Turbulencias y otras complejidades, tomo I. Carlos Eduardo Maldonado Castañeda. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Carlos Eduardo Maldonado Castañeda
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789587391701
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en general puede tener un avance al interior de cada disciplina. Pero ese progreso es limitado, técnico y minimalista. Dicho con palabras grandes: ese avance beneficia a la disciplina, pero deja intacto el mundo. No cambia para nada la realidad, ni la de la naturaleza ni la de la sociedad.

      En realidad, disciplinar la investigación corresponde a la emergencia y consolidación del capitalismo académico. Bien vale la pena volver a leer, incluso entre líneas, el libro fundamental de Slaughter, S., and Rhoades, G., (2009). Academic Capitalism and the New Economy. Johns Hopkins University Press. Un texto invaluable sobre el cual los gestores del conocimiento en países como Colombia han arrojado un manto de silencio. Mientras que en los contextos académicos y de investigación de algunos países desarrollados sí es un motivo de reflexión y crítica.

      Están pretendiendo controlar el pensamiento mismo de los investigadores. Ya no solamente el de los educadores y profesores. Con ello, de consuno, se trata de controlar a posibles futuros lectores, a los estudiantes y a una parte de la sociedad. Una empresa de control total.

      En muchos colegios, los mecanismos de control ya están establecidos, notablemente a partir de las fuentes que trabajan; los libros, por ejemplo, muchos de ellos, concentrados en dos o tres fondos editoriales. El control ya viene desde las editoriales elegidas por numerosos colegios para la formación del pensamiento de los niños.

      En las universidades se ha establecido ya la elaboración de los syllabus y de los programas. La libertad de enseñanza, la libertad de cátedra, como se decía, quiere ser más cercenada y manipulada. Incluso hay numerosos lugares donde se discuten colectivamente los programas, todo con la finalidad de ajustarlos finalmente a los syllabus.

      Y a nivel de la investigación, el más reciente, el control ha venido a introducirse justamente con el llamado a la publicación de artículos en revistas de la disciplina. La libertad de pensamiento (=investigación) queda así limitada, si no eliminada.

      En un evento internacional hace poco conocí a un profesor que había estudiado un pregrado determinado, había hecho su doctorado en otra área en un país europeo, y como resultado investiga en otros temas diferentes; pero, como pude comprobarlo, en investigación de punta (spearhead science). Pues bien, este profesor anda por medio país, y ahora por medio continente, buscando trabajo, pues las convocatorias en muchas ocasiones exigen disciplinariedad. Así, por ejemplo, haber estudiado economía y tener un doctorado en economía. De manera “generosa” (ironía), se escribe con frecuencia: “o en áreas afines”. Economía es aquí tan solo un ejemplo.

      El subdesarrollo –eso ha quedado en claro hace ya tiempo– no es un asunto de ingresos, dinero o crecimiento económico. Es ante todo una estructura mental. Pues bien, con fenómenos como los que estamos señalando, las universidades están reproduciendo las condiciones del atraso, la violencia, el subdesarrollo y la inequidad. Por más edificios que compren o reestructuren, por más aparatos y dispositivos que introduzcan en las clases y en los campus.

      Como se aprecia, parece haber toda una estrategia política. Y sí, la política se ha convertido en un asunto de control y manipulación, no de libertad y emancipación.

      Disciplinar la investigación es, en muchas ocasiones, un asunto de improvisación, en otras, una cuestión de mala fe (en el sentido Sartreano de la palabra), y en muchas ocasiones también un asunto de ignorancia.

      Muchos profesores, simplemente por cuestiones básicas de supervivencia, terminan ajustándose a elaborar programas en concordancia con los syllabus, y a investigar y publicar en acuerdo con las nuevas tendencias y políticas. Por miedo, por pasividad. Pero siempre hay otros que conservan su sentido de independencia y autonomía.

      Como sea, en el futuro inmediato, parece que el problema no se resolverá a corto plazo. Debemos poder elevar alertas tempranas contra la disciplinarización de la investigación, y hacer de eso un asunto de discusión, estudio y cuestionamiento. Son numerosos los amigos y colegas que conozco que enfrentan este marasmo.

