—¿Como si la tuviese que regar?
—Esa es la actitud.
Llovía bastante, Mathew llamó a su puerta, Sam o, mejor dicho, K, cogió el brazo de su hijo y desaparecieron en mitad de la lluvia.
CAPÍTULO 3
¿RECUERDAS?
Era una mañana bastante soleada, Juliana se despertó en su cama, como si ninguna historia recordase. Nir pensando en el motivo por el que hacían esto, y Susan estaba abajo con el desayuno preparado.
—Buenos días —dijo Nir cuando se sentó a desayunar.
—Buenos días —dijeron ambas.
—¿Estás bien, cariño? Te veo desconcertada.
—Sí, mamá, solo ha sido una mala noche de insomnio.
—Ya sabes, Juliana, los exámenes finales —añadió la tía.
—Es verdad. ¿Y cómo los llevas?
—Tía Susan, ¿puedo hablar un momento contigo?
—Claro.
Se fueron a la sala de al lado.
—Dime.
—No sé, así mamá parece que le falta un tornillo, no la veo que sea ella.
—¿Por qué lo dices?
—¿Tú la has visto bien? —Ambas se la quedaron mirando, mientras ella seguía desayunando.
—Pues yo la veo muy normal.
—Ya, pues cuando se acuerde cogerá un cabreo de la h...
—Oye, Nir, se lo prometimos a tu madre —le dijo la tía.
—Lo sé.
—Pero ese accidente ya pasó, Nir. No, no sabes hasta qué punto, no puede recordar, ella controla esa fuerza demasiado rápido y podría... —dijo Susan con cierta preocupación.
—Acabar como ha acabado —interrumpió—. Sí, y tenemos que evitarlo, hasta que... —Nir intentando recordar.
—Que K encuentre una solución —acabó de decir Susan.
— Lo sé, tía... Por cierto, Sam me dijo que te regara antes de salir.
—Vale, te has pasado. —Ella se fue alejando de su tía con una peculiar sonrisa.
—¿Qué cuchicheáis? —preguntó Julie.
—Nada, mamá, que la tía me estaba aconsejando para que no me vuelva a coger insomnio.
—Ahh, yo sé unos remedios.
—¿Sí, mamá?, pues si eso me los cuentas luego que me tengo que ir.
—¿Tan pronto?
—Claro, a estudiar.
—Tía Susan, puedes venir —dijo Nir, la acompañó hasta la puerta.
—Vale, sí la veo que se ha quedado un poco espesilla, pero se le pasará pronto, tú ten cuidado que estás...
—Sí, en la fase más peligrosa de mis efectos sensitivos.
—Vale, es que no quisiera que te pasase lo mismo que a Julie —Mientras Susan temía que la historia se repitiese otra vez.
—Lo sé —le dijo Nir agachando la mirada sin recordar mucho lo sucedido.
—¿Sabes que fuiste muy valiente? —Cuando Susan le tocó el brazo, haciendo que Nir volviera a mirarla.
—¿Sí? —preguntó Nir extrañada sin apenas recordar lo sucedido.
Juliana se acercó con entusiasmo, expectante, detenidamente, a lo que hablaban.
—¿Qué pasa? Sí que estáis hoy muy confidenciales.
—Sí, hay días y días —dijo Susan con cierta paciencia.
—Que vaya bien el día —añadió Juliana.
Nir salió a la calle, se puso su música y empezó a correr, Juliana se quedó con Susan, sentadas dentro de la casa, Julie se fijó que no llevaba cartera y comentó:
—¿No iba a estudiar?
—Sí, tiene los libros en la taquilla.
—Ahh vale —le dijo Julie con una amplia sonrisa despreocupada.
Nir necesitaba despejar la mente, demasiados cambios en poco tiempo, intentaba encajar toda su información para no volverse loca. Algunos Feels bajaban en esta Tierra para cumplir misiones, ella para lo que llevaba en su vida terrenal ya había vivido bastantes, nunca le pareció buena idea regresar adonde sucedió todo, podía recordar al detalle todo lo que pasó aquel día.
La mañana era bastante fría para ser temporada de calor, andaba con rápidez, se sentía abrumada, fue frenando el ritmo poco a poco cuando vio a un hombre derrumbarse en mitad de la acera. Nir se acercó corriendo mientras una señora llamaba a emergencias.
—Es mi marido, ¡ayúdeme!
Nir, sin pensarlo, se puso enfrente de él, colocó sus manos en el pecho del hombre, sacó una imagen proyectada del corazón en forma de energía, se veía de una luz rojiza, mientras recolocaba lo que tenía que poner en funcionamiento para que volviese a latir el corazón, lo introdujo en su interior de nuevo.
—Vale, señora, ha sido un paro cardíaco, solo le he vuelto a recolocar su funcionamiento energético, dura unos minutos hasta que venga la ambulancia y lo restablezca. —El señor empezaba a respirar con normalidad.
—Gracias.
La ambulancia se paró a socorrerlo, Nir se levantó del suelo, y alguien la cogió del brazo y la apartó.
—Nir, ¿qué te tengo dicho?
—¡Hola, Aim! —Se quedó casi sin palabras, sorprendida después de... —Cuánto tiempo sin verte. Solo estaba echando una manita a alguien que me necesitaba, en cambio de ti que estás...
—¿Qué insinúas? ¿Que no hago nada?
—¡Oye, tampoco te pongas así!, la señora como mucho ve que hago un movimiento de manos, no ve el órgano energético sobrevolando el pecho del señor. —Empezó andar sin importarle mucho su regreso.
—Oye, ¡¿a dónde vas?! ¡No hemos acabado de hablar!
—¡Pues yo sí!, no necesito a una niñera que me cuide, estoy muy bien sola.
—¡Espérate, Nir!
—Mira, me hace mucha gracia que aparezcas ahora. ¿Y por qué no hace cinco años?
—Porque ahora es cuando me necesitas.
—¿Sí? Mira en tus sueños, Aim.
—¡Deja de llamarme así!
—¿Qué pasa, que te has cambiado de nombre?
—No.
—¿Y entonces...?
—Que suena muy raro dicho terrenalmente.
—Patético. ¿Te avergüenzas de tú nombre? —dijo intentando entender su comportamiento.
—¡No!
Nir se paró en seco y se giró hacia él.
—Dime, Aim. ¿Cuánto tiempo llevas en la Tierra?
—¿Y a ti qué te importa?
—Vale, ya me has dicho mucho... Mira, Aim, yo no necesito tu ayuda, me sé apañar muy bien con mi tía,