Cualquier ser humano que goce de sanas y equilibradas facultades mentales puede tener acceso a las más altas cotas de la excelencia y del éxito, que son los frutos a los que conviene aspirar. O lo que es lo mismo, puede dejar de ser gris y brillar con luz propia.
Las personas con un alto grado de estima son las que cambian su entorno, las que muestran nuevos caminos, las que desarrollan las ideas geniales, las ideas que han cambiado el curso de la historia, las ideas que han revolucionado las ciencias, las artes o el mundo empresarial, y todas esas personas han sido hombres y mujeres comunes como tú.
J. J. E. Lenoir, precursor del motor de explosión, de la aspiradora y de la tejedora doméstica, apenas recibió instrucción primaria, pero creía en sí mismo y luchó por ello. Se ganó el sueldo trabajando de camarero, esmaltador, mecánico y, por último, de inventor; realizó su primer proyecto innovador a la edad de veinticinco años. Qué decir si hablamos de Thomas Alva Edison, sus maestros aconsejaron a la madre que lo retirara del colegio por su «necedad» y, sin embargo, creía tanto en sus propias capacidades que se formó de modo autodidacta muy por encima de la educación de la época. Trabajó como vendedor de periódicos y creó al poco tiempo su propio diario, en el que ejercía de cajista, impresor, redactor y vendedor. Más tarde se hizo telegrafista, y de ahí pasó a realizar su primer invento en 1868, una máquina para el recuento de votos parlamentarios, la primera de las mil cuatrocientas patentes que registró en su vida. Ambos prohombres, como centenares más, sólo disponían de su imaginación, de fuerza de voluntad y de una poderosa fe en sí mismos y en la fuerza del Destino.
Si continuas haciendo lo mismo que siempre has hecho, continuarás obteniendo lo que siempre has obtenido. Para conseguir algo diferente, tienes que empezar a hacer algo diferente.
La autoestima, como dije, no es simplemente una idea o un sentimiento, es una fuerza motriz generadora de motivación que inspira nuestras conductas y nos conecta con toda la Creación. La estima nos hace reconocer las capacidades que poseemos y a la vez nos hace sentir valiosos, de ahí la generación de energía, de fuerza activa. Todo ello nos permite apreciar que parte de la misión de nuestra vida consiste en asumir la responsabilidad de crear en nuestro entorno y en nosotros mismos más salud, más felicidad, mayor compromiso, y mayor entrega. Para desarrollar todo nuestro potencial y llevar a cabo un cambio duradero que nos permita alcanzar un alto grado de autoestima, necesitamos comprometernos en un serio proceso de transformación, un plan de acción que te permitirá sacar el máximo de partido del gran potencial que llevas dentro.
Todos y cada uno de nosotros poseemos un tremendo potencial que es necesario activar. La grandeza del ser humano, tu grandeza, es inconmensurable, y no cabe en palabras definitorias, es preciso sentirlo. A esa parte es a la que en estos momentos me dirijo y para quien está escrito este libro. Ese potencial es al que me quiero conectar, para que por medio de mis sugerencias, insinuaciones, indicaciones, técnicas e historias, basadas en mi propia experiencia personal de más de treinta años como coach neurolingüístico, puedas alcanzar a comprender la infinita valía de tu ser interno, tu «yo real», el diamante que contiene todo el poder del Universo.
El hombre más poderoso es el que es dueño de sí mismo.
Lucio Anneo Séneca
Para alcanzar esa grandeza, tu grandeza, te propongo un plan de acción que pasa por aceptar cómo eres verdaderamente. Un reconocimiento sincero, sin acusaciones ni rechazos de las deficiencias o defectos que tienes. Existe un principio universal que afirma: «Atraemos aquello que más tememos». ¿Por qué ocurre eso? Por la sencilla razón de que enfocamos toda la atención en ello, y consecuentemente, el pensamiento, que es el generador de los comportamientos, sólo tiene como foco aquello que rechazamos. Por lo tanto, si quieres cambiar algo negativo de ti, no te concentres en lo que no quieres, sino en lo que quieres.
