Enamorado de la secretaria. Noelle Cass. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Noelle Cass
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418616105
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no se sentía avergonzada en absoluto por lo que había hecho, él la había insultado y ella lo único que hizo fue defenderse. Aunque él fuera el dueño, no tenía ningún derecho a mirar a los demás por encima del hombro, sintiéndose superior a cualquiera de los mortales.

      La hora del almuerzo llegó y Stacy bajó con Lana a la cafetería del edificio a comer. Mientras charlaban animadamente, dos compañeros se unieron a ellas. Pero al poco rato, se hizo el silencio y una figura apareció en el umbral de la puerta. A Stacy no le hizo falta mirar para saber de quién se trataba, su cuerpo sabía perfectamente que era Alessandro.

      Este entró en el local. Era la primera vez que se dejaba ver en la cafetería de su empresa, pues siempre ordenaba que le subieran el almuerzo a su oficina. Nada más entrar, sus ojos se posaron inevitablemente en Stacy, sintió algo que no fue capaz de descifrar, ¿celos, quizás?, al comprobar que ella estaba charlando animadamente con Brody Spencer, un chico joven, atractivo y que no dejaba de colmarla de atenciones, mientras ella sonreía y se sonrojaba.

      Alessandro se acercó a la barra y pidió que le sirvieran un café con leche, pues de repente, había perdido todo el apetito al ver a su secretaria en compañía de otro hombre. Era cierto que en la mesa había otra pareja, pero Brody solo tenía ojos para Stacy.

      Sin apartar la vista de la pareja, Alessandro tomó asiento en una de las mesas para tomarse el café e intentaría averiguar qué tipo de relación unían a Brody y a Stacy.

      —¿Desea algo más, señor Márquez? —le preguntó Roy, interrumpiendo sus pensamientos mientras dejaba el café con leche sobre la mesa.

      —No, gracias, eso es todo, Roy —respondió Alessandro. El joven asintió y siguió con su trabajo.

      Stacy seguía con los nervios a flor de piel, no hacía falta que mirara a Alessandro para darse cuenta de que él no le quitaba la vista de encima, notaba el peso de su mirada quemándole hasta la última célula de su ser. Aunque intentó distraerse con todas las atenciones que le mostraba Brody, Stacy no era capaz de olvidarse de la presencia de Alessandro haciendo que el local pareciera más pequeño de lo normal. Echó una mirada a Lana, que mantenía una agradable charla con Dylan Kellerman y los dos estaban muy entretenidos. Se preguntó si entre Lana y Dylan había algo, pues todo parecía indicar que mantenían una relación, al ver las miraditas de complicidad que se lanzaban.

      Alessandro maldijo entre dientes cuando su teléfono móvil empezó a sonar en el bolsillo interior de su chaqueta. No tenías ganas de marcharse de la cafetería hasta que Stacy regresara a su puesto de trabajo, pues cada minuto que pasaba, no dejaba de darle vueltas a la cabeza, pensando en que Stacy empezara una relación con Brody. Lo sorprendió darse cuenta de que quería a Stacy Petersen para él, y solo para él, la quería lo más lejos posible de Brody y de cualquier otro hombre que se le acercara con intenciones de conquistarla.

      El teléfono siguió sonando y no le quedó más remedio que abandonar el local para atender la llamada, pues le sería difícil mantener una conversación por teléfono con todo el alboroto que había en la cafetería.

      Por fin respondió a la llamada. Se trataba del jeque árabe Hakim-Al-Jasser, que lo estaba citando personalmente para reunirse con él y concretar algunos puntos del contrato. Después de atender la llamada, Alessandro decidió volver a su despacho. Necesitaba estar a solas y relajarse, le era imposible quitarse de la mente la imagen de Stacy al lado de otro hombre. ¿Qué diablos le estaba pasando? Se preguntó. Apenas hacía veinticuatro horas que conocía a esa mujer y no sabía por qué lo enfurecía al verla tan animada hablando con Brody.

