Aunque algunos elementos del yoga están profundamente entrelazados con la tradición hindú, otros no. En los textos antiguos encontramos algunos indicios de que, como práctica, el yoga transciende la cultura, el tiempo, el espacio y lo que ahora llamamos religión. (9) Aunque el yoga pertenece a la India, y está arraigado en los sistemas de pensamiento hindúes, se ha comprobado que es muy adaptable, y que es practicado en cada continente por personas de distintos orígenes y diferentes perspectivas culturales. Lo extraordinario de esto es que de las millones de personas que practican yoga con regularidad, muchas obtienen los mismos resultados: se sienten mejor y con mayor claridad mental, están más saludables y, en muchos casos, sienten un propósito claro en sus vidas. Esto es un indicio de lo que fue la base de la tradición hindú (llamada el sendero eterno, o Sanatana Dharma) antes de recibir el nombre de hinduismo. Más allá de las deidades y de la reencarnación, el hinduismo se nutre de la idea de que cada ser tiene un propósito esencial, y que debemos esforzarnos por vivir de tal manera que ese propósito se realice a lo largo de nuestras vidas. La forma en que yo veo el yoga parte desde esta perspectiva.
En este mundo hay tantas cosas que nos dividen, como la política, la religión, los deportes y todas nuestras opiniones, ideas y juicios personales. Es raro encontrar algo que nos conecte entre nosotros. El yoga es una de esas cosas. Tiene la habilidad de ayudarnos a superar esas distinciones partidarias porque brinda claridad mental, compasión, empatía, amabilidad, amor y cuidado desde sus raíces; son emociones y estados mentales que trascienden la religión, las distinciones y las cosas que nos separan de los demás. Son las cosas que nos conectan, o que nos recuerdan nuestra capacidad de conexión, a diferencia de las cosas que nos dividen. Por supuesto, no siempre vemos esto reflejado en el mercado del barrio; pero en los resultados que experimentan las personas que practican yoga, los beneficios son fundamentalmente los mismos. Esto me resulta muy interesante, y es una de las razones que me llevó a preguntar: “¿Cuál es el mecanismo intrínseco que permite que el yoga funcione para tantas personas distintas, independientemente del tipo de yoga que practiquen?”.
LA PALABRA YOGA
La palabra yoga tiene muchos significados. Algunos de ellos son: “unión”, “concentración”, “un camino” y “relación”. La palabra deriva de la raíz verbal yuj, que significa “ligar o unir”, y esta es la razón por la cual se la asocia, con frecuencia, a la idea de unión. El gramático de sánscrito antiguo, Panini, escribió que había dos maneras de definir la palabra yoga, según su uso. La primera es yujir yoge, que describe el acto de unir o ligar: por ejemplo, la unión de un buey a un carro. En las primeras enseñanzas del antiguo canon del Sanatana Dharma, los Vedas, la palabra yoga tenía este sentido. Pero para la práctica del yoga, que fue clasificada como una disciplina espiritual en los años posteriores, durante la era de los Upanishads (800-500 a. C.), la derivación correcta es de yuj samadau, lo que significa, aproximadamente, que el yoga es una forma especial de concentración, que se denomina samadhi. (10) Samadhi significa “absorción”, y describe la tendencia natural de la mente de ser absorbida por las cosas, ya sean pensamientos, objetos, trabajo, ideas, un interés romántico o metas. Si hablamos de cómo la mente se puede absorber por búsquedas espirituales, se dice que la mente toma la forma de aquello que contemplamos, y con el tiempo, ese profundo nivel de absorción nos lleva al discernimiento y a la experiencia de nuestra verdadera naturaleza. En el nivel más profundo del samadhi, uno obtiene conocimiento del propio ser interior.
LA CONCENTRACIÓN
Hace alrededor de 1200 a 2000 años, un sabio (rishi) llamado Patanjali recolectó las enseñanzas existentes del yoga y las sistematizó en forma de sutras. La forma de autoría del sutra implica que el autor no creó un sistema y escribió una obra original, sino que compiló las enseñanzas, las prácticas y los métodos que ya existían, agrupándolos o codificándolos bajo un encabezado. Existen seis escuelas filosóficas en el hinduismo, y cada una incluye sutras que contienen su sabiduría. (11) Para el yoga, el texto es el Yoga Sutra de Patanjali, y comprende 196 sutras. Un sutra es una oración breve, unas pocas palabras que abarcan un enorme significado. Los comentarios que ofrecen los otros sabios y santos completan los detalles y desarrollan los puntos más refinados de lo que el sutra realmente dice, porque con frecuencia son bastante difíciles de comprender de forma literal.
