Capitalismo, crisis y anarquismo en la novela de crímenes del siglo XXI en España. Gustavo Forero Quintero. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Gustavo Forero Quintero
Издательство: Bookwire
Серия: Espacios
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9789586656320
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Hipotecas otorgadas sin control en los años anteriores se mantuvieron vigentes a pesar la significativa pérdida de valor de las propiedades que las respaldaban y una multitud cada vez más empobrecida se vio obligada a tomar consciencia de su situación y a enfrentarse a la élite propietaria de los medios de producción con el propósito de defender sus derechos. Todavía hoy se resienten sus efectos. Sobre todo, en una dinámica en que los países del norte de la Unión Europea le exigen a España “fortalecer sus finanzas” a través de recortes sociales y dejar de vivir “por encima de sus posibilidades”. En este contexto, el coronavirus del 2020 puede llegar a provocar una recesión superior a la de 2008-2009. La deuda actual de Grecia asciende al 175,2% de su PIB, y en una situación semejante, rondando el 100% del PIB, figuran las deudas de Italia, Francia y España, advierte el economista Guillermo de la Dehesa (García Vega, 2020). Tales circunstancias son el caldo de cultivo de una novela que denuncia la pobreza, los recortes, el paro, la desigualdad económica o la miseria y el ambiente de malestar social derivado del hecho económico.

      Numerosas novelas de crímenes del siglo XXI aluden directamente a esta crisis derivada de la corrupción del sector financiero: De todo corazón (2008), de Andreu Martín (1949), toma como base el fraude de Finansa, donde estuvieron implicados el gobierno, la oposición y la Iglesia; y Tablas (2012), de José Vaccaro Ruiz (1945), es “la novela que saca a la luz los entresijos de la crisis financiera”, según advierte la portada. En esta, un detective investiga la muerte de un subinspector de Hacienda y alterna con la policía en la pesquisa donde interviene además un financiero internacional. A estas obras, se suman Acceso no autorizado (2011) de Belén Ruiz de Gopegui (1963), donde se alude al hackeo en las redes y a tramas de corrupción política que se mezclan con la nacionalización de cajas de ahorro; Rezos de vergüenza (2016), de Josep Camps (1964), que expone las oscuras relaciones entre la banca y el Opus Dei; y El blanco círculo del miedo (2011), de Rafael Escuredo (1944), que desarrolla una intriga en torno a un asesinato que se relaciona con los llamados bonos basura de una entidad bancaria. Por su parte, Manos sucias (2015), de Carles Quílez (1966), indaga sobre la impunidad generalizada de empresarios y gobernantes; y en Asesinato en la plaza de la Farola (2011), de Julio César Cano Castaño (1965), la crisis financiera tiene una buena metáfora: un vagabundo es asesinado en el cajero de una oficina bancaria de la Plaza de la Farola Castellón de La Plana.

      Aunado a lo anterior, se pueden mencionar algunas de las novelas relativas a la burbuja inmobiliaria y, en general, a los tejemanejes del mundo de la construcción en tiempos de crisis económica en España. La ciudad de la memoria (2015), de Santiago Álvarez (1973), por ejemplo, gira en torno a un clan familiar propietario del mayor grupo constructor valenciano; y del mismo José Vaccaro Ruiz, citado antes, puede mencionarse Catalonia Paradis (2011), novela que refiere un caso de especulación del suelo en Barcelona donde el propio Director de Urbanismo de la Generalitat de Catalunya resulta víctima. En este mismo campo inmobiliario, en Sociedad limitada (2002), de Ferran Torrent (1951), Valencia es el contexto para entender, entre otras cosas, el funcionamiento anómico de las grandes constructoras y las causas del deterioro del medio ambiente; y del mismo autor, Especies protegidas (2004) habla acerca de las espurias relaciones entre el mundo de la construcción y la política cuando un exconstructor busca ser alcalde de su ciudad y para ello se hace con el control de su principal club de fútbol. A estas novelas, se suman tres de Eugenio Fuentes (1958): Las manos del pianista (2003), donde Breda constituye el espacio urbano de una modesta empresa que construye una urbanización de lujo en el extrarradio; Mistralia (2015), en la que los intereses empresariales, energías renovables y los molinos de energía eólica afectan la convivencia de los vecinos de la misma localidad de Breda; y Piedras negras (2019), otra novela sobre la burbuja inmobiliaria que alterna con el tema de los niños robados durante la dictadura. Los entresijos del campo de la construcción hacen parte de una crisis que afecta la vida de los ciudadanos más vulnerables.

