Veinte cosas que usted puede hacer para arruinar la vida de su hijo. Silvia Prost. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Silvia Prost
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9789878711294
Скачать книгу
y/o negligencia. La presencia de límites se extiende también a la propia influencia, ya que un progenitor que ama de verdad provee todo lo necesario para que ese niño o niña conforme su propia identidad, separada de la suya y de la de todos los demás miembros de la familia. Es decir, ayuda y habilita al niño a “ser él mismo”.

      De allí que el concepto de resiliencia se relacione también con la estimulación para resolver problemas. Ayudar a otro en la acción, alentarlo a que solucione por sí mismo las situaciones que enfrenta, implica manifestarle confianza en que las zanjará, fortalecerlo en la búsqueda de sus propias soluciones. Todo esto realizado en un clima positivo, optimista, con sentido del humor y afecto.

      Si leemos las historias que se narraron o prestamos atención a las que nos encontramos a diario; podremos advertir que aquellas personas que se han recuperado positivamente de situaciones traumáticas, desgracias y/o catástrofes, tuvieron en el curso de su vida algún adulto significativo del que recibieron ese “amor incondicional” respecto al cual habla la Dra. Werner. Este adulto ha estado presente desde su nacimiento, o bien, ha aparecido en la primera infancia y hasta a veces en la adolescencia o juventud. Persona significativa es en general algún progenitor, o ambos; su cuidador o quien lo ha criado; también puede ser un familiar o un maestro, y en circunstancias no muy habituales puede ser un amigo u otro adulto con el que existe una relación de afecto intenso.

      Es bueno recordar en este lugar la importancia de la primera educación de los niños y niñas, una tarea no muy sencilla para muchos padres que acuciados por los problemas que tienen con sus hijos, manifiestan cuando llegan a la adolescencia, que ya no saben qué hacer con ellos. Se observa a veces desorientación, angustia y desconocimiento frente a ese ser que creció junto a sus padres y que de pronto se vuelve un extraño, porque ya no puede intercambiarse una palabra sensata con él.

      Los problemas del mundo de hoy agravan esta situación. Los jóvenes están expuestos a más peligros que en décadas pasadas y los modelos no abundan. El terrorismo, la delincuencia, la trata de personas, la drogadicción, el alcoholismo, entre otros males se manifiestan más al alcance que nunca, incluso al interior de los hogares a través de las nuevas tecnologías. El trabajo educador de los padres se vuelve más difícil precisamente en el momento en que se hace más imprescindible. ¿Cómo actuar? ¿Qué hacer? ¿Qué camino seguir? ¿A quién preguntarle?

      3 Emmy E. Werner nació en 1929, con el marco de la Segunda Guerra Mundial su escolarización en Eltville (Alemania) fue muy irregular. Entre bombardeos, escombros, niños huérfanos y hambrunas; recibió clases durante mucho tiempo en sótanos antiaéreos. En 1952, ya universitaria, migró a EEUU donde obtuvo su doctorado y desde entonces se ha especializado en Psicología del desarrollo infantil. Sin duda su experiencia de vida ha influido en sus investigaciones.

      4 El concepto de resiliencia implica además la existencia de factores protectores frente a las situaciones traumáticas y/o circunstancias adversas como: autoestima consistente, independencia, introspección, capacidad de relacionarse, iniciativa, humor, creatividad, moralidad y pensamiento crítico. (Melillo y Suárez Ojeda, 2011)

      Segunda Parte

      Veinte desaciertos frecuentes

      La exposición de estos veinte hábitos de los padres del siglo XXI no es total ni definitiva, sino meramente orientativa y expuesta con el fin de promover la reflexión. No está organizada en orden de importancia, pues cada uno de los temas tratados es en sí mismo esencial para la educación de nuestros hijos. La enumeración persigue promover el auto cuestionamiento y movilizar la revisión de prácticas y concepciones, de allí que los conceptos se expresen de manera afirmativa para que sean más evidentes las contradicciones que encierran. Es recomendable leer lo que sigue con lentitud y en la medida de lo posible, tomar nota de los pensamientos y preguntas que vayan surgiendo a medida que se transcurre por cada ítem.

