Casa propia. Ernesto Garratt. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Ernesto Garratt
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Книги для детей: прочее
Год издания: 0
isbn: 9789563651928
Скачать книгу
dejando detrás de mí una explosión corta y sorda que nadie ni nada es capaz de detectar a esa hora de la mañana, porque bien pudo haber sido un pedo de un enfermo de gastritis.

      Son aún las 7:15 cuando aterrizo en el techo de los baños del liceo. Fue un vuelo perfecto de ocho segundos arriba del aire avanzando como una bala de cañón cuyo único fin es destruirlo todo y a todos. Nunca había volado así, con mi odio querido guiándome como una estela negra en la claridad.

      Arriba del techo me cruzo de piernas como lo haría un maestro hindú y levito en medio de la sombra que me brindan las ramas de los espinos gigantes que crecen a los pies de los bebederos. Floto a dos palmos del techo de latones: un montón de cuadrados metálicos unidos sin mayores terminaciones ni cariño ni trabajo. Es lo que el profesor de biología, el “negro” Meléndez, Augusto Meléndez, llamaría “la ciencia de lo impreciso”. Chile sería el epicentro de esa ciencia, según nos ha recalcado en clases. Y así lo hará de nuevo Meléndez en una hora más, cuando estemos todos los del 4to “C”. ¿4to “C”?, conchetumadre, cómo ha pasado el tiempo, en el salón en la primera clase del último año, el último año, ya listos para ser lanzados a fines de diciembre a la Prueba de Aptitud Académica, y luego al vacío de un precipicio que veo en la mayoría del futuro de mis compañeros y compañeras de clase. Sin puntajes, sin profesión, sin futuro. Todos tendrán un futuro sin futuro. Incluso, a veces aparece el mío en esos encandilamientos que me dejan en trance unos segundos y con un dolor de cabeza abombado.

      Sigo levitando en el techo y bajo la cabeza para hacerme sonar el cuello. No lo logro, pero aprovecho la frustración para mirar en el techo metálico algunas plumas de palomas, espirales de mierdas producidas por esas ratas del aire que ensucian el vuelo de personas como yo, aunque no creo que haya alguien como yo, pienso y me río de la idiotez que acabo de pensar... y, bueno, bajo, miro las plumas, la mierda, la suciedad, muchas ramas secas, muchísimas, y termino de concluir que nunca nadie piensa en los techos. El techo es simplemente una definición en porción: acotada, que considera solo un lado porque nadie piensa en el techo que contemplo ahora cuando dice la palabra techo. Hasta yo lo haría, ¿no? Solo se piensa en el cielorraso blanco que hay dentro de las casas cuando decimos techo. Quiero decir, uno solo piensa en un lado de las cosas la mayor parte del tiempo y eso es así, pensar en un lado de las cosas, porque cuesta hacerlo en dos o más caras. Nos volveríamos medio locos, o medio videntes, o medio santos, si pensáramos en todos los posibles lados y, además, siempre nos quedamos en la comodidad del cielorraso: blanco sin relieves que arruinen la superficie.

      Nos volveríamos paranoicos si pensáramos o, peor, si supiéramos que ese lado no es el único techo y que arriba hay un techo como el que miro yo ahora desde esta altura: un lugar desprovisto de perfección, inhóspito, desagradable, hasta fétido y que, como nadie se molesta en mirar, sigue así: hecho un lugar de mierda.

      Sigo divagando entre mis pensamientos cada vez más enfermizos cuando escucho voces debajo. Son estudiantes que ya están entrando a clases y vienen al baño a fumar tabaco y a veces un pito de marihuana, antes de la campana de las ocho de la mañana: el tintineo que da inicio a toda la vida escolar. Algunos de los recién llegados, además de fumar el pucho de turno, se ponen un toque de pisco para entrar en calor. Eso dicen, los oigo perfecto desde mi nido oculto, aunque la temperatura de un día de marzo como hoy, en verdad, no es de las más heladas del año. Nadie mira hacia arriba, están distraídos y sin esperanzas: nunca pero nunca los chilenos miran al cielo, jamás, así que las ­posibilidades de ser descubierto por una mirada furtiva son nulas.