      Stacy respiró aliviada cuando se dio cuenta de que por fin Alessandro se había marchado de la cafetería. Ese hombre había logrado estropearle la hora de su descanso. Aunque intentó prestar atención a lo que le decía Brody, Stacy era consciente de la presencia de Alessandro. Sabía que no le había dejado de observarla y eso la inquietaba. Ese hombre era tan enervante que conseguía sacar su lado más peleón. Tenía muy claro que no iba a dejar que ese hombre minara su autoestima y su fuerza de voluntad. Decidió que a partir de ahora intentaría evitarlo en la medida de lo posible. Solo así sería capaz de hacer bien su trabajo y cumplir con su jornada laboral.

      La hora de descanso estaba llegando a su fin y los cuatro se levantaron de la mesa, salieron del local después de que Dylan pagara las consumiciones. Caminaron hasta el ascensor y subieron a la planta en la que trabajaban. Fuera del ascensor se despidieron y cada uno regresó a su puesto.

      Ya en su puesto de trabajo, Stacy tomó asiento, decidida a concentrarse en el trabajo y sacarse de la mente a Alessandro el resto de la jornada. Y por varias horas logró dejar de pensar en ese hombre tan despiadado.

      Para cuando dieron las cinco de la tarde, había logrado introducir en la base de datos del ordenador veinte documentos. Estaba exhausta, pero había valido la pena. Lo único que deseaba era llegar a su casa, darse una buena ducha, cenar y disfrutar de una reparadora noche de sueño. Con esa intención guardó todos los cambios introducidos en el ordenador y lo apagó. Pero sus planes quedaron frustrados cuando desde la oficina de Alessandro escuchó su voz llamándola.

      CAPÍTULO 3

      Stacy permaneció al lado de la puerta inmóvil, preguntándose qué querría Alessandro ahora; que ella supiera, no había vuelto a hacer nada malo ese día. Suspiró para darse fuerzas y finalmente se decidió a llamar a la puerta. Desde la oficina de Alessandro volvió a llegarle el sonido de su voz indicándole que entrara.

      Ella entró y por un momento se quedó perdida observando el lugar donde trabajaba su jefe. Le pareció que la decoración de la estancia iba acorde con la personalidad de Alessandro.

      —¿Quería decirme algo? —preguntó Stacy, acercándose al centro del despacho.

      Alessandro, por unos minutos, se quedó mirándola extasiado y notó una oleada de calor en el bajo vientre, preguntándose por qué esa mujer despertaba su deseo, solamente era un cría recién graduada, y él no se consideraba un asaltacunas, pero la prueba de su deseo palpitaba con fuerza en su entrepierna. Ya se había terminado la jornada laboral y ella seguía presentable, el maquillaje impecable, sus rizos de color miel seguían en su sitio, bamboleándose con cada paso que daba y su ropa estaba sin una sola arruga.

      Tuvo que parpadear para volver a la realidad, carraspeó y dijo:

      —Sí, quiero informarle de que esta tarde me ha llamado personalmente el jeque Hakim-Al-Jasser. Quiere que nos reunamos para tratar algunos puntos del contrato que tenemos entre manos. Y necesito que usted esté presente en la reunión para tomar nota de lo que a usted le parezca más importante.

      —¿Yo…? —preguntó Stacy, incrédula.

      —Es mi secretaria, ¿no?

      —Sí, es cierto, solo me ha cogido desprevenida.

      —Por cierto, espero que esté a la altura de las circunstancias. No diga ni haga nada que pueda comprometer el contrato.

      —No tiene por qué preocuparse por eso, señor Márquez, le prometo que estaré a la altura de la reunión.

      —Otra cosa más, póngase algo más formal que esté acorde con el vestuario de una secretaria, no quiero que por ningún motivo llame la atención de Hakim.

      Stacy se quedó estupefacta, sorprendida de las palabras de Alessandro. Pues no se percató de que él se había estado fijando en ella. Pero no le desagradó la idea de que a su jefe no le resultara indiferente.

      Pero se recobró de la impresión y se obligó a regresar a la Tierra.

      —¿Dónde será la reunión? —preguntó Stacy, por fin.

      —La reunión es pasado mañana en El Cairo.

      —¿Cómo dice? —respondió ella, creyendo que había escuchado mal.

      —Mañana temprano, volaremos en mi jet privado que nos estará esperando en el Aeropuerto Internacional de San Francisco.

      —No...