Eva Perón, un componente esencial al ideario peronista, sin embargo, es recuperada con énfasis, casi sin claroscuros, por muchos de quienes provienen de una tradición no peronista. En esta sección, analizo esta recuperación póstuma de Eva Perón como modo de reafirmación de aquella sensibilidad antiperonista.
A continuación comento, a modo de ejemplo, un testimonio recogido en Tucumán, para luego concentrarme más detalladamente en el caso de Correa, que reviste especial interés. Pertenece a Juana Alberdi, mujer de letras e idiomas, nacida en los años cuarenta. Como en muchos otros casos, la reivindicación de Eva no se ocasionó a propósito de una pregunta sobre ella; surgió mientras veíamos imágenes de Isabel Perón.
Luego de imitar su “voz histérica” y de expresar que Isabel fue “una marioneta”, Juana agregó:
Mirá, de las mujeres que han estado en el país nuestro, para mí la única rescatable… aparte de los personajes que uno sabe, si te das con la historia, como la Azurduy […] Bueno, de las conocidas, la única que me merece respeto es la Eva Perón. Una, porque era linda. Dos, porque era inteligente, porque aprendía rápido, porque en realidad era una luz para aprender, porque llevaba la ropa como se la debe llevar. O sea, no como una marioneta. Porque era apasionada y porque creo que se metió en su papel como si fuera una obra de teatro, se metió de lleno y tuvo la decencia de morirse a los 33 años, en la plenitud. ¡Ha sido un personaje romántico! Se ha muerto en la plenitud de sus pasiones, con ese hijo de puta de marido que si no se moría la iba a reventar. Él estaba dispuesto a reventar a esa mujer. Porque se daba cuenta que esta mujer tenía algo que él no tenía […] Porque la mina esta creía. Yo no sé si bien o mal, pero la mina estaba convencida de lo que hacía.
Juana llega a la reivindicación de Eva a partir de diferenciarla de Isabel. Luego el énfasis en las virtudes de Eva comienza a ser contrastado con la perversidad de Perón. A diferencia de Isabel, Eva fue linda, inteligente (“no fue una marioneta”), y aprendió rápido a dejar atrás sus rasgos de incultura (“llevaba la ropa como se la debe llevar”). Además tuvo la virtud de morir joven, plena de pasiones. Este personaje romántico, ejemplar, que Juana reconoce en Eva, potencia la perversión del personaje siniestro de Perón, “ese hijo de puta de marido que si no se moría la iba a reventar”. Perón hubiera sido capaz de destruir a su mujer. Eva, en cambio, creía en lo que hacía. En este juego de espejos contrapuestos, todo lo que se suma de un lado se resta del otro; cuanto más grande haya sido el romanticismo de Eva, tanto más siniestra puede presentarse la figura de Perón.[50]
El caso de Correa reviste interés especial. Un pueblo de esas dimensiones permite apreciar mejor el impacto que tuvo en la vida cotidiana la antinomia que opuso peronistas a antiperonistas, al menos hasta la Revolución Libertadora. Correa fue un pueblo con una fuerte mayoría demócrata progresista hasta la aparición del peronismo. A partir de allí, el justicialismo ganó todas las elecciones a las que se presentó hasta 2009. La enorme mayoría de las clases medias, sin embargo, permaneció demócrata progresista o radical, y a partir de finales de los años cincuenta, también desarrollista, pero en cualquier caso, antiperonista.
Los años setenta fueron políticamente tranquilos en Correa. Los años cuarenta y cincuenta, en cambio, no tanto. La Alianza Libertadora local, un grupo de entre veinte y treinta personas que “custodiaba” los intereses del régimen peronista, desempeñó un papel eficaz en su tarea de perseguir a los “contreras”. Los entrevistados mencionan desde antiperonistas encarcelados hasta boicots comerciales, pasando por la burla pública y el matonismo contra quienes se rebelaban contra los jefes peronistas. Del otro lado de la antinomia se destaca un episodio que involucró a la figura de Eva Perón.
