Hechizo digital. Tony Reinke. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Tony Reinke
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9781629461717
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nuestros horarios. El avance tecnológico en la medición del tiempo también dio a luz a dos nuevas metáforas para explicar la relación que Dios tiene con nosotros – una perceptiva y la otra engañosa.

      Primero, el reloj proporcionó una metáfora provechosa para Dios. Ya que todas las piezas del reloj se ensamblan para dar lugar a la función, lleva consigo todas las marcas del “diseño inteligente”, la obra de un diseñador. Lo mismo también es cierto para nuestros cuerpos. Juntas, las diferentes partes y piezas y moléculas de nuestra existencia se ensamblan en armonía para sustentar y darle cohesión a nuestra existencia. Esta es la “analogía del relojero”. Dios no solo está cerca, el sello de Su Creación está en nosotros.

      Pero el reloj también proporcionó una metáfora defectuosa para Dios. Algunos comenzaron a imaginar un dios que ensambló el universo, le dio cuerda y lo puso en movimiento y se fue. Esta es una forma de deísmo, la idea de que Dios está generalmente apartado remotamente del mundo salvo por preservar las leyes naturales.

      Para bien o para mal, la tecnología transforma fundamentalmente la forma en la que hablamos de Dios. La tecnología moldea la forma en la que Dios comunica algo acerca de Sí mismo a nosotros. Dios se hace claro para nosotros a través de metáforas de la tecnología y hayamos que es posible definirlo, pero también distorsionarlo, al proyectar metáforas tecnológicas en Él.

      TEOLOGÍA DE LA TECNOLOGÍA

      Hasta ahora solo he bordeado las profundidades. Mi punto es que cada innovación tecnológica es una nueva invitación teológica para una contemplación bíblica renovada del pueblo de Dios. Esto significa varias cosas.

      Primero, la vida en la era digital es una invitación abierta para pensar bíblica y claramente acerca del impacto de nuestros teléfonos en nosotros, en nuestra creación, en nuestros vecinos y en nuestra relación con Dios. Adoptar nuevas tecnologías sin reflexionar en ellas es mundano.

      Segundo, la tecnología es tecnología, ya sea ligada a un enchufe o a un caballo. Para este proyecto, no haré una difícil y rápida distinción entre herramientas y tecnología, desconectar herramientas primitivas de la red eléctrica de las nuevas tecnologías que conectamos. En parte esto es porque los dioses domésticos de piedra o madera labrada, y los ídolos de plata y oro, comunes en el mundo antiguo, no eran herramientas. Estos ídolos eran más como nuestras tecnologías, oráculos divinos de conocimiento y prosperidad, usados por sus adoradores en un intento por controlar y manipular los eventos de la vida para un beneficio personal. La figura y el iPhone apelan a la misma obsesión.

      Tercero, cualquier cosa que mi teléfono inteligente me esté haciendo, también me está apuntando a una ciudad gloriosa por venir. No confiamos en cosas que sostenemos con las manos. No confiamos en cosas hechas con las manos. En cambio, anhelamos estar en la presencia de nuestro Dios trino en una nueva Creación, no construida por el ingenio humano y manos pecadoras, sino por el diseño e innovación de Dios – la Creación que Dios siempre ha destinado sin pecado, sin muerte y sin lágrimas39.

      NUESTRO LUGAR EN LA HISTORIA

      Así que aquí nos hallamos, en la “era digital”, una era tan concentrada en innovación que nos hemos vuelto ciegos a ella. Y estamos adoptando y adaptando las nuevas tecnologías más rápido que cualquier otra generación en la historia del mundo. Para el 2015, entre los adultos Estadounidenses de dieciocho a veintinueve años, el 86 porciento tienen un teléfono inteligente, por encima del 52 porciento cuatro años antes. En la misma estadística, el 50 porciento posee una tableta, por encima del 13 porciento cuatro años antes. Al mismo tiempo, en estas mismas estadísticas, el poseer computadoras, reproductores MP3, consolas de videojuegos y lectores de libros electrónicos ha declinado40. Nuestros teléfonos están agrupando estas funciones.

