La espiritualidad puritana y reformada. Joel Beeke. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Joel Beeke
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9781629461557
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y mediante el “constante ejercicio” de este conocimiento, apoyándote todo el tiempo en la asistencia del Espíritu Santo. Encontrarás que la meditación se hace más fácil y dulce a su debido tiempo.

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      William Bridge

      Obstáculo # 2: Ocupación. Los tales dicen que “están tan asediados por las ocupaciones de este mundo que no pueden pasar tiempo en este deber con solemnidad y seriedad”.

      Respuesta: La verdadera religión no es cumplida meramente en el tiempo de ocio. La mucha ocupación debería movernos a más meditación ya que, entonces, tendremos más necesidades que traer ante Dios y sobre las que meditar.

      Obstáculo # 3: Letargo espiritual. Los tales admiten que, aunque tengan buenas intenciones, su alma es propensa a distraerse de la meditación.

      Respuesta: Mateo 11:12 dice que el cielo es la recompensa de “los violentos [que] lo arrebatan”. ¿Por qué eres perezoso para las atenciones espirituales, que pueden producir recompensas eternas, cuando no eres perezoso para atender al trabajo secular de este mundo, que sólo reporta recompensas temporales? “El sueño [espiritual] hará vestir vestidos rotos” (Prov. 23:21). Como dijo Manton: “Es mejor acarrearse males que sufrir males, y estar atados con las cuerdas del deber que con las cadenas de las tinieblas”.424

      Obstáculo #4: Placeres y amistades mundanos. Los tales dicen que no quieren ser justos es demasía y, en consecuencia, no desean abandonar los vanos entretenimientos y amigos.

      Respuesta: “Los placeres del mundo perturban nuestras almas e incapacitan nuestros cuerpos para los deberes de la meditación… Recuerda esto: la dulzura de la religión es incomparablemente mayor que los placeres del sentido” –escribió Bates–.425

      Obstáculo # 5: Adversidad del corazón. Los tales dicen que no les gusta estar atados a una tarea tan difícil. Cargados con la culpa, temen estar a solas con Dios.

      Respuesta: “Lava tu conciencia mediante la sincera aplicación de la sangre de Cristo” –aconsejó Manton– y, entonces, átate a los medios de gracia, incluyendo la meditación (Sal. 19:14).426

      Las consecuencias de omitir la meditación son serias, advirtió Calamy. Conduce a la dureza de corazón. ¿Por qué hacen tan poca impresión sobre nosotros las promesas y amenazas de Dios? Porque no meditamos en ellas. ¿Por qué somos tan ingratos con Dios por sus bendiciones? ¿Por qué no producen frutos piadosos en nuestras vidas su providencia y aflicciones? ¿Por qué no nos beneficiamos de la Palabra y los sacramentos? ¿Por qué somos tan críticos con los demás? ¿Por qué nos preparamos tan débilmente para la eternidad? ¿No es debido, en gran medida, a nuestra falta de meditación?427

      Debemos disciplinarnos para meditar. La mayoría de pastores puritanos lo dijeron. Sin embargo, poca gente en comparación, incluso en tiempos puritanos, vio esto como un deber. “Muchos son turbados” –escribió Baxter– “si omiten un sermón, un ayuno, una oración en público o privado y, sin embargo, nunca se turban por haber omitido la meditación, quizás durante toda su vida hasta este mismo día”.428

       Conclusión: la Meditación como Auto-examen

      La meditación puritana era más que un particular medio de gracia. Era un método comprensivo de devoción puritana –un arte bíblico, doctrinal, experimental y práctico–. Su teología fue paulina, agustiniana y calvinista. Su temática fue sacada del libro de la Escritura, el libro de la creación y el libro de la conciencia. Como dijo William Bridge: “La meditación es la aplicación vehemente o intensa del alma a alguna cosa, sobre la que la mente del hombre reflexiona, se detiene y se aferra, para su propio provecho y beneficio” que, a su vez, conduce a la gloria de Dios.429

      Típicamente, los puritanos concluyeron sus tratados sobre la meditación llamando a los lectores al auto-examen, que consiste en:

