Tibias en varo Tibias en valgo
Retropié varo Retropié valgo
El antepié o región metatarsodigital puede situarse en pronación y en supinación, y los dedos pueden adoptar rotaciones sobre su eje longitudinal en varo o en valgo. Será un antepié supinado cuando a partir de las articulaciones mediotarsianas la planta se eleve internamente, mirando hacia la línea media del cuerpo, manteniéndose el talón en posición neutra. Existirá por tanto una insuficiencia del peroneo lateral largo. Por el contrario, hablaremos de pronación del antepié cuando la región metatarsiana esté situada en rotación externa, es decir, el plano del primer metatarsiano sea inferior al del quinto. Un ejemplo claro es la parálisis del tibial anterior.
Antepié en supinación Antepié en pronación
PLANO HORIZONTAL
En este plano podemos encontrar variaciones del ángulo de antetorsión del cuello femoral cuyo valor normal será de 15 a 18º, siendo el valor de la amplitud del movimiento de la cadera unos 90º, con una rotación externa de 10 a 20º mayor que la interna. Cuando este ángulo esté por debajo de sus valores normales, las rodillas se encontrarán en rotación externa y la rotación interna de la cadera se hallará disminuida. El paciente adoptará una marcha en abducción. El aumento de dicho ángulo comportará la situación de las rodillas en rotación interna y la disminución del ángulo de movimiento de la cadera hacia la rotación externa. El paciente, por tanto, marchará con la punta de los pies hacia adentro o marcha en rotación interna.
Igualmente la tibia puede mostrar variaciones torsionales cuando el eje transmaleolar esté por encima o por debajo de su valor normal, que se sitúa entre los 15 y 20 grados en relación con el plano frontal.
Rotación o movimiento sobre un eje en el mismo sentido entre los dos extremos. Torsión o movimiento contrario entre los dos extremos
La región metatarsiana puede estar en aducción o en abducción según que el eje longitudinal del pie (o línea de Meyer) esté angulado con el vértice externo o interno a partir de la art. mediotarsiana.
Abducción o desalineación del vértice interno de la línea de Meyer. Aducción o desalineación del vértice externo de la línea de Meyer
Los dedos pueden presentar desviaciones laterales (clinodactilias, o abducciones y aducciones). Para las desviaciones laterales de los dedos tomaremos la denominación de abducir o clinodactilia externa para la angulación con vértice interno de los dedos en relación con sus metatarsianos, y la de aducir o clinodactilia interna para el caso opuesto.
Lógicamente estas alteraciones posturales difícilmente las encontraremos de forma aislada debido a la interrelación entre los movimientos de las diversas articulaciones, pero siempre habrá una que sobresalga sobre las demás en intensidad o importancia, que vendría a constituir “el nombre propio” de la alteración, quedando así como “apellido” las de menor magnitud.
Pienso que es importante adoptar una nomenclatura adecuada, pues en el caso del pie, no requiere el mismo tratamiento ni obedece a los mismos factores etiológicos el pie plano-valgo, que el pie valgo-plano, que vendrían a significar dos patologías diferentes y a los que con cierta frecuencia se les aplica la misma identificación.
Clinodactilia o desviación de los dedos en el plano horizontal
Así, un pie valgo puede ser funcionalmente plano, pero, una vez reestructurado el valguismo, los arcos adoptarán una morfología normal o incluso aumentada hacia el cavo; en cambio, un pie plano valgo, aunque se reduzca el valguismo, seguirá presentando una morfología del pie plano.
Como podemos apreciar, tanto la patología como los criterios relativos a la evolución, el diagnóstico y el tratamiento serán diferentes en uno y otro caso.
Tomando como referencia estos posibles cambios estructurales, vemos que las combinaciones son múltiples, así como sus posibles mecanismos acomodativos. En conjunto, la pierna es una columna articulada que permite la flexoextensión, pero que además es capaz de moverse en rotación gracias a la articulación de la cadera. Si nos fijamos en los ejes de movimiento de las articulaciones del tobillo y mediotarsiana, y buscamos un eje común a ellas, comprobamos que también podemos moverlos en 3D: podemos describir un círculo con la punta del pie moviendo simultáneamente en flexión, extensión, inversión y eversión.
Por tanto, nos encontramos ante una columna plurisegmentada con capacidad de flexoextensión en las zonas intermedias, pero de rotación en los extremos. Gracias a ello podemos cambiar constantemente la dirección de la marcha, y simultáneamente el plano del suelo, sin perder el equilibrio. Esta capacidad de adaptación funcional puede verse alterada por disminuciones de la amplitud en sus extremos y, cuando esta disminución no puedan absorberla las articulaciones intermedias, se someterá el conjunto a momentos torsionales. Sólo si medimos sus amplitudes y las comparamos mentalmente a un modelo mecánico, entenderemos mejor su complejidad.
c a p í t u l o
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BIOMECÁNICA DEL PIE
El pie representa un puzzle perfecto, en el que no es posible modificar o aislar cualquiera de sus partes sin influir directamente sobre el resto.
Podríamos considerarlo como un servoamortiguador, dotado de la resistencia suficiente para mantenernos y propulsarnos vigorosamente, pero con la elasticidad adecuada para que el movimiento resulte suave y progresivo. Consistencia que le confieren sus partes óseas, elasticidad que le proporcionan sus articulaciones y componentes fibroelásticos y vigorosidad de que le dotan sus potentes músculos y tendones.
En la fase de apoyo de talón, su esquema mecánico sería de columna, en el momento estático se comportaría como una hemibóveda y en el dinámico sería el equivalente a una palanca, que, haciendo apoyo sobre la porción metatarsodigital, debe desplazar un peso que gravita sobre el astrágalo.