Así, funcionalmente, el fulcro lo constituye una unidad: el antepié, pero mecánicamente lo forman cinco metatarsianos, dos sesamoideos y 13 ó 14 huesos más pequeños representados por las falanges.
Observando la forma y disposición de las estructuras del pie, tanto duras como fibroelásticas, así como de los planos de movimiento articular, y teniendo en cuenta que la forma final es el resultado de la acción y coexistencia de unos factores genéticos sometidos a unas leyes físicas de crecimiento y desarrollo, debiendo cada elemento cumplir unas exigencias mecánicas con un margen de garantía, podemos observar que:
1. En la disposición ósea espacial del pie no existen dos huesos situados en el mismo eje vertical. De esta forma se evita la compresión directa, se gana resistencia y elasticidad y se generan desequilibrios secuenciados que producen movimientos económicos.
2. Los dos huesos de mayor tamaño del pie representan la única estructura vertical y son los más posteriores, por lo que soportan en primera instancia más compresión.
3. El sistema del calcáneo finaliza en dos vectores divergentes de longitud creciente de afuera hacia adentro.
La doble desalineación en un plano vertical y anterior genera un momento de amortiguación y aumenta la resistencia mecánica del retropié
El doble desequilibrio posterior hace que el apoyo del antepié se realice desde atrás hacia adelante y desde afuera hacia adentro
Detalle de la situación de los dos huesos posteriores
Constituye por tanto un arco con poca altura, poco movimiento, pocos músculos y grandes ligamentos, y está sometido a más carga: será, pues, un arco de resistencia.
El calcáneo tiene relación distal tan sólo con el cuboides, y a partir de éste con los segmentos cuarto y quinto. Además recibe carga en sentido vertical desde el astrágalo y la transmite verticalmente hacia el suelo en un plano más externo y posterior, y anteriormente sobre el cuboides. Por tanto, este hueso recibe una gran carga vertical o de compresión que es capaz de absorber a base de desequilibrarse en sentido anterior y lateromedial. Como hemos observado, el calcáneo, al ser comprimido sobre el suelo, cae en sentido anterointerno y esa inercia la transmite al cuboides a través de una articulación en forma de silla de montar, “arrastrándolo” en su caída y propiciando un movimiento hacia la pronación. El momento de giro que produce en el cuboides se aprovecha para empujar lateralmente las cuñas y el escafoides y anteriormente los metatarsianos quinto y sobre todo cuarto, el cual, al tener menor movimiento, se convierte en el elemento anterior más fijo del arco de carga o externo, de ahí que resulte afectado más fácilmente por una sobrecarga que el quinto, que, por su parte, además de ser más móvil, está discretamente apoyado por su apófisis estiloides, donde las inserciones de los peroneos anterior y corto “vigilan” y contribuyen a que el momento de inercia sea siempre anterointerno, contribuyendo así a la estabilidad del pie.
El calcáneo se apoya anteriormente sobre el cuboides, y éste sobre el quinto y cuarto metatarsianos, formando un arco de resistencia o carga
4. El sistema astragalino finaliza en tres vectores divergentes de atrás hacia adelante, de los que el más fijo es el central y el más móvil es el más periférico. Como ocurría con el arco calcáneo, en el astragalino la onda de choque es fragmentada en cada articulación y cada hueso la transmite sobre el siguiente, cada vez más reducida. Es importante observar en esta reconducción de fuerzas la misión del escafoides, cuya forma ovalada ayuda a diversificar más la presión, repartiéndola hacia las cuñas a través de articulaciones artrodiales.
La concavidad posterior del escafoides hace que la presión ejercida por el astrágalo en el momento de apoyo sobre el suelo no se transmita al mismo tiempo sobre los segmentos metatarsocuneales, sino de forma secuencial con un movimiento de barrido interno
El astrágalo se relaciona anteriormente con los segmentos metatarsodigitales primero, segundo y tercero a través del escafoides y de las cuñas. Cuando recibe el peso del cuerpo a través de la tibia, lo dispersa hacia el calcáneo en sentido plantar y hacia el escafoides en sentido anterior. La transmisión de carga en sentido vertical es interna en relación con el cuerpo del calcáneo, al estar parcialmente apoyado en un “voladizo” representado por el sustentáculo del astrágalo (sustentaculum tali). Igualmente, la carga anterior se realiza en un “barrido” gracias a la divergencia interna del cuello astragalino en relación con el cuerpo, estando la polea orientada hacia el segundo metatarsiano, y el cuello hacia el primero. Por tanto, la magnitud de la carga recibida es dispersada en dos componentes.
El astrágalo no resulta comprimido con el peso del cuerpo porque se desequilibra hacia adelante, abajo y adentro, transmitiendo carga hacia el calcáneo y en forma de barrido a la cara cóncava del escafoides
Esto hace que, al ser comprimido por el peso, tenga un doble desequilibrio: plantar y anterior, ejerciendo un cabeceo al “resbalar” sobre el escafoides, que finalmente es mantenido por el ligamento calcaneoescafoideo plantar, situado en forma de hamaca. Si este ligamento fuese un elemento rígido, se fragmentaría con la presión recibida en cada apoyo.
La cabeza del astrágalo se encuentra en forma de “voladizo”, apoyada sobre el escafoides y soportada por el ligamento calcaneoescafoideo plantar, formando un arco de amortiguación
El ángulo de divergencia del cuello astragalino y el choque de su cabeza sobre una articulación ovalada, la cara cóncava del escafoides, también hacen que la presión se transmita sobre las cuñas de forma secuencial hacia el borde interno del pie, con lo que la presión transmitida a la siguiente fila ósea a través de la articulación de Lisfranc resulta fragmentada. Gracias a ello y a formar una estructura aérea, no soportada plantarmente, las cuñas, a pesar de su menor tamaño y su menor movimiento entre sí, pueden soportar la carga con garantía mecánica y a la vez transmitirla hacia los metatarsianos.
El desequilibrio del astrágalo y del calcáneo es transmitido a la siguiente línea ósea en sentido medial a través de lo que sería la parte aérea de la bóveda