Enamorado de la secretaria. Noelle Cass. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Noelle Cass
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418616105
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que Stacy temblaba de placer por sus caricias. Entonces, mientras Stacy seguía arrinconada contra la puerta, él posó sus labios sobre los de ella y una chispa se encendió entre los dos, haciendo que por sus cuerpos corriera una fuerte descarga eléctrica. Stacy era inexperta, pero correspondió al beso de Alessandro. Él con la punta de la lengua la incitó a que abriera la boca y así poder tener acceso a ella. Sus lenguas se unieron en un sensual baile haciendo que Stacy estallara en un cúmulo de sensaciones.

      Siguieron besándose mientras Alessandro le despojó la chaqueta, la tiró al suelo y levantó a Stacy en brazos para llevarla al dormitorio. Ella tenía la mente tan obnubilada que no era consciente de lo que estaba pasando. Solo podía pensar en las caricias y los besos de Alessandro y deseaba que nunca dejara de besarla, ahora que conocía el sabor de los besos de ese hombre, se dio cuenta de que sería adicta a ellos el resto de su vida y que no sería capaz de sobrevivir sin Alessandro.

      Este entró en el dormitorio y condujo a Stacy hacia la cama y la depositó en la colcha con suavidad mientras seguía besándola. Él también se dio cuenta de que se estaba haciendo adicto a los besos de Stacy, sus labios sabían a fresa y eran muy suaves.

      Él se tumbó al lado de Stacy y le besó el cuello, dejando un reguero de fuego en la sensible piel de la joven. Con una mano fue desabrochando los botones de la blusa y con la otra mano acarició uno de los senos por encima del sujetador; al instante, el pezón se irguió reclamando un contacto más íntimo, de los labios de Stacy brotó un gemido de placer que Alessandro sofocó con un beso.

      Acabó de sacarle la blusa a Stacy y la tiró a los pies de la cama. Desabrochó el cierre del sujetador y los pechos de la joven quedaron a la vista. Eran perfectos, se dijo Alessandro, dos pequeños montículos turgentes y coronados de rosa. Alessandro notó cómo su miembro se excitaba todavía más y los pantalones le hacían daño, pero quería ir despacio y disfrutar de todo el placer que le hacía sentir Stacy.

      Acercó los labios a uno de los apetecibles senos y Stacy se arqueó instintivamente para que Alessandro tuviera mejor acceso a su cuerpo. Separó las piernas de Stacy y buscó acomodo entre ellas sin dejar de prestar atención a lo que estaba haciendo. Ella puso los brazos alrededor del cuello de Alessandro. No tenía experiencia en las relaciones sexuales, pero su cuerpo actuaba por instinto, sabiendo perfectamente lo que tenía que hacer.

      Entonces, por arte de magia, el hechizo se rompió y Alessandro recobró la sensatez y se separó de Stacy como si de repente ella quemara. Se levantó de la cama atónito por lo que acababa de hacer, unos minutos más y estarían haciendo el amor.

      Stacy volvió también a la realidad y no se podía creer que estuviera a punto de entregarse a un desconocido, porque Alessandro no era para ella más que un desconocido del que no sabía nada. Su cara empezó a arder de vergüenza y se cubrió lo mejor que pudo con la colcha de la cama.

      —¡Qué es lo que pretendes al querer seducirme! —exigió Alessandro, furioso y mirándola con ojos acerados.

      —¿Estás insinuando que voy por ahí acostándome con cualquier hombre que se me pone por delante?

      —Eres una mujer muy atractiva y se nota que sabes sacar partido a tus encantos.

      Stacy se levantó de la cama con una rabia que casi no podía contener, se acercó a él y lo abofeteó en la cara.

      —¡No puedo creer que pienses…!

      —Que piense qué... me queda claro que eres poco más que una prostituta. Eres una mujer fácil y que estuviste a punto de hacer el amor conmigo.

      Ella lo volvió a abofetear en la misma mejilla, allí todavía donde Alessandro tenía la cara roja de la primera bofetada.

      —Eres un cínico y un mentiroso, has sido tú el que ha empezado todo esto.

      Pero Alessandro no la escuchaba y él le preguntó:

      —¿Ya te has acostado con Hakim?

      Stacy recogió la blusa del suelo y respondió:

      —Sí, ya me he acostado con Hakim, ¿algún problema?

