NUEVA
PANGEA
JESÚS MARTÍN CERVERA SÁNCHEZ
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Nueva Pangea
© Del texto: Jesús Martín cervera Sánchez
© De esta edición: NPQ Editores
Primera edición: Abril, 2020
Impreso en España
Los papeles que usamos son ecológicos, libres de cloro y proceden de bosques gestionados de manera eficiente.
ISBN: 978-84-121964-2-9
Depósito legal: V-877-2020
NUEVA
PANGEA
JESÚS MARTÍN CERVERA SÁNCHEZ
NOTA DEL AUTOR
Antes de adentrarte en esta intrigante y espero revolucionaria aventura, deseo darte las gracias de todo corazón por adquirir mi libro y me gustaría explicarte que tanto los nombres como los lugares o las situaciones que aparecen en este libro, son ficticias, pues cualquier parecido con la realidad será pura y mera coincidencia. Por supuesto, mi deseo es no ofender a ninguna raza, credo, etnia, religión o pensamiento. Ya que mi anhelo es que disfrutes tranquilamente descubriendo el origen de Nueva Pangea y cómo los humanos que la habitan, lidiarán entre unirse a una raza superior a ellos o enfrentarse a su total extinción.
«Cuando uno no tiene
talento, debe usar su empeño».
J. M. CERVERA
PRÓLOGO
Antiguamente, siempre se había contado la historia de que en el pasado de nuestro planeta tierra, mucho antes de la llegada de la humanidad e incluso de la vida misma, hubo una gran y espantosa guerra entre unos seres superiores que se hacían llamar ángeles contra otros ángeles —caídos u oscuros— a quienes se les acabaría conociendo como demonios y que lucharían por el absoluto control del planeta y de todo el poder. También se supo que un ser todopoderoso llamado Dios impuso la paz y el orden con su tremendo y portentoso poder, pero ahora, en el presente, todos esos pensamientos han sido revocados radicalmente de la historia, pues en el año 2050 después de Cristo, la tierra estaba al límite de su desaparición. El ser humano había destrozado y maltratado el planeta, con su egoísmo, avaricia e intolerancia. Y en ese momento, unos extraterrestres llegaron a nuestro planeta desde el espacio profundo y en son de paz, se hacían llamar Dhaibukys y eran increíblemente parecidos a nosotros los terrestres, con dos únicas diferencias: el ser humano solo usa el quince por ciento de su cerebro y los Dhaibukys, el noventa por ciento; además, ellos eran inmunes a nuestras enfermedades y dolencias, lo que les había permitido avanzar muchísimo tanto en medicina como cultura, tecnología, ciencia, ética, etc. Este hecho provocó que la humanidad abriera realmente sus ojos a las estrellas y entendiera que no estábamos solos e incluso comprobamos que éramos una raza terriblemente inferior, comparada con las que predominaban en las galaxias. Estos forasteros interestelares explicaron a los terrestres que venían a ayudar a la humanidad a progresar y nos enseñaron cómo salvar el planeta tierra pues nos entregaron importantes avances en la ciencia y medicina, y adiestraron a la humanidad para tener gobernantes y leyes más justas para todos. Ellos sabían quiénes habían sido los creadores de vida, aunque aún deberíamos esperar un poco más y evolucionar como pueblo si queríamos conocer toda la verdad que escondía el universo para nosotros. Después de cinco años preparando y enseñando a la humanidad, los Dhaibukys decidieron que era el momento de volver a marcharse, pero antes de ello, nos dejaron una pieza trasparente con forma de rombo en la que había una dentro una pequeña esfera de color azul oscuro, hecha de un material desconocido e indestructible muy parecido al cristal, a la cual los Dhaibukys llamaban el alma Primus, en cuyo interior estaba escrito un texto incomprensible para el humano. Los Dhaibukys dijeron a la humanidad que no desesperara pues tarde o temprano llegaría alguien capaz de abrirla y, más tarde, otra persona capaz de entender los misteriosos escritos, y este hecho indicaría que había llegado el momento en el que la humanidad debería decidir entre evolucionar o acabar desapareciendo por completo.
Nos ubicamos en el año 3520, en la majestuosa Vía Láctea, en un hermoso planeta antiguamente llamado Tierra, ahora Nueva Pangea. Con la tecnología que nos habían regalado los extraterrestres, todos los continentes estuvieron moviéndose despacio y evolucionando para adaptarse a lo que ha acabado siendo un planeta hermoso, lleno de vida, con una vegetación frondosa, un clima que se adapta a la necesidad de cada parte de su ecosistema y unas vistas capaces de cautivar a cualquier persona por muy exigente que fuera. En él, solo existe un único y extenso continente llamado Kenorland, distribuido en diez regiones:
•UR: La región central del planeta —desde la que se puede ir a cualquier parte—, considerada la más importante por disponer de la ciudad de Sion.
•Baltica: Pequeña región con un gran arