Violencias que persisten. Francisco Gutiérrez Sanín. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Francisco Gutiérrez Sanín
Издательство: Bookwire
Серия: Ciencia política, gobierno y relacions internacionales
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789587844641
Скачать книгу

      Senador de la República. Copresidente de la Comisión

      de Paz del Congreso de Colombia

      Exnegociador plenipotenciario en el Acuerdo de Paz

      con las guerrillas de las Farc y el ELN

       Economías de guerra en escenarios de posacuerdos:drogas en Colombia y los desafíos de la paz liberal

       Ricardo Vargas Meza

      La producción, transformación y exportación de las drogas declaradas ilegales en Colombia se ha caracterizado por su articulación con la confrontación armada como economía de guerra. Las conversaciones y el acuerdo para poner fin al conflicto entre la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Estado colombiano incorporaron el tema, pero su implementación hasta el presente no ha generado, al menos, la estabilización de la economía ilegal; por el contrario, esta sigue creciendo y se comporta como una variable independiente. En los acuerdos se previó un tratamiento diferenciado frente a la historia errática del desarrollo alternativo. Si bien conceptualmente hay avances, se reprodujeron dispositivos y modelos institucionales que repiten esos fracasos. El texto busca explicar esta afirmación y llama la atención sobre la complejidad del escenario de los posacuerdos. Este escenario se ve agravado por la deficiencia institucional, la falta de voluntad política para reformar la estructura agraria, la recomposición del conflicto en manos de organizaciones armadas de origen criminal que prolongan la inestabilidad de territorios dependientes de economías ilegales, a lo cual se agrega la imposición de una lectura sesgada del problema por parte de Washington, que implica volver a los modelos tradicionales de guerra contra las drogas.

      Élites regionales y sectores del Estado central se afianzan por medio de prácticas heredadas del narcotráfico, al desarrollar arreglos que impiden una cultura democrática y encauzar la modernización por una vía autoritaria, a la vez que consolidan códigos propios del patronazgo con una cultura mafiosa. En este escenario de incertidumbre se desenvuelven las expectativas de paz en Colombia.

      El texto se organiza en dos grandes partes: en primer lugar, se presenta una descripción de la actual situación, desde los cambios en la demanda mundial de cocaína hasta el papel de Colombia en ese contexto. Enseguida se aborda el escenario de las relaciones con Estados Unidos frente al tema de las drogas en el período más reciente, y los desafíos que implica el logro de transformaciones razonables, lo que supone una perspectiva nacional del problema. Luego, se da una observación general sobre el mercado internacional de cocaína y se concentra el análisis sobre las preguntas que levanta la nueva geopolítica de las drogas y, dentro de ella, las implicaciones para Colombia, tomando como un caso particular la desconocida situación de Brasil en relación con el suministro de cocaína desde suelo colombiano.

      El segundo gran tema es el complejo vínculo seguridad/desarrollo, el cual ha tenido muy poca atención en Colombia. Se abordan enseguida los desafíos para un cambio de la economía ilegal a partir de una síntesis de la historia del desarrollo alternativo. Como medio de contrastación del caso colombiano, se describe la experiencia de Tailandia en desarrollo alternativo y luego los retos que se propuso el acuerdo para el fin del conflicto de La Habana. Enseguida, se observan los principales problemas del vínculo desarrollo/seguridad a escala conceptual y en la realidad colombiana, con énfasis en el asesinato de líderes sociales. Finalmente, se extraen algunas conclusiones.

      Los datos más recientes relativos a la producción, el tráfico y el consumo de drogas apuntan a una expansión global del mercado de cocaína en el mundo entero.

      Según el último Informe mundial de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas del inglés), el consumo de cocaína parece estar aumentando en los dos principales mercados; a saber: América del Norte y Europa1. La prevalencia del consumo en la población en general y las pruebas realizadas en el entorno laboral indican que el consumo de esa sustancia aumenta en los Estados Unidos (EE. UU.). Según la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), la disponibilidad muestra un incremento fuerte entre 2015 y 2016, hasta alcanzar niveles como los registrados en 20072. De acuerdo con la DEA, Colombia continúa actuando como la fuente mayoritaria de la cocaína incautada internamente. Según el Programa de Identificación de la Cocaína (CSP, por sus siglas en inglés), en el 2016, aproximadamente el 92 % de las muestras de cocaína tuvieron como origen Colombia; seguido de Perú, con un 6 %, y el resto considerado de origen desconocido, con tan solo el 2 %.3

      De acuerdo con la UNODC, en el caso de Perú, la tecnología de refinamiento que se detecta en la cocaína incautada sugiere que es manipulada por procedimientos propios de los colombianos, lo que puede implicar que se importe a Colombia pasta básica de cocaína (PBC) desde Perú o que colombianos controlen laboratorios dentro de Perú4.

      Además, en concordancia con el incremento de áreas de coca desde 2015, Colombia continúa siendo el mayor oferente de cocaína para Europa; así, presenta un incremento del 67 % en los informes que hacen seguimiento al ingreso de esa sustancia5. La cocaína es la droga estimulante ilegal más consumida en Europa, con mayor prevalencia en los países del sur y el oeste. Entre los consumidores habituales, puede hacerse una clara distinción entre los consumidores más integrados en la sociedad, que suelen inhalar polvo de cocaína (clorhidrato de cocaína), y los consumidores marginados, que se administran cocaína por vía parenteral o fuman crack, a menudo junto con opioides6.

      No obstante, uno de los problemas más recurrentes en el balance sobre participación de Colombia en el mercado mundial de la cocaína es la reducción de los análisis a lo que sucede en Estados Unidos. La narrativa más divulgada señala que los narcos colombianos han sido reemplazados por los grupos mexicanos que hoy en día monopolizan la distribución local en todo el territorio estadounidense. Sin embargo, el Informe de la UNODC de 2017 reconoce una presencia importante directa de colombianos en la distribución de cocaína en la costa Este. La narrativa del “reemplazo” no aclara tampoco los términos de las transacciones entre organizaciones criminales de México y Colombia.

      Esta narrativa es políticamente aprovechada por entidades colombianas encargadas de reprimir el tráfico (incautaciones, extradiciones, etc.) para señalar que esa sustitución de grupos colombianos por mexicanos obedece al éxito de las tareas de interdicción y, en general, a la represión a los grupos asentados en Colombia. En consecuencia, se dice, los narcos colombianos han quedado circunscritos a suministrar cocaína a los mexicanos y a buscar cómo salir de su producción, al promover mercados dentro de Colombia, sobre todo en las principales ciudades.

      En contraste, la demanda de cocaína se ha expandido y complejizado en cuanto a rutas o puntos de tránsito, y abarca de manera importante, además de Europa, mercados recientes en Asia, África y Oceanía, lo que implica una gran diversificación de las estructuras que controlan el comercio global y que abarca mucho más de lo que representa el mercado de Estados Unidos.

      La demanda mundial se caracteriza por una fuerte diversificación de los mercados, la ampliación de rutas y la configuración de nuevas dinámicas de redes transnacionales que se distinguen por ser consorcios que ya no se definen por pertenencias nacionales, sino por el grado de control de rutas, contactos, capacidad de soborno y relacionamiento con autoridades de países de tránsito. En ese contexto, Estados Unidos solo representa un tercio de toda la demanda mundial. La distribución que oficialmente ofrece la Oficina de la Política Nacional para el Control de Drogas de Estados Unidos (ONDCP, por sus siglas en inglés) se muestra en la tabla 1.

      De