      Quizá nos adaptamos tan fácilmente porque somos una generación privilegiada, fácilmente adiestrada y moldeable. O quizá nos adaptamos tan fácilmente porque, como Jacques Ellul sugiere, nuestra tecnología ejerce una especie de terrorismo sobre nosotros41. Vivimos bajo la amenaza de que si fallamos en aceptar las nuevas tecnologías, seremos empujados a un lado hacia una obsolescencia cultural, abandonados sin las habilidades esenciales que necesitamos para conseguir un empleo, desconectados de las conversaciones culturales y separados de nuestros amigos.

      Cualquiera que sean nuestros motivos los hechos persisten – estamos adoptando, estamos entrando a la red, y nos estamos volviendo móviles. Los teléfonos inteligentes se convierten en billeteras porque no nos atreveríamos a salir de nuestras casas sin ellos. De hecho, el 36 porciento de las personas de dieciocho a veintinueve años en los Estados Unidos admiten que están en línea “casi constantemente” – un fenómeno que se ha hecho posible gracias al teléfono inteligente. El adulto con más probabilidades de vivir en línea gana más de 75 000 dólares al año, tiene un título de posgrado, vive en un ambiente no rural y está en el rango de edad de dieciocho a veintinueve años42. Nuestra adicción a la conectividad móvil puede ser nueva, pero llegó para quedarse. Nunca estamos desconectados. ¿Es entonces mi teléfono inteligente un enemigo hostil? ¿Es acaso una baratija cultural? ¿Una herramienta legítima? Estas son algunas de las preguntas que examinaremos en las siguientes páginas. Nuestros teléfonos han concentrado tecnología poderosa en un dispositivo pequeño que controlamos con nuestros pulgares. Tenemos acceso total a esta tecnología, y por alguna especie de magia digital y electrónica, estamos potencialmente conectados todo el tiempo con cualquier teléfono en el planeta.

      Todas éstas realidades nos están cambiando, no hay duda de ello. La gran pregunta permanece: ¿Cómo nos están cambiando nuestros teléfonos inteligentes?, ¿Y deberíamos estar preocupados?

      SOMOS ADICTOS A LA DISTRACCIÓN

      Revisamos nuestros teléfonos inteligentes cerca de 81 500 veces al año, o una vez cada 4,3 minutos de nuestra vida consciente, lo que quiere decir que serás tentado a revisar tu teléfono tres veces antes de que termines este capítulo43.

      El impulso no es difícil de entender. Nuestras vidas están consolidadas en nuestros teléfonos: nuestro calendario, nuestra cámara, nuestras fotos, nuestro trabajo, nuestras rutinas de ejercicio, nuestra lectura, nuestras notas, nuestras tarjetas de crédito, nuestros mapas, nuestras noticias, nuestro clima, nuestros correos, nuestras compras – todo puede ser administrado con aplicaciones de última tecnología en pequeños dispositivos que llevamos a todos lados. Incluso la aplicación de GPS en mi teléfono, que me guió a una nueva cafetería el día de hoy, posee trescientas mil veces la velocidad de procesamiento de la computadora de navegación de setenta libras (31,75 kg) que guió al Apolo 11 a la superficie lunar.

      No es de sorprendernos que habitualmente nuestros teléfonos son lo primero que tomamos en las mañanas, no solo para apagar nuestras alarmas, sino también para checar nuestro correo y nuestras redes sociales en un estado semiconsciente de inercia soñolienta antes de que nuestros ojos adormilados se puedan abrir por completo. Si el universo en constante expansión es la última frontera de la humanidad hacia el exterior, nuestros teléfonos nos llevan a un viaje interminable hacia nuestro interior, un viaje que recomenzamos cada mañana al despertar.

      No soy un extraño a este habito instintivo de tomar mi teléfono, pero quería ver si otros compartían este patrón, así que entrevisté a ocho mil cristianos acerca de sus rutinas y sus redes sociales44. Más de la mitad de los entrevistados (54 porciento) admitió revisar su teléfono inteligente a minutos de haber despertado. Cuando se les preguntó si en una mañana típica era más probable que revisaran su correo o sus redes sociales antes o después de su devocional espiritual, el 73 porciento respondió antes. Esta realidad es especialmente preocupante si la mañana es el momento en el que preparamos nuestros corazones espiritualmente para el resto del día. (Observaremos este hábito más de cerca y mis otros descubrimientos en los siguientes capítulos).

      Nuestros teléfonos son adictivos, y así como los adictos, buscamos nuestra dosis inmediata en la mañana. Y sí, existe una aplicación para eso.

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