RETOQUECITOS. Gerardo Arenas. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Gerardo Arenas
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789878372556
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hasta qué punto es posible y habitual realizar acciones que incrementen esa excitación. El apremio de la vida –problema biológico– no es algo que el aparato psíquico esté obligado a resolver. Las representaciones pueden ser investidas con cantidad, pero no tienen por qué procurar descargarla. La noción de unas barreras-contacto que inhiben la descarga no es afectada por esto, sino favorecida; lo mismo ocurre con la distinción entre los caracteres pasadero y no-pasadero de dichas barreras(52) y con la noción de una facilitación de éstas. Y, como las facilitaciones no sólo permiten reducir sino también aumentar la excitación, no hará falta asociarlas a una hipotética función primaria de descargar cantidad.

      El punto de vista biológico nos tendrá sin cuidado hasta nuevo aviso, en la medida en que se relaciona con una anatomía que no incumbe al aparato psíquico, y también el problema de la cantidad, que sólo responde al intento de armonizar el supuesto afán de descarga con la arquitectura del sistema nervioso. Debemos, sí, detenernos en la teoría del dolor, que es una de las primeras alteradas por la supresión del principio de placer. Freud equipara la inclinación a huir del dolor con la inclinación a evitar excitaciones, entendiendo que ambas son signos de esa tendencia primaria del aparato que aquí dejamos de hipotetizar. Luego, si no postulamos que deba eliminarse toda excitación, el dolor pierde el carácter de fracaso del aparato y adquiere, más bien, el de una señal de que ha sido superado el límite de la excitación (la soportable o la buscada). En cualquier caso, atravesar esa experiencia abre facilitaciones duraderas.

      El llamado “problema de la cualidad” intenta explicar las sensaciones. Que los procesos psíquicos puedan ser inconscientes no depende del principio de placer, de modo que nuestra discusión no afecta a ese problema. Lo mismo ocurre con las sensaciones y con los caracteres del sistema de la conciencia: si las cualidades son, en última instancia, función de la frecuencia (o periodo) de la cantidad circulante, ello será así con cantidades grandes o pequeñas, ya sea que procuren descargarse o no. Si dejamos de lado los esfuerzos por dar a esta construcción correlatos anatómicos, el problema central abordado en relación con la conciencia es el del placer y el displacer, de modo que aquí deberemos calibrar las cosas con mayor detalle.

      Las necesidades provocan sensaciones que molestan a la criatura hasta el punto de hacerla llorar y berrear, y eso suele mover a otro a realizar la acción específica que le dará el auxilio indispensable. Pero ¿cómo entender lo que entonces ocurre y que Freud llama “vivencia de satisfacción”? Según él, la provisión del alimento o de lo que haga falta cancela el estímulo perturbador, y eso queda enlazado, por medio de una facilitación, a la imagen del objeto y al modo en que se provocó la acción específica.

      Freud concluye el apartado que dedica a este asunto diciendo que el estado de esfuerzo o de deseo provocará, cuando resurja, una suerte de alucinación, precursora del desengaño. Luego veremos en qué medida y cómo se sostiene esta conjetura suya, pero convengamos que, bajo esta perspectiva, la animación del deseo no depende de que reaparezca la excitación perturbadora ni coincide con tal reaparición.

      El dolor pierde así el carácter contrario a la satisfacción impuesto por el planteo freudiano. De las consideraciones acerca de la vivencia de dolor, poco se sostiene. Ante todo, porque Freud yerra al enlazar dolor y displacer, que carecen de correlación necesaria. Que pueda gozarse del dolor sólo es un misterio para quien no tiene ese gusto. Por otro lado, hay algo inexplicable para el modelo freudiano, debido a que éste supone erróneamente que la cantidad responsable del dolor proviene del exterior del cuerpo, a saber, la posibilidad de que un proceso de pensamiento produzca dolor. ¿Por qué algo es capaz de causarnos dolor de sólo pensarlo? Finalmente, si nada impide que un dolor guste,