      Iba a salir del dormitorio cuando Alessandro la llamó:

      —Stacy, no hace falta que te recuerde que si pierdo este contrato por tu culpa te llevaré ante los tribunales.

      —No hace falta que me lo recuerdes, mi relación con Hakim no tiene nada que ver contigo.

      Stacy salió de la estancia con los ojos llenos de lágrimas y fue a sentarse al sofá mientras rompía a llorar. Alessandro había sido demasiado cruel y no tenía derecho a pensar que ella era una cualquiera. Estuvo tentada a decirle que estaba equivocado y que ella todavía era virgen, pero estaba segura de que Alessandro no la creería y se reiría de ella en su cara. Entonces, se vengó de la peor manera haciéndole creer que Hakim y ella se habían acostado.

      Alessandro dio un fuerte puñetazo sobre el colchón, necesitaba descargar toda la rabia y la frustración que le corrían por las venas. Todavía no podía creerse que estuviera a punto de hacerle el amor a Stacy. Menos mal que había recobrado la sensatez a tiempo antes de que las cosas llegaran demasiado lejos entre los dos. Para él era mucho más fácil culpar a Stacy de lo sucedido. Si pensaba lo peor de ella dejaría de sentirse culpable. Pero todavía lo puso más furioso saber que Stacy se había acostado con Hakim y que ya eran amantes. Saberlo, hizo que la sangre le hirviera todavía más por dentro. Él tenía razón, Stacy solamente era una mujerzuela de la más baja calaña, ya se había acostado con Hakim y solo se conocían desde hacía pocos días.

      Más calmado, se acercó a la ventana del dormitorio, se apoyó en el alféizar de la ventana mientras se pasaba una de las manos por el pelo. En cuanto llegaran a San Francisco tendría que tomar una decisión respecto a Stacy. Tenía muy claro que después de lo que había sucedido entre los dos no podía permitir que permaneciera cerca de él. Lo que acababa de pasar no podía volver a suceder de ninguna manera. No podía despedirla porque ella no le había dado motivos para hacerlo, pero tendría que buscarle un departamento lo más alejado posible de su despacho.

      Stacy seguía llorando inconsolable. Tenía claro que no podía permanecer cerca de un hombre como Alessandro. En cuanto llegara a San Francisco haría que revocasen su contrato y buscaría empleo en otra empresa. Incluso, pensó que Hakim podría ayudarla a buscar un trabajo en el que no pudiera volver a ver a Alessandro. Pero se estaba dando cuenta de una gran verdad que la dejaba sin respiración, estaba enamorada de Alessandro Márquez.

      Diez minutos después, Stacy oyó que la puerta de la habitación se cerraba, seguramente se trataba de Alessandro que se iba, pensó disgustada. Más tranquila, se secó las lágrimas con un pañuelo y se obligó a calmarse. Tenía que olvidarse de todo lo que había pasado esa noche y de Alessandro para siempre. Un hombre que actuaba de esa forma no se merecía a una mujer como ella a su lado. Stacy se valoraba demasiado así misma para dejarse dominar por un hombre. Pero se daba cuenta de que Alessandro era un hombre dominante por naturaleza, el poco tiempo que llevaba trabajando para él podía apreciar que ese hombre había nacido para mandar, para ser el macho alfa, el líder de la manada. A fin de cuentas, no habría logrado dirigir el imperio del que era dueño si resultara ser una persona débil.

      Stacy se levantó del sofá y se acercó a la puerta de la sala para asegurarse de que Alessandro no se encontraba en ninguna de las estancias de la habitación. Tras mirar en todas y asegurarse de que no había rastro de él, fue al baño a lavarse la cara, se lavó los dientes y se alisó el pelo antes de encerrarse en el dormitorio. En la estancia se desvistió y se puso el camisón, separó las mantas de la cama y se acostó. Deseando poder quedarse dormida pronto.

      Entonces, se dio cuenta de que podría estar metida en un grave problema si Alessandro le reprochara a Hakim que se hubiera acostado con su secretaria. Esperaba que Alessandro se olvidara del asunto, si se lo recordaba, ella quedaría como una mentirosa y la buena imagen que Hakim tenía de ella se haría añicos.

      Por suerte, no tuvo que esperar mucho tiempo para quedarse dormida, el cansancio la fue venciendo y poco a poco fue cayendo en