos.

      Ella volvió la cabeza para mirarlo, pero Alessandro en ningún momento la miró, mantuvo la vista fija en la ventanilla, como si a través de ella, estuviera viendo algo mucho más importante.

      —Me ha quedado muy claro desde la primera vez que me lo ha dicho, señor Márquez. Por cierto, no es cortés que cuando se está hablando con otra persona no se le mire a la cara.

      —¡Cállese, por favor! Tengo demasiadas cosas en qué pensar, para empezar una discusión con usted.

      El silencio se hizo en el interior del coche. Stacy se mordió la lengua por el momento, pero en cuanto pudiera, le cantaría las cuarenta a su engreído jefe. Era un desprecio que él no la mirara cuando se dirigía a ella.

      Alessandro intentaba mantener la compostura, pero la cercanía de Stacy y su aroma, lo estaban volviendo loco en el reducido espacio del vehículo. No se atrevía a mirarla, porque si ponía los ojos en ella, no sería capaz de evitarlo y acabaría besándola. Antes de entrar en el coche, se había dado cuenta de cómo los rayos del sol de la mañana la envolvían en un halo de misterio; al instante, sintió una tensión palpitante en la entrepierna. No tenía ni idea de cómo iba a soportar tanto tiempo con ella en el vehículo.

      Mentalmente, soltó una larga ristra de imprecaciones. Tenía una reunión importante en la que pensar, y su mente no hacía otra cosa que jugarle malas pasadas pensando en Stacy Petersen. Y maldijo la hora en que la había hecho viajar con él, pero ahora era demasiado tarde y ya no podía hacer nada, debería tener la suficiente fortaleza para no sucumbir a sus encantos, a fin de cuentas, era un hombre sano y fuerte al que le gustaba disfrutar del sexo.

      Cerca de la una y media de la tarde, un impresionante palacio se empezó a ver en el horizonte. Stacy se quedó mirando hipnotizada la hermosa construcción que iba apareciendo ante sus ojos. Cuando el coche se fue acercando, pudo ver que realmente era un palacio. Era un edificio de tres plantas, emulando un palacio mozárabe pintado de blanco y grandes ventanales. El vehículo aparcó, y vio una gran fuente de la que brotaba agua. El conductor abrió la puerta y la ayudó a bajar, entonces, percibió el relajante sonido del agua de la fuente y el olor a flores exóticas del enorme jardín que rodeaba la propiedad.

      Alessandro estaba bajando del coche, cuando dos mujeres con túnicas blancas y el rostro cubierto con velo, se acercaron a ellos. Hicieron una reverencia y en un inglés bastante fluido, pidieron que las siguieran, que el jefe ya las estaba esperando.

      Entraron en el interior y agradecieron el fresco; fuera, ya hacía demasiado calor. Stacy se iba fijando en cada detalle, todo estaba decorado con lujo, pero sin ser demasiado recargado.

      Poco después, Alessandro y Stacy estuvieron delante de una puerta corredera. Una de las empleadas les dijo que esperaran, mientras avisaba a su jefe de que habían llegado, mientras la otra iba a la cocina a por un refrigerio.

      Stacy y Alessandro entraron en cuanto la mujer les indicó que podían pasar. Hakim-Al-Jasser, estaba sentado tras un gran escritorio y se levantó para recibirlos.

      En cuanto Stacy entró en la estancia, se quedó paralizada, diciéndose que ese hombre no podía ser el jeque. Ella se había imaginado a un viejo, pero el hombre que tenía ante sus ojos era una maravilla de la naturaleza, después de Alessandro, pensó. Era un hombre alto, moreno y de piel aceitunada. Un rostro hermoso, enmarcado por unos ojos verdes que enloquecerían a cualquier mujer. Vestido con un traje blanco, camisa beige y corbata del mismo tono que el traje, resaltaba todavía más el tono de su piel.

      Ella siguió observándolo, mientras Alessandro y Hakim se estrechaban la mano. Por unos momentos, se quedó petrificada en el suelo, sin saber qué hacer. Fue entonces, cuando la voz de Alessandro la devolvió a la realidad.

      Al darse cuenta de su presencia, Hakim posó sus ojos sobre ella y él se quedó impactado al verla. Stacy le pareció la mujer más hermosa que jamás había visto. Aunque el traje pantalón rosa pálido que llevaba era discreto,