      Como venimos advirtiendo, la tarea de educar a los hijos no es sencilla, por eso, no deberíamos desmoralizarnos con facilidad, ni tampoco dilatar tanto las deliberaciones que al final no tomáramos las riendas del asunto. La educación de los niños y jóvenes necesita de nuestras decisiones concretas y seguras en tiempo real. Por eso hay que prepararse. No se culpabilice por lo que pudo hacer mejor, por lo que hizo y no fue bueno, ni por lo que no hizo y debió llevar a cabo. Obsesionarse con las culpas y las dificultades no sirve, tampoco es útil el miedo paralizante. Siempre se está a tiempo de tomar el timón y cambiar el rumbo si lo cree necesario, pero para ello hay que ponerse a trabajar.

      Tómese la tarea con la seriedad requerida, se trata del futuro y la felicidad de aquellos a quienes más amamos. Lea pausadamente, reflexione, busque información, consiga otras fuentes para investigar, converse con aquellas personas en las que confía. Si lo desea también puede registrar lo que usted considera que hizo o está haciendo mal y lo que cree que hizo o está haciendo bien. Escribir le ayudará a reflexionar de un modo sistemático. La tarea es tan grande que estará esperándole hasta que esté seguro. Ánimo, todo es poco cuando se trabaja por el porvenir de las futuras generaciones y nada es suficiente cuando se trata de la felicidad de nuestros hijos.

      5 La naturalización implica asumir las acciones y creencias -en este caso las propias- como ligadas a la naturaleza e inevitables (Marqués, 1981). Por ejemplo, biologizando los hechos que son sociales y, por tanto, construidos por el hombre. Cuando se naturaliza algo, se anula el juicio crítico que permitiría modificar lo hecho y responsabilizarse de las consecuencias.

      1. Enamórese de él

      La maternidad, salvo circunstancias extraordinarias, es un acontecimiento feliz. Para muchos tener un hijo es el principal objetivo de sus vidas, para otros tiene que ver con su realización personal. Hay también quienes ven en los hijos la culminación de una relación amorosa. Con independencia de los sentidos que el hecho pueda tener para quienes lo deciden, la maternidad es sobre todo la posibilidad de aprender a desempeñar el rol materno. En efecto, es el momento en el cual se tiene la oportunidad de proteger, cuidar y educar a un/a bebé, el/la cual crecerá hasta convertirse en un individuo adulto y autónomo, integrante activo de la sociedad. Esto será así, si todo resulta bien.

      Para las madres y con frecuencia también para los padres, es difícil asumir los primeros días que su bello, inofensivo, necesitado de todo y productor de ternura y felicidad pequeño; será en un futuro no muy lejano, un hombre o mujer que habitará el mundo que construyeron sus padres y la comunidad para él. Es fácil olvidarse de la realidad cuando se tiene entre las manos un/a bebé de piel suave y rosada que derrite con sus miradas y sonrisas, y balbucea palabras respondiendo con monerías a mamá y a papá.

      Estudios realizados en distintos centros relacionados con la procreación, aseguran que el amor maternal es ciego y que los progenitores, sobre todo las madres, corren el riesgo de desplazar sus necesidades de afecto y admiración masculina hacia el recién nacido. Esto tiene como consecuencia el desarrollo de un amor auto compensatorio, que puede caer en el enamoramiento del hijo. Más allá de que la teoría de Freud tome la tragedia de Edipo como modelo de este amor incestuoso, otros han considerado que el mejor paradigma del amor entre un hijo y su madre sería el mito de Agripina, la emperatriz romana que sedujo a su propio hijo Nerón.

      Sin embargo y sin transgredir la moral ni el tabú del incesto, la historia está llena de madres que