      Dirijo la vista debajo del espino del lado derecho y descubro que Silvio, mi amigo Silvio Marinao, viene directo al baño a fumar y ponerse un par de sorbos de pisco en la clandestinidad de los WC. Silvio siempre anda impecable y esta vez el gesto es mayor en su caso: chaqueta nueva, pelo reluciente, zapatos nuevos también, y una camisa que destella blancura y perfecto planchado. Nueva también, qué duda cabe. Todo en Silvio habla de un estudiante renovado, aunque estoy seguro de que sigue siendo la misma mierda de siempre.

      Desde la altura escucho el chasquido de los fósforos encendiéndose, siento el olor a cigarro prendido y veo la humareda azulada que se deshace en mi cara, metros más arriba.

      Конец ознакомительного фрагмента.

      Текст предоставлен ООО «ЛитРес».

      Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.

      Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.

/9j/4QAYRXhpZgAASUkqAAgAAAAAAAAAAAAAAP/sABFEdWNreQABAAQAAAA8AAD/4QN8aHR0cDov L25zLmFkb2JlLmNvbS94YXAvMS4wLwA8P3hwYWNrZXQgYmVnaW49Iu+7vyIgaWQ9Ilc1TTBNcENl aGlIenJlU3pOVGN6a2M5ZCI/PiA8eDp4bXBtZXRhIHhtbG5zOng9ImFkb2JlOm5zOm1ldGEvIiB4 OnhtcHRrPSJBZG9iZSBYTVAgQ29yZSA1LjUtYzAxNCA3OS4xNTE0ODEsIDIwMTMvMDMvMTMtMTI6 MDk6MTUgICAgICAgICI+IDxyZGY6UkRGIHhtbG5zOnJkZj0iaHR0cDovL3d3dy53My5vcmcvMTk5 OS8wMi8yMi1yZGYtc3ludGF4LW5zIyI+IDxyZGY6RGVzY3JpcHRpb24gcmRmOmFib3V0PSIiIHht bG5zOnhtcE1NPSJodHRwOi8vbnMuYWRvYmUuY29tL3hhcC8xLjAvbW0vIiB4bWxuczpzdFJlZj0i aHR0cDovL25zLmFkb2JlLmNvbS94YXAvMS4wL3NUeXBlL1Jlc291cmNlUmVmIyIgeG1sbnM6eG1w PSJodHRwOi8vbnMuYWRvYmUuY29tL3hhcC8xLjAvIiB4bXBNTTpPcmlnaW5hbERvY3VtZW50SUQ9 InhtcC5kaWQ6YWI5N2ZjNGMtNjk0NC00YzFkLTllYzQtMDM4NWRkZDNjNTZlIiB4bXBNTTpEb2N1 bWVudElEPSJ4bXAuZGlkOkFERkYzQ0Y0OTZDOTExRUE5QkFCRUU2Q0QyRjgyODczIiB4bXBNTTpJ bnN0YW5jZUlEPSJ4bXAuaWlkOkFERkYzQ0YzOTZDOTExRUE5QkFCRUU2Q0QyRjgyODczIiB4bXA6 Q3JlYXRvclRvb2w9IkFkb2JlIEluRGVzaWduIENDIDIwMTUgKE1hY2ludG9zaCkiPiA8eG1wTU06 RGVyaXZlZEZyb20gc3RSZWY6aW5zdGFuY2VJRD0idXVpZDowZmViMzQ5Ny00MzIwLTRkNDItYjA2 NC00MWUzY2ZlYzFiMWQiIHN0UmVmOmRvY3VtZW50SUQ9InhtcC5pZDpmMDI0N2MzMy0yMjFhLTQx ZDEtOTIxNC0yMTQyNDcxNmVkYjkiLz4gPC9yZGY6RGVzY3JpcHRpb24+IDwvcmRmOlJERj4gPC94 OnhtcG1ldGE+IDw/eHBhY2tldCBlbmQ9InIiPz7/7gAOQWRvYmUAZMAAAAAB/9sAhAAGBAQEBQQG BQUGCQYFBgkLCAYGCAsMCgoLCgoMEAwMDAwMDBAMDg8QDw4MExMUFBMTHBsbGxwfHx8fHx8fHx8f AQcHBw0MDRgQEBgaFREVGh8f