Patanjali explica en su Yoga Sutra que el samadhi, el estado más elevado de concentración, es un término técnico para la habilidad innata de la mente de ser absorbida por su objeto de contemplación. La obra de Patanjali no solo es la única presentación del yoga, sino que además es una de las más completas. Otras presentaciones del yoga que vinieron luego de Patanjali tienen diferentes finalidades, pero todas tienen una cosa en común: concretamente, la idea de que para poder alcanzar tus metas necesitas ser capaz de enfocar tu mente en algo. Patanjali define yoga en el segundo sutra de su libro como la habilidad de eliminar selectivamente todos los pensamientos inoportunos o los movimientos que ocurren en la mente y elegir dónde quieres que esté tu mente, o hacia dónde quieres enfocarla. (12) Como me dijo mi profesor de sánscrito Vyaas Houston, el Yoga Sutra nos ofrece un mapa de ruta hacia la consciencia interior. Estos breves y concisos aforismos, que albergan un enorme significado, nos guían hacia capas más y más profundas de nuestra mente, nuestra consciencia y nuestra realidad. Muchas de las enseñanzas que contienen los sutras –muchas de las cuales discutiremos en este libro– siguen siendo increíblemente relevantes para nosotros hoy. ¿A qué se debe esto? A que, creo, la mente que tenemos hoy no es tan distinta a las mentes de las personas de hace dos mil, o incluso cinco mil años atrás. Sufrimos, luchamos, experimentamos dicha y deseo, y preguntamos, investigamos. La búsqueda de conocernos a nosotros mismos, de cuestionar quiénes somos y lo que estamos haciendo aquí no es nueva para nosotros; realizar estas preguntas es, de hecho, una parte intrínseca de nuestra naturaleza, y es su impulso lo que llevó a las personas a crear sistemas de yoga miles de años atrás, y ese mismo impulso lleva a muchos a practicarlo hoy.
Los comentarios más tempranos del Yoga Sutra fueron escritos por el antiguo sabio Vyaas (un Vyaas diferente de mi profesor de sánscrito). En su comentario, describe cómo la mente posee cinco patrones básicos, o estados. (13) Podemos ver con claridad que estos cinco patrones no han cambiado para nada en estos dos mil años. Los primeros dos estados no son propicios para la práctica del yoga, pero los últimos tres sí lo son. Sin embargo, solo los dos últimos estados favorecen el samadhi, o la completa concentración. Podemos describir estos estados como:
1. inquieto
2. aturdido
3. distraído
4. unidireccionado
5. totalmente inhibido
Una persona con la mente agitada nunca querrá practicar yoga, porque no podrá mantenerse enfocada durante ningún período de tiempo. La mente salta de aquí para allá, nunca se encuentra fija ni siquiera por un momento, como si padeciera un Trastorno de Déficit de Atención (TDA). Conozco a muchas personas con TDA que son muy productivas y exitosas, pero tienen problemas con la práctica del yoga de forma consistente, y con frecuencia encuentran que las prácticas como la Meditación Trascendental (MT) son más accesibles para ellas. Una persona con una mente aturdida está obsesionada con sus problemas, y rumia, da vueltas y se mortifica con sus pensamientos. Todos hemos experimentado un problema, un conflicto, una pena o una decepción que se convierte en la única cosa en la que podemos pensar, a veces hasta el punto de que nuestra familia o nuestros amigos nos sacuden y nos dicen “¡Supéralo de una vez!”. La mente aturdida la pasa muy mal en cualquier tipo de práctica contemplativa, o al hacer cualquier cosa, en realidad, a excepción de obsesionarse con sus propios problemas. El trastorno obsesivo compulsivo es un ejemplo extremo de una mente aturdida.
La mente distraída –una extraña descripción de la mente de un practicante espiritual– es el estado de la mente de la mayoría de aquellos que practicamos yoga. Somos capaces de concentrarnos por breves períodos de tiempo, pero enseguida volvemos a la distracción. Este es un estado de la