En 1955, con la caída del régimen peronista, desde una ciudad vecina a Correa partió por la Ruta 9 una caravana de autos, el primero de los cuales arrastraba un busto de Eva. Al llegar a Correa, la caravana entró al pueblo y dio vueltas alrededor de la plaza; pasó por la municipalidad, la iglesia y el club. Cada tanto, se detenía para que la gente se pudiera acercar. Aún hoy los correanos dicen recordar detalles de ese acontecimiento: gente aplaudiendo el paso de la caravana desde las veredas de sus casas, el busto de Eva casi irreconocible (en 1955 no había pavimento), los bocinazos, los gritos, la algarabía de los niños. El busto finalmente fue a parar al arroyo de Cañada de Gómez. Lo supe porque Silvia Lagomarconi, líder de una de las unidades básicas del pueblo, contó que fue a rescatarlo. Amanda Gómez, la responsable de la otra unidad básica que había en Correa, no pudo acompañar a Silvia. Según cuenta hoy, el policía del pueblo le avisó que debía “rajar” el mismo día en que cayó Perón. Amanda se exilió durante más de un año en el campo, en casas de peronistas que vivían en zonas rurales, luego de hacer un pozo en el fondo de su casa y esconder todo lo que tenía en su unidad básica. Lo único que llevó consigo fue su arma.
Lo dicho alcanza para percibir tanto la virulencia que cobró en un pequeño pueblo como Correa la oposición entre peronistas y antiperonistas como el carácter emblemático que envolvía a la figura de Eva Perón. Aún tres años después de muerta, Eva era el símbolo que, para propios y extraños, mejor condensaba el régimen peronista. Más de medio siglo después de que las clases medias antiperonistas de Correa aplaudieran el paso de aquella caravana, Eva Perón es reivindicada. Los siguientes dos pasajes que transcribo pertenecen a los correarnos Ema Mateo y Claudio Mastrángelo. En los dos casos, y al igual que en el ejemplo anterior, la reivindicación no surgió de una conversación sobre Eva. Ema hablaba sobre el regreso de Perón, y Claudio sobre sus lecturas en los años setenta.
Ema: Mirá, Perón vino a vengarse. Por eso puso a la mujer [Isabel]. Dicen que les costó muchos días convencerlo de poner a la mujer. No quería. Él no quería. Si hubiera sido un tipo como debía ser, no podía nunca poner a la mujer, si era una idiota útil. Otra cosa hubiese sido la Eva, a lo mejor, porque la Eva tenía más garra. Ella fue la que lo hizo a Perón. Porque en el primer mandato de Perón, sin ser peronista, reconozco que hubo muchas mejoras, que no nos confundamos de que fueron idea de Perón. Fue una evolución mundial […] Pero para el segundo [mandato] murió Eva. Y Eva era un freno. Y ahí se descalabró todo.
Claudio: Leía todo lo que caía en mis manos, pero en aquella época era muy famoso Cortázar, era esnob el que leía Cortázar, el que leía Borges, el que leía Las venas abiertas de América Latina, El varón domado de Esther Villar, Un árbol lleno de manzanas, se leía Los burgueses de Silvina Bullrich, eran los libros de nuestra época, nos gustaba mucho tratar de leer todas las ediciones de la revista Sur, leíamos mucho la revista Sur de Victoria Ocampo, fue una adelantada en su época que quiso hacer una unión entre América y Europa, ¿eh? Como así también fue Eva Perón, una adelantada en su época. Yo siempre digo que el 75% del gobierno de Perón fue Evita. En un 75%. Porque la gente vio obras y vio que los escuchaban y que los atendían gracias a ella, que a las cinco de la mañana ya estaba en el Ministerio de Trabajo ayudando a la gente.
En ambos testimonios la figura de Eva es valorada en proporción inversa a la desvalorización de Perón. En los dos aparece el juego de espejos contrapuestos señalado. Para Ema, Eva era una mujer aguerrida (“tenía más garra” que Isabel), artífice de su marido (“Eva fue la que lo hizo a Perón”), además de un “freno” para que no se “descalabre todo”. En su relato, Perón existió gracias a la presencia de Eva y el régimen peronista se malogró en virtud de su ausencia. Eva intensificaba lo mejor y apaciguaba lo peor del peronismo. Para Claudio, Eva explica casi todo lo bueno que pueda atribuirse al gobierno de Perón. Su respuesta llama la atención porque el contexto en el que inscribe su reivindicación de Eva no guarda ninguna relación con la política. El único nexo es que, al igual que Victoria Ocampo (una mujer de letras, cultura y dinero), Eva fue, para él, una adelantada a su época. Eva puede ser reivindicada por Claudio en la medida en que es despojada de intencionalidad política.
Algunos antiperonistas no reconocen virtudes a Eva y mantienen una visión globalmente negativa de todo lo que se refiere al peronismo. Sin embargo, esa no es la actitud más común. Podría decirse que Eva es, desde hace varias décadas,