      El primero, es de lejos, el estándar.

      La investigación científica sucede análogamente al trabajo de los maestros de construcción en un edificio. Uno pone un ladrillo, otro más pone otro ladrillo, y así sucesivamente. Alguno pone el marco de una ventana, otro más cada vidrio y así sucesivamente hasta que se va completando todo el edificio. Se trata de un proceso, no acumulativo, pero sí que se va superponiendo como pequeñas capas geológicas. Ninguno tiene como finalidad revolucionar la ciencia y mucho menos transformar el mundo. Simplemente, hacen su trabajo.

      Exactamente en este sentido, la inmensa mayoría de la investigación científica es minimalista por técnica, por especializada. Como el obrero experto en la tubería, el que es conocedor del cableado eléctrico, el que conoce como ninguno la plomada y la rectitud de los ladrillos, aquel otro que pinta los muros y paredes, por ejemplo.

      Cada quien sabe hacer lo suyo, todos se implican recíproca y necesariamente, y ninguno adquiere, y ciertamente no a priori, un protagonismo más allá de su especialidad. Así sucede en la física, y en cada una de sus especialidades, en la ingeniería, en la inmunología, en la bioquímica, o también en la economía, por mencionar tan solo algunos casos.

      Se trata de trabajadores intelectuales que, en el mejor de los casos, hacen la tarea. Hay quienes enseñan poco e investigan mucho, y otros más que escriben alguna cosa, son invitados a algún congreso nacional o internacional y que adquieren, durante un momento episódico, una cierta notoriedad y fama local. Existe un recíproco reconocimiento entre los investigadores, acaso cada quien reconociendo la valía de los demás. Como los maestros de construcción, esos que fueron llamados durante mucho tiempo “los rusos”.

      Es en este sentido que se habla justamente de redes, esto es, de imbricaciones y colaboraciones, directas o indirectas, en las que cada quien se apoya en el trabajo de los otros, y todos en una red que confluye, ulteriormente, en la consolidación de la ciencia o la disciplina. El edificio del caso.

      Y es que la analogía no es exagerada. En un caso como en otro, se les impone a obreros e investigadores metas, logros, cumplimientos, y se les establecen objetivos e indicadores precisos. Y cuando un edificio ha sido terminado –y vendido, entonces–, pues se comienza con la construcción de otro. Es lo que podría asimilarse como la conclusión de un proyecto de investigación y el inicio de otro. Que es la forma como se va construyendo esa urbe que es la ciencia en general. Hoy por hoy, una urbe cada vez más poblada, con mayores especializaciones, con recovecos cada vez más sutiles y difíciles.

      Otro es el modo radical, pero inmensamente más difícil de avance de la ciencia.

      La otra forma de avance de la ciencia no desplaza, en absoluto, al modo anterior, sino, lo supone. Mientras que allí tiene lugar, de manera imperceptible, el cambio de mentalidades, el segundo modo de avance de la ciencia es el que produce rupturas y discontinuidades, revoluciones y cambios profundos y estructurales.

      Este segundo modo de avance de la ciencia no se propone, y ciertamente no de entrada, el cambio del mundo y la realización de una revolución científica o tecnológica. Pero lo que sí es claro es que, al final del día, por así decirlo, es que los científicos logran adivinar que se viene un cambio profundo y que las cosas cambiarán radicalmente. Y entonces dedican sus mejores esfuerzos y energías a llevar a cabo la revolución. Les creen, más que a las ideas, adicionalmente, a sus pálpitos e intuiciones, a su capacidad de apuesta y sus corazonadas (guts, en inglés).

      Las revoluciones científicas suceden a través de dos caminos distintos, pero que, a cabo, pueden encontrarse, eventualmente. De un lado, se trata del trabajo descomunal, verdaderamente titánico, que logra realizar grandes síntesis. Son pocos los investigadores que alcanzan a visualizar, y mucho menos a proponerse la realización de grandes síntesis. Pues, como queda dicho, la inmensa mayoría son minimalistas por técnicos.

      Y de otra parte, se trata de aquellos que son verdaderamente radicales, se enfrentan