      (1) Prueba

      • ¿Están motivadas tus meditaciones por el ejercicio de una “fe viva”? La verdadera meditación es inseparable del ejercicio de la fe. ¿Meditas alguna vez como describe Samuel Ward?: “Estimula tu alma [en la meditación] para conversar con Cristo. Considera qué promesas y privilegios crees habitualmente y, entonces, piensa en ellos realmente, pásalos por debajo de la lengua, mastícalos hasta que sientas alguna dulzura en el paladar de tu alma. Míralos en conjunto y por separado. Unas veces, reflexiona sobre uno y, otras, sobre otro en mayor profundidad. Esto es lo que el Esposo llama caminar por los jardines y comer de los frutos, que en términos llanos yo llamo usar la fe y vivir por fe”.430

      • “¿Producen estos pensamientos espirituales en tu corazón santidad en tu vida? Recuerda: “Estar cansado de los pensamientos de Dios es degenerar en diablos” (cf. Santiago 2:19).431

      (2) Corrección o exhortación

      • Al incrédulo: Cuando Dios te hizo una criatura racional, ¿pretendía que usases tus pensamientos con propósitos egoístas y pecaminosos? ¿Por qué no está Dios en todos tus pensamientos? “¿No tienen un Dios y un Cristo en que pensar? ¿Y no son la salvación por Él y la gloria eterna dignas de tus pensamientos más escogidos? Tienes suficientes pensamientos y dedicación para otras cosas –para cosas bajunas, para puerilidades–, y ¿por qué no para Dios y la Palabra de Dios?” –preguntó Manton–.432

      • Al creyente: Descuidar la meditación debería “ocasionarnos temor y dolor”. ¡Cuán degradante es para Dios cuando volvemos nuestra meditación de Él a objetos pecaminosos! Si el granjero medita sobre su tierra, el médico sobre sus pacientes, el abogado sobre sus casos, el almacenero sobre su mercancía, ¿no deberían los cristianos meditar sobre su Dios y Salvador?433

      Los puritanos nos dirían: “Si continúas descuidando la meditación, se apagará o destruirá tu amor por Dios. Se hará desagradable pensar en Dios. Quedarás expuesto al pecado, de modo que lo veas como un placer. Te dejará vulnerable y frágil ante pruebas y tentaciones de toda clase. En resumen, te hará caer de Dios”.434

      “Ningún deber santo vendrá a nosotros” –escribió Ranew–: “Nosotros debemos ir a ellos”.435Atendamos a la exhortación de Watson: “Si la has descuidado anteriormente, lamenta tu descuido y comienza ahora a tomar consciencia de ella: enciérrate con Dios (al menos una vez al día) mediante la meditación santa. Asciende esta colina y, cuando hayas alcanzado la cima, verás una perspectiva despejada: Cristo y el cielo ante ti. Permíteme traerte a consideración aquel dicho de Bernardo: ‘Oh santo, ¿no sabes que Cristo tu marido es tímido y no se mostrará familiar en compañía? Retírate mediante la meditación a tu habitación, o al campo, y allí tendrás los abrazos de Cristo’”.436

      Guárdame de falsedad, tu ley, en gracia habite conmigo; El camino de la fi delidad escojo, Tus preceptos son mi guía.

      Me aferro a tu verdad, oh Señor; de la vergüenza líbrame; En alegre obediencia viviré, por la fuerza por ti otorgada.437

      La ley de Dios, directa o indirectamente, trata al mundo y la vida de todo individuo. Los teólogos protestantes han escrito mucho sobre las diversas aplicaciones y usos de la ley en la vida de sociedad en general y en las vidas individuales de incrédulos y cristianos. La teología protestante clásica propone un triple uso de la ley: el usus primus (“uso primero”), o uso civil de la ley en la vida y asuntos de estado y sociedad; el usus secundus (“uso segundo”), o uso evangelizador de la ley como maestra del pecado en la experiencia o proceso de conversión a Dios; y el usus tertius (“uso tercero”) o uso didáctico de la ley como regla de una obediencia de gratitud por parte del cristiano.438Es este último o tercer uso de la ley el que inspira la oración del salmista antes citada, pues él sabe que sólo la ley de