Queremos hijos felices. Silvia Álava. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Silvia Álava
Издательство: Bookwire
Серия: Tu vida en positivo
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788415131601
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otro tipo de compromisos de los padres, pero siempre se pueden hacer cosas para mejorar. Pensemos en qué empleamos el tiempo, tanto los padres como los niños; puede que sea más conveniente ver menos la televisión por la tarde, utilizar menos el ordenador y la tableta, acostarse antes y poder despertar al pequeño con tiempo para que aprenda a adquirir los correctos hábitos de higiene y de autocuidado por las mañanas.

      Lo importante es la calidad del tiempo que se pasa con el niño, no la cantidad, pero sí que hay que cumplir una cantidad mínima.

      icono Meterles prisas y pretender que sigan el ritmo del adulto. Los niños necesitan su tiempo y los adultos deben respe­tarlo.

      icono Que el niño se adapte al horario del adulto; es más cómodo y permite que los adultos sigan con su vida. Los padres deben seguir el horario del niño y no al revés. A las nueve de la noche el niño tiene que estar en la cama no a las doce, como sus padres.

      icono Hacerles las cosas, como por ejemplo, vestirles por la mañana para ganar tiempo. Los niños tienen que aprender a hacer las cosas solos. Se trata de favorecer su autonomía.

      icono Sobreprotegerles para que no sufran por equivocarse, porque se frustren si no les salen las cosas bien. Tienen que aprender a desarrollar sus propios recursos y a tolerar la frustración.

      icono Pensar que sus problemas son poco importantes y no prestarles la suficiente atención cuando nos los cuentan o escucharles a la vez que se está en el ordenador, con el teléfono, la tableta o la televisión. El niño merece tener momentos de atención plena, en los que sepa que él es lo más importante para sus padres.

      Raros son los padres a los que, de vez en cuando, no les asalta el sentimiento de culpa:

      icono Por dedicar a los hijos menos tiempo del que les gustaría.

      icono Por no dar abasto con las mil y una tareas pendientes.

      icono Por perder la paciencia con los niños.

      Aunque hay muchas diferencias individuales, esto les ocurre en mayor medida a las mujeres, quienes lo expresan mucho más que los hombres y sienten mucho más la presión que les impone la sociedad al considerarlas como las principales educadoras.

      Todos sabemos que la maternidad y la paternidad son unas experiencias maravillosas, pero eso no quiere decir que sea fácil vivirlas. Nos preparamos duramente a fin de estar bien capacitados para nuestros trabajos, con años de colegio, instituto, universidad y másteres si es necesario. Pero no dedicamos la misma cantidad de tiempo a formarnos como padres.

      Por otra parte, el bebé no trae un libro de instrucciones bajo el brazo. Se trata de una tarea difícil en la que una «personita» completamente indefensa y vulnerable depende absolutamente de sus padres. Y esto es un añadido a las obligaciones que ya se habían adquirido antes del nacimiento del bebé. Por ser padres no podemos desatender los compromisos previos ya establecidos. Todos estos factores pueden hacer que los padres sean más vulnerables, y pueden provocar un sentimiento de culpabilidad por no llegar a todo.

      Hay gente que piensa que el sentimiento de culpa es sano porque puede hacernos reaccionar y mejorar en aspectos de nuestra vida o de nosotros mismos. Es cierto que cuando hemos hecho algo mal es muy común que se genere este sentimiento de culpabilidad, que nos puede ayudar a percatarnos de que tenemos que cambiar nuestra conducta. Eso sí, una vez que aparece, parémonos, reflexionemos sobre la situación –«¿Qué ha ocurrido?, ¿por qué he reaccionado de esta manera?, ¿dónde está mi error?»– y elaboremos una estrategia diferente para que la próxima vez no volvamos a equivocarnos.

      Y una vez hecho esto, no le dediquemos ni un minuto más a esos pensamientos que sustentan el sentimiento de culpa. Hay que aprender a perdonarse. Un sentimiento de culpa exacerbado genera malestar y quita energías para reaccionar ante las diversas situaciones de nuestra vida. Cada persona vivirá las señales de este sentimiento de forma diferente. No obstante, las más comunes pueden ir desde:

      icono la repetición de forma obsesiva de la idea de culpabilidad –«Por qué hice esto», «no tenía que haberlo hecho/dicho», «lo hice mal»–,

      icono hasta manifestaciones fisiológicas, como un nudo en el estómago, opresión en el pecho, ganas de llorar…

      Hay que aprender a perdonarse. Las personas que son capaces de perdonar tanto a los demás como a sí mismas son más felices y son capaces de trasmitir esta enseñanza a sus hijos.

      Es importante aprender a manejar la culpa para que nos permita aprender de nuestros errores y perdonarnos. Una vez que hemos reflexionado sobre el error y que hemos elaborado una nueva estrategia de actuación para futuras situaciones, el sentimiento de culpa debe desaparecer, manteniéndolo lo único que conseguiremos será encontrarnos mal, sufrir inútilmente y perder fuerzas y energías para solventar el fallo que cometimos.

      Si ya advertimos nuestro error y hemos hecho lo posible por subsanarlo, la culpa solo nos va a generar malestar y es una mala compañera de viaje: «Deja de pensar en el tropezón, y coge fuerzas para levantarte».

      Muchos padres llegan tarde de la oficina y no pueden dedicar a sus hijos todo el tiempo que les gustaría; creen que se están perdiendo muchas cosas. Esto les genera un fuerte sentimiento de culpa que conviene trabajar. Es verdad que muchas veces no disponen de todo el tiempo que les gustaría para pasarlo con sus hijos, pero recordemos lo que decíamos en el capítulo anterior: lo que sí dependerá de nosotros es la calidad del tiempo que pasamos con los pequeños. Al llegar a casa, todavía quedan muchas rutinas para realizar con el niño (deberes, baño, cenar, lavarse los dientes, contar un cuento, irse a la cama…).

      Siempre es posible enfrentarse a ellas de una forma positiva y sacar lo mejor de uno mismo para ese rato que compartimos. Lo importante es centrarnos en las cosas con las que disfrutamos, impidiendo que «gane» el sentimiento de malestar por lo que nos perdemos. Se puede aprovechar también el fin de semana: con una buena planificación, dispondremos de tiempo para hacer un montón de cosas que disfrutaremos y recordaremos toda la vida.

      Céntrate en las cosas que sí que haces con tu hijo y no en las que no puedes hacer.

      Otra de las situaciones que más culpa genera en los padres es que, en un momento dado, pierden la paciencia con los niños y les gritan. Luego se sienten mal y se lo reprochan a sí mismos durante cierto tiempo. Los niños pueden llegar a ser muy persistentes y, en ocasiones, un poco cabezotas; por eso, es normal que el adulto pueda llegar a perder la paciencia y gritarles, pero ¿qué conseguimos con ello? Sí, es verdad que el niño termina obedeciendo, pero a costa de que tanto padres como hijos se sientan mal, y con mucho desgaste emocional. De ahí que sea fundamental cambiar la estrategia.

      icono Es necesario utilizar la firmeza y la seguridad cuando se dé una orden para que los niños aprendan a obedecer de inmediato.

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