Amor apasionado - Princesa de incognito. Victoria Pade. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Victoria Pade
Издательство: Bookwire
Серия: Omnibus Julia
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788413489476
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me las tengo que tomar, me prepara la comida, me dice si hace frío y tengo que ponerme un jersey, me recuerda que me cepille los dientes y que me peine cuando se me olvida… casi parece mi madre.

      Theresa lo dijo con la misma voz monótona de antes, sin apartar la vista ni un segundo de la cristalera.

      —Pero le robaste el coche…

      —No tuve más remedio. Tenía que venir, aunque fuera con ella.

      Neily notó un fondo de beligerancia y decidió cambiar de tema.

      —¿Y qué me dices de tu nieto? ¿También te ayuda?

      Theresa volvió a encogerse de hombros.

      —Wyatt, Marti, Ry… no sé qué haría sin ellos.

      —¿Marti es la hermana de Wyatt?

      —Sí, y Ry es mi otro nieto, su hermano.

      —¿Te visitan muy a menudo?

      —Oh, se preocupan mucho por mí, incluso demasiado. Pobrecillos… me tratan como a una reina y están al tanto de todos mis deseos. Y aquí estoy yo, complicándoles la vida un poco más —contestó.

      —¿Eso te lo han dicho ellos? ¿Te han dicho que les complicas la vida?

      —No, todo lo contrario. Se desviven por mí.

      —Entonces, ¿por qué no les dijiste que querías venir a Northbridge?

      Theresa frunció el ceño.

      —No podía decírselo —susurró.

      Los ojos de la anciana se llenaron de lágrimas. Un segundo después, apuntó hacia el pueblo y declaró:

      —Todo eso pertenecía a mi familia, ¿sabes?

      —¿A qué te refieres?

      —A las tierras donde levantaron esas urbanizaciones.

      —Vaya, no tenía ni idea.

      —Pertenecían a mi padre. Me las dejó en herencia.

      Neily no sabía si estaba diciendo la verdad o si sólo era una de sus fantasías, pero decidió seguirle la corriente.

      —¿En serio? —preguntó—. No sabía nada, aunque supongo que ha pasado mucho tiempo desde que vendiste las tierras. Porque las vendiste, ¿verdad?

      Theresa no contestó.

      —¿Eso es lo que quieres? ¿Recuperar las tierras de tu padre?

      La anciana evitó responder a la pregunta.

      —Todo era nuestro —insistió—. Desde aquí hasta el horizonte. En la vida se pierden tantas cosas…

      —¿Insinúas que perdiste esas tierras de algún modo?

      Theresa siguió hablando como si no la hubiera oído.

      —Pérdidas, tantas pérdidas. Wyatt lo ha sufrido en carne propia. Y Marti, también.

      —No sé qué perdiste exactamente, Theresa, pero lo siento mucho. ¿Te apetece que hablemos de ello?

      —No, ya no quiero hablar más. Necesito descansar.

      La abuela de Wyatt se levantó y se marchó sin decir una sola palabra más. Neily la siguió hasta el vestíbulo, pero ya había cumplido su objetivo del día: asegurarse de que estaría bien con la enfermera y su nieto.

      Mary Pat se acercó entonces e intentó convencer a Theresa para que fuera a la cocina a tomarse un té en lugar de subir a su dormitorio. Sin embargo, no tuvo éxito y al final tuvo que acompañarla al piso de arriba.

      Neily acababa de quedarse a solas cuando oyó la voz de Wyatt, que venía del salón y se quedó apoyado en el arco de la entrada.

      —Vaya, qué rápido ha sido…

      Estaba tan guapo con las manos metidas en los bolsillos, como si fuera un vaquero, que ella se estremeció y tuvo que hacer un esfuerzo para poder hablar.

      —Sí, ha sido rápido, pero ya sé lo que necesitaba saber.

      —En ese caso, tal vez puedas concederme un par de minutos en lugar de uno…

      Neily se dijo que no estaba coqueteando con ella, que su sonrisa era inocente y que, en cualquier caso, sólo les unía el interés por el bienestar de Theresa.

      —Bueno, supongo que puedo concederte esos dos minutos —dijo, mirando el reloj—. Pero sólo eso, porque todavía tengo que visitar otra casa. Si necesitas más…

      —No, eso será suficiente. Quería darte las gracias por todo lo que has hecho aquí. Durante el desayuno, mi abuela nos habló de los cristales rotos, de las cañerías atascadas y de la suciedad que había por todas partes… nos hemos hecho una idea más aproximada del trabajo que hicisteis ayer, y sinceramente te estoy muy agradecido.

      —No tiene importancia.

      —También estaba pensando que tal vez podríamos dar una cena para todas las personas que vinieron a echar una mano, pero no sé quiénes son ni cómo podría organizarlo —le confesó.

      A Neily le pareció una gran idea. Era una forma apropiada de demostrar su gratitud a los voluntarios de la localidad.

      —Si me dices un día, me encargaré del asunto.

      —¿Avisarás a todos los que han trabajado en la casa?

      —Por supuesto.

      —A Mary Pat y a mí nos parece que el miércoles por la noche podría ser un buen momento. ¿Te parece bien a las siete?

      —Perfecto.

      —Entonces, sólo queda otra cuestión. Necesito comprar comida y cosas para la casa, pero no he visto ningún supermercado en Northbridge…

      —No lo has visto, porque no lo hay. Pero tenemos carnicerías, panaderías, verdulerías, tiendas de comestibles, establecimientos especializados… Si quieres, esta noche podría enseñarte dónde está todo y así podrías ir de compras.

      —Eso sería magnífico.

      Los dos hablaron sin pensar. Ella se ofreció sin darse cuenta de lo que hacía y él contestó demasiado deprisa. Sin embargo, Wyatt comprendió la situación y añadió:

      —Bueno, si estás totalmente segura, claro. Puede que no tengas tiempo o que ya hayas hecho otros planes…

      —No, sólo tengo que visitar otra casa. Después estaré libre —afirmó, intentando convencerse de que aquello seguía siendo puramente profesional—. Casi todas las tiendas abren hasta las ocho. Cuando termine de trabajar, puedo ir a cenar algo y estar de vuelta alrededor de las seis y media.

      —Excelente. Un nativo me va a enseñar la localidad… —bromeó—. Así sabré todo lo que hay que saber.

      —Intenta convencer a tu abuela para que venga con nosotros —dijo ella, intentando llevar el asunto a un terreno más seguro.

      —Se lo diré, pero me sorprendería que quisiera.

      —Puede que a Mary Pat le apetezca…

      La estrategia de Neily debió de ser obvia para él, porque sonrió con ironía.

      —¿Es que tienes miedo de estar a solas conmigo? Te aseguro que soy inofensivo.

      Ella pensó que él podía ser inofensivo, pero su encanto, no.

      —No me asusta quedarme a solas contigo. Simplemente, sería una buena ocasión para que conocierais Northbridge.

      —Está bien, intentaré convencer a mi abuela, pero dudo que venga. Y si ella se queda en casa, Mary Pat también se quedará.

      Neily asintió.

      —Bueno, quedamos a las seis y media de todas formas.

      —Te estaré esperando.