Anteriormente, la articulacion de Lisfranc forma un perímetro irregular, al estar el segundo cuneiforme atrasado respecto al primero y el tercero, constituyendo así una mortaja que sirve de anclaje al segundo metatarsiano, circunstancia por la que es el más fijo de los cinco. Esta disposición plural y compleja posibilita los movientos helicoidales de supinación y pronación del antepié con varo-valgo del retropié, a la vez que da una gran estabilidad al segundo metatarsiano, que servirá de ayuda a la elasticidad del primero.
Podríamos decir que a través de las articulaciones mediotarsianas se direcciona, estabiliza y orienta el antepié tanto en el momento de apoyo sobre el suelo como en el de despegue, por lo que sus desequilibrios o limitaciones funcionales exigirán mecanismos compensatorios a otro nivel, siendo siempre en forma de torsión o rotación.
La articulación de Lisfranc orienta al antepié en su apoyo sobre el suelo
La estabilidad de la art. mediotarsiana garantiza el equilibrio del retropié
5. Los huesos del mediopié, de menor tamaño y más numerosos, están relacionados tanto en sentido anteroposterior como lateral y son cuadrangulares, unidos por articulaciones planas, y por tanto más preparados para soportar momentos torsionales. Es importante observar que el componente lateral de presión debe ser muy amortiguado, por lo que el arco interno del pie concentra el mayor número de inserciones musculares y tiene más movilidad. Una estructura rígida no podría absorber la presión y se lesionaría.
El arco interno garantiza su resistencia gracias a la elasticidad de sus estructuras y refuerzos musculares
6. Los componentes del metatarso forman segmentos arciformes radiales, sin relación transversa, excepto en la parte proximal, y ganan movilidad lateral a partir del más largo y alto, el segundo metatarsiano, formando por tanto sistemas de trabajo tipo palanca.
Los metatarsianos se organizan anteriormente en estructuras arciformes radiales independientes
Esta interpretación de la disposición ósea nos permite hablar de dos partes o sistemas diferenciados en el pie: uno externo o de carga (calcáneo-cuboides, cuarto y quinto metatarsianos) y otro interno o de impulso y amortiguación (astrágalo, escafoides, cuñas y los tres primeros metatarsianos).
El externo sería un arco de más resistencia pasiva, por lo que en dinámica actúa antes, es decir, a través de él depositamos el pie en el suelo al final de la fase aérea, mientras que el interno podría absorber mejor torsiones al ser más articulado, móvil y musculado, por lo que tiene más protagonismo en la amortiguación y el impulso.
El arco externo absorbe en primer lugar la carga vertical (resistencia) y el interno la amortigua
Si aplicamos estos conceptos arquitectónicos simples al estudio ralentizado de la marcha, resulta además evidente o al menos lógico pensar que el retropié está preparado para un trabajo de resistencia y fuerzas verticales, y el mediopié, para fuerzas de compresión, como cúspide de la bóveda, o de transmisión ante-roposterior y lateromedial durante el apoyo del antepié, que tendría una misión más de adaptación e impulso, a la vez que sus integrantes, al ganar altura desde fuera hacia adentro, y carecer de relación vertical, hacen posible la transmisión de movimientos helicoidales por deslizamiento de los unos sobre los otros.
Ahí desempeña un papel importante la disposición de las cuñas, que transversalmente forman un arco a partir del cuboides.
Los cuneiformes formarían una bóveda “sostenida”
Por tanto, el antepié estaría preparado para transmitir fuerzas en sentido anterior con movimiento cónico radial en el plano transversal a partir de la base del segundo metatarsiano como elemento más fijo y gracias a los movimientos de la art. mediotarsiana permitiría la adaptación a planos con inclinación lateral o anteroposterior, por lo que cabe decir que, en conjunto, la paleta metatarsiana es direccionada desde dicha articulación a modo de adaptador móvil.
Esta disposición ósea es básica desde el momento en que, si todos los huesos estuviesen relacionados en sentido vertical, el pie carecería de estabilidad lateral y de amortiguación o requeriría una base muy amplia. La combinación simultánea en los tres planos del espacio hace posible la resistencia, diversidad y complejidad de sus movimientos.
c a p í t u l o
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EVOLUCIÓN DEL ESTUDIO METATARSAL
Es importante que, antes de proceder al estudio de las alteraciones dolorosas del antepié, comúnmente conceptuadas con el diagnóstico genérico de metatarsalgias, tengamos en cuenta una serie de consideraciones, ya que esta zona del pie, por su importancia durante la estática y la dinámica, puede ser asiento de diversas patologías que con mucha frecuencia están situadas a distancia.
En esta florida patología tiene un papel decisivo la rápida evolución que, como consecuencia del calzado y el sedentarismo, está adoptando el pie. Pocos adultos conservan la capacidad de abrir en abanico los dedos del pie. Su musculatura intrínseca está prácticamente atrofiada por el uso de un calzado compresivo y antifisiológico y por la ausencia de suelos irregulares de manera habitual, donde el pie tienda a desarrollar su potencia y posibilidades reales.
El calzado irracional atrofia progresivamente la musculatura intrínseca del pie e inestabiliza considerablemente la pisada
Claro ejemplo lo supone el músculo abductor del primer dedo, en franca regresión funcional, y responsable, entre otros factores, de la proliferación de hallux y alteraciones del arco longitudinal interno.
Por otro lado, se está fomentando de manera clara el deporte especializado y competitivo, en el que el pie se somete a cargas repetitivas que en ocasiones sobrepasan su límite de resistencia mecánica, apareciendo patologías propias y características de ciertos deportes.
Por este motivo a la hora de hacer una valoracion metatarsal hay que tener en cuenta muchos factores determinantes para, de alguna manera, representar en consulta los gestos o las posiciones que sean más repetitivos o afines