– Eres ciertamente un Quijote, mi querido Carlos. Si piensas que la integridad te allanará los caminos de tu función pública, estás equivocado.
– La corrupción es como un fractal que se repite en diferentes escalas desde el ciudadano común al presidente, un vicio endémico más intoxicante que la heroína; es imposible pararla de golpe. La adición es tan grande que al eliminarla de golpe produce el “síndrome de abstinencia”. Y eso es muy peligroso...
– No entiendo a qué se refiere. Contestó el Presidente entrecerrando sus ojos tártaros.
– Cuando un grupo paladea un tren de vida de las mil y una noches, como ese grupo que comentabas dedicado al narcotráfico, o grupos sindicales vendidos a los dueños del poder, con dinero que ingresa por arte de magia, sin más esfuerzo que pertenecer a ese grupo y consolidarlo, ¡no se van a quedar tan tranquilos si le cortas el suministro! Mantienen sólidos lazos de complicidad que se tensan como cables de puente colgante si olfatean problemas, con un exagerado poder mortífero latente, vinculaciones internas y externas que entran en juego al menor indicio de perder el queso, como tú lo llamas. Y sobre todo, no soltarán el bocado porque están enviciados. Tu vida no valdría un centavo si ven amenazada su estabilidad económico-social.
– ¿Qué haría Jesús en ese caso?
– ¿Jesús…? Humm… ¡Jesús los sacaría a latigazos! ¿Acaso tú no has leído la Biblia?
– De punta a punta; pero usted la interpreta mejor.
– Parece que esto va en serio...
– Si lo duda, será mejor que regrese a España…
Fue la cruda respuesta que recibió el Dr. Ezequiel Arenales del Presidente de Andinia, con firmeza y seriedad tal, que pareció no reconocer en ese hombre al muchacho que tantos años vivió en su misma casa. Permaneció unos instantes en silencio, asimilando el peso potencial de la decisión.
– Me gusta… Tienes fe, y aunque algunos oponen la fe a la razón, es posible tener fe solamente si se tiene previamente razón. Respondió gravemente agarrándose la barbilla y entornando los ojos.
– Pensé por un momento que podría ser una idea peregrina que pasó por tu cabeza y te pareció interesante; pero veo que no confundes deseo con decisión. Acabas de tomar una decisión madurada y asumida en sus implicancias éticas y de riesgo. ¿Es así o me equivoco?
– ¡Aseguro a Ud. que moriré antes de dejar de cumplirla!
– Caray… Estas metiéndote en una peligrosa operación sin evaluar los costos.
– ¿Qué costos?
Todo tiene su costo. Tendrás costos políticos, costos de popularidad, costos de trabajo, costos de riesgo personal, costos de...
¿Crees que Jesús evaluó sus costos antes de comenzar sus tareas?
Por los resultados que tuvo… No lo creo. Pero tú no eres Jesús…
Entonces… ¿Por qué perdemos el tiempo evaluando algo que “Él” nunca evaluó?
– Aunque no soy Jesús, él dijo: Toma tu cruz y sígueme…
– ¿No estarás pensando hacer un gobierno religioso, al estilo de Komeini?
– Es muy diferente. Ni siquiera pienso hacer una utopía, sino algo humanamente realizable. Solamente proyecto inspirarme en la palabra de Jesús para gobernar, poniendo al hombre como referencia. No impondré ningún tipo de religión. No se preocupe, no le quitaré el puesto al Capellán.
– Una vez leí en un antiquísimo libro de la sabiduría china algo que me hizo pensar… decía algo así: “Si alguien pretende tomar el mundo y cambiarlo, es improbable que lo consiga. El mundo pertenece al espíritu, por lo tanto no debe ser manipulado. Quien intenta cambiarlo, lo arruina, quien pretende conservarlo lo pierde”.
– Ese fulano sabía lo que decía…
Capítulo 10
Intihuasi – Andinia
La puerta de roble con hermosos cristales biselados se abrió lentamente para dejar paso a un joven mestizo. Llevaba ufanamente dos tazas de humeante café y unas tortillas de maíz recién asadas. Ambos guardaron silencio.
El Dr. Ezequiel juntó sus manos y las apoyó en su argéntea barba, pensando cómo podría funcionar un gobierno “absolutamente honesto” en Andinia. La puerta volvió a cerrarse con suavidad.
El Dr. Arenales, mirando fijamente al Presidente le dijo: – ¿Has tomado alguna medida gubernamental que yo no conozca?
– Solo una. Hoy cumplo diez días de gobierno y esperaba su llegada.
– Desde que acepté la candidatura, usted estaba a mi lado. Solo puedo confiar plenamente en quien fue mi segundo padre y mi maestro… Y sé que me quiere como a un hijo.
– Tú “eres” mi hijo. No creo que exista en el mundo un padre más realizado que yo. ¿Qué medida de gobierno has adoptado?
– Mi comida.
– ¿¿¿La qué…???
El Dr. Arenales quedó perplejo y sonriente.
– La simple y diaria comida.
Otra vez la puerta se entreabrió y la pelirroja cara del Rafa Fischer apareció por unos instantes, esfumándose al ver que Carlos Altamirano tenía visita.
– Oye… Ese que asomó la cara, ¿no es acaso uno de los jefes de la guerrilla?
– Ahá… Además de antiguo amigo es un hombre que orientó sus ansias de justicia por la violencia, pero hemos hablado y ahora tenemos lo que podría llamarse un compás de espera. Pero sigamos con lo nuestro, ya habrá tiempo para tratar el tema de los guerrilleros.
– Bien… Hablábamos de la comida.
– Una vez leí una frase que me fascinó por su simpleza y verdad.
– Decía que, para saber si un gobierno era digno representante de su país, únicamente hacía falta saber lo que viste y come.
– ¡Esa es nueva para mí! Respondió intrigado el asesor.
– Si yo comiera a diario Caviar Malossol de grano grueso, con Champagne Dom Perignon, Langosta a la Cardinal con salsa Mornay, Bogavante a la Newbourg, Salsa Périgord, Consommé de nidos de salangana, Carlota Plombières, regado abundantemente con Château Lafite-Rothschild y Château Yquem, y otras exquisiteces foráneas, servido por mozos en vajilla Imperial china, empaquetado como un figurín del jet set en un fastuoso smoking parisino, con manicura y peluquero personal para “hacer rostro”, codeándome con la crema social en cuanta festichola se presente y paseando por el mundo en mi Jet presidencial con una comitiva de amigotes y amiguitas mostrando su “fashion show”… mientras mi pueblo descalzo come a duras penas maíz pisado con papas y, de vez en cuando, un trozo de oveja; mientras los ancianos fallecen desnutridos por falta de presupuesto y mientras los niños sobreviven tirados en la calle.. ¿Qué pensaría Ud…?
– ¿La verdad? Que se te subieron los humos a la cabeza.
– No solamente eso. Lo esencial sería muchísimo más grave: Que “miro para afuera”. Que me he desentendido de mi pueblo… Que dejé de ser el Presidente para ser una sanguijuela vende patria. Un verdadero traidor a la Patria. Eso sería lo gravísimo. Que me he desentendido de mi pueblo.
– Entiendo… Respondió con una sutil sonrisa el Asesor Presidencial.
– Así que comeré a diario y comeremos en todas las reuniones que exija el protocolo, solamente productos de Andinia, preparados a la manera ancestral, con vestimenta sencilla, diseñada