Veamos un ejemplo clásico que clarifica lo expuesto. Yo te digo ahora: «¡No pienses en una rosa roja!». ¿Qué ha sucedido? Que inevitablemente has pensado en una rosa de color rojo. Por tanto, si lo que yo pretendo es mantener fuera de tu conciencia la flor de ese color, te diría: «¡Piensa en un lirio blanco!».
Eso es lo que sucede con las propias negaciones, si piensas en «no estar gordo», la obesidad te acompañará permanentemente y estará presente en tus ideas. Si por ejemplo, rechazas el carácter brusco que en ocasiones muestras, y te bombardeas continuamente con «yo no quiero ser brusco» o «quiero dejar de gritar y cabrearme», tanto la brusquedad como los gritos y el cabreo seguirán estando en tu mente, y consecuentemente en tu comportamiento. Para poder modificar esas conductas hay que aceptar su existencia y olvidarse de ellas, sustituyéndolas en tu mente por aquello que quieres tener. En lugar de «no quiero estar gordo», pensarías y te dirías: «¡Quiero estar delgado!», en vez de «quiero dejar de ser brusco», dirías: «¡Voy a ser afectivo y amable!».
¿Qué es lo que conviene plantearse para iniciar un plan de acción y cuáles son los pasos a seguir?
1. Conocer cómo has llegado a ser como eres. Se trata de una autoobservación, sin invalidaciones ni acusaciones, pero tampoco con excesiva condescendencia. Es un reconocimiento objetivo de lo que has hecho y dejado de hacer para estar en y como estás actualmente.
2. Qué es lo que en estos momentos está impidiendo, interceptando o molestando tu crecimiento como ser humano, y que tus capacidades se manifiesten en toda su potencia.
3. Estar dispuesto a cambiar todo aquello que te perjudica y limita, aunque suponga cierto grado de esfuerzo y sufrimiento.
4. Sacar fuera de ti todas aquellas creencias limitantes que te dicen que no puedes, que todo tiene límites y barreras, y que es imposible llegar más allá, que eres como eres y nada puede cambiar. Desarrollar la certeza de que sí puedes lograr cualquier meta que te propongas, antes incluso de que las tengas al alcance de la mano.
5. Localizar todas las pautas mentales que son inoperantes. Descubrir las estrategias de pensamiento «desmotivadoras», y sustituirlas por otras que inviten e inciten a crecer. Buscar, analizar y modelar (aprender a utilizar), aquellas formas de pensar y actuar que en otros resultan útiles y de éxito.
6. Por último, identificar los valores —muchas veces no tan valiosos como crees—, es decir, todo aquello por lo que hasta este momento has estado dispuesto a esforzarte y cambiar para conseguirlo, pero también aquello por lo que no estás dispuesto a seguir trabajando, todo lo que no estás dispuesto a seguir tolerando, y sustituirlo por aquello a lo que aspiras y deseas alcanzar.
Del equilibrio y armonía que establezcas dentro de ti dependerá que tu autoimagen, y en consecuencia tu propia autoestima, sean más o menos sólidas, ya que tanto una como la otra se apoyan sobre la base de esa armonía total.
Las preguntas que siguen, y las respuestas sinceras que te des, serán la clave para que sepas cómo estás en este momento, y del punto del que partes. Escribe las contestaciones en una hoja aparte, te serán de utilidad para próximos trabajos.
• ¿Cómo has construido la autoimagen en la que basas tu autoestima?
¿Es objetiva?
¿Hay algún trauma que la haya condicionado?
¿Se basa en imposiciones de cómo te han dicho que deberías ser?
• ¿Estás o no estás satisfecho con esa imagen?
¿Hay algo que quieras cambiar de ella?
¿En qué medida condiciona tu autoestima?
• ¿Te valoras realmente?
¿Son valiosas tus acciones?
¿Te sientes satisfecho de todos tus actos?
¿Permanecerá el recuerdo positivo de lo que haces en otros?
Una autovaloración sana se construye a través de los años por medio de dos factores fundamentales, uno endógeno (interno, personal), compuesto por las creencias, valores, identidad y espiritualidad que son los desencadenantes de las capacidades y actitudes,