      La cuestión del desempleo derivado de la crisis económica también está presente en varias novelas de crímenes del siglo XXI en España. Entre ellas, se pueden mencionar La mano invisible (2011), de Isaac Rosa Camacho (1974), cuyo título evoca la teoría homónima de Adam Smith, padre intelectual del capitalismo contemporáneo, una amplia perspectiva del mundo laboral donde los trabajadores ignoran el objeto mismo de su sacrificio; Hombres desnudos (2015), de Alicia Giménez Bartlett, en la que unos hombres jóvenes pierden su trabajo y acaban haciendo estriptis en un club, epítome de la cosificación moderna del ser humano; En la orilla (2013), de Rafael Chirbes (1949-2015), que expone la crisis evidente de valores derivada de la crisis económica; Tres segundos de memoria (2006), de Diego Ameixeiras (1976), que también aborda la situación de jóvenes desempleados, fracasados, víctimas de lo que uno de ellos llama el posfracaso, otra forma de denominar el sinsentido derivado de la falta de oportunidades en época de dificultades; y, de este último escritor Conduce rápido (2014), que igualmente se ocupa de la precariedad social en Compostela, donde una banda dedicada al blanqueo de capital y a los préstamos de dinero aprovecha la situación de crisis económica y social para aumentar sus dividendos. El paro, que en la España contemporánea tiene doble dígito, constituye un tema de suma importancia para su literatura.

      Además de lo anterior, la inmigración y la marginación también tienen lugar en el campo de la crisis económica recreada en la novela de crímenes del siglo XXI en España. En 19 cámaras (2012), de Jon Arretxe (1963), diecinueve cámaras controlan a los habitantes del barrio de San Francisco en Bilbao, donde Touré, un africano en situación irregular, ofrece sus servicios como vidente y detective para ganarse la vida. Este mismo personaje aparece en 612 euros (2013), que alude a la mínima renta de la que dependen tantas familias y que no resulta suficiente para sufragar sus necesidades; Sombras de la nada (2014), que describe la realidad de los emigrantes subsaharianos en un país con sus propias dificultades; y Piel de topo (2017), que relata la realidad de aquellos que carecen de documentos y van camino a la clandestinidad. En este mismo campo, en Revancha (2008), de Willy Uribe (1965), un simple partido de fútbol ilustra las diferencias entre propietarios de chalets y trabajadores latinoamericanos que buscan un lugar de subsistencia en el país de acogida; y en Un barco cargado de arroz (2004), de Alicia Giménez Bartlett (1951), el cadáver de un mendigo en el banco de un parque sirve para comprender la vida de los marginales de la sociedad en un mundo enajenado. La quimera de un barco cargado de arroz que describe el sueño de un vagabundo que da título a la novela puede servir de metáfora de las elementales necesidades de los desposeídos en un mundo dominado por el capital.

      La cuestión de la crisis económica de España admite múltiples acercamientos literarios. A pleno sol (2013), de Alejandro Pedregosa (1974), muestra cómo un expolicía busca a una joven activista desaparecida en medio de los acontecimientos del 15M, leitmotiv de una época; y, en Tienes que contarlo (2012), José Sanclemente (s. f.) habla de la grave situación económica de los diarios, incluidos aquellos del “mayor grupo de comunicación español” en tiempos de escasez. De este mismo autor, No es lo que parece (2014) retoma el tema de los medios de comunicación y el mundo editorial donde las cosas son muy distintas a lo que se cree. También, en este mismo espacio cultural de los medios de comunicación, Mi vida al desnudo (2013), de Chus Sánchez (María Jesús Sánchez Pérez) (s. f.), narra lo ocurrido con una periodista freelance que, por falta de dinero, se somete a un peculiar experimento que la relacionará con el mundo de la criminalidad.

      La clave del humor o la ironía también puede servir para abordar el tema de la crisis económica de España en sus novelas de crímenes. El enredo de la bolsa y la vida (2012), del reconocido Eduardo Mendoza (1943), se ubica en tiempos de crisis cuando un detective anónimo debe evitar una acción terrorista sin el concurso de los servicios de seguridad del Estado; y Detectives S. A.: el negocio de la investigación preventiva en las empresas (2009), de Francisco Marco Fernández (1977), ofrece una divertida perspectiva del campo de la prevención de riesgos en los negocios cuando el detective corporativo Julio Santiago sufre en carne propia la crisis económica. En una línea semejante, en La sonrisa de las iguanas (2014), de Pablo Sebastiá Tirado (1973), la parodia de la España de la crisis incluye enfermos mentales, comandos antisistema y activistas radicales que se enfrentan a la policía; y en La fiesta (2013), de Luis Gutiérrez Maluenda (1945), autor estudiado por Javier Sánchez Zapatero (2012), se recrea la imagen de una gran fiesta donde nadie habla de crisis, pero, al mismo tiempo, una chica del cuarto de aseo es apuñalada