RETOQUECITOS. Gerardo Arenas. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Gerardo Arenas
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789878372556
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contienen elevaciones de tensión y dejan secuelas compulsivas, dice Freud, y en esto no podemos menos que acordar con él, dado que nos topamos con ellas en la clínica más cotidiana, pero a eso añade dos cosas muy llamativas ligadas al deseo y la defensa (o represión) resultantes. En el caso del deseo, la compulsión toma la forma de esa atracción hacia el objeto (o más bien hacia su huella mnémica) evocada por la canción No hago otra cosa que pensar en ti. Ello provoca un estado de excitación e investidura incesantes que no sólo contradice el supuesto principio de placer, sino que además no se aniquila mediante satisfacción alguna. El deseo, por lo tanto, contradice ese principio, y su “más allá” tampoco lo explica. Por su parte, la vivencia de dolor crearía, según Freud, una inclinación a no investir la imagen mnémica del objeto hostil, lo cual implicaría una reacción de avestruz, hacer como si el objeto no existiera, cuando en verdad eso se opone a lo que él mismo había dicho antes acerca de esta secuela compulsiva, y también contradice las más conocidas y generalizadas formas que esa secuela toma y que van del resquemor al odio e incluso al afán de venganza –No hago otra cosa que pensar en ti con aversión. Por lo tanto, no podemos acompañar a Freud en su idea de la defensa primaria, que es, a su vez, la primera imagen de la represión y que llega a requerirle el agregado de un principio explicativo nuevo… y biológico.

      Que en ese grupo investido inhibitorio haya una parte variable y otra constante es algo que además nos pone sobre la pista del carácter lingüístico de las representaciones que lo componen, como veremos en un momento. Freud dice que esa investidura está al servicio de la función secundaria, es decir, la de no descargar toda excitación, la de conservar una cuota de energía disponible para hacer todo aquello que la vida requiere, como si el principio de placer nos impeliera a la inactividad y el yo debiera movernos a comer para no morir, por ejemplo, función para cuyo cumplimiento debe hacer uso de la energía que ha acopiado y mantenido en forma de unas investiduras permanentes. Sin embargo, bien sabemos que una elevada investidura yoica puede, muy por el contrario, tener un efecto contrario y aun mortífero, como bien lo ilustra el mito de Narciso.

      Podemos descartar la sugerencia freudiana de que el pensar tenga una finalidad práctica, ya que su practicidad es sólo una posible isla en un mar de inutilidades; lo evidencia su función en la neurosis obsesiva y en la paranoia. En cambio, debemos retener la definición del proceso primario como aquel que transcurre por asociación automática, sin meta; pero aun si aceptamos que se detenga en la identificación, no necesitamos suponer que culmine por medio de descarga alguna.

      Los tres apartados finales de la primera parte del “Proyecto…” abordan el sueño y temas afines. Conviene tratarlos en conjunto.

      Freud plantea que en el dormir hay procesos primarios similares a los de las formaciones de síntomas psiconeuróticos, cosa que podemos aceptar sin más, pero a eso agrega una ficción ideada a la medida del principio de placer y que por eso mismo merece una mirada atenta. Dice que el niño se duerme cuando ninguna necesidad o estímulo exterior lo molesta, o sea, una vez que se encuentra satisfecho, así como el adulto lo hace con más facilidad después de la cena y el sexo.

      Mil contraejemplos se oponen a esta falsa regla. Destaquemos tres paradigmáticos. Una pareja con varios hijos pequeños, agotada por no poder dormirlos, decide pasearlos en automóvil, y en un par de cuadras los niños caen rendidos; tal recurso, que resultará infalible, no cancela necesidades insatisfechas y aun agrega estímulos molestos (traslado al vehículo incluso en invierno, encendido del motor, cierre de puertas, etcétera). Un joven, luego de cenar y hacer el amor con su pareja, aguarda que ésta se duerma para levantarse a escribir, porque ése es el momento en que más despierto se siente. El homeless y el refugiado duermen en deplorables condiciones, por más hambre, frío y ruido que los incomoden.

      Del resto de la primera parte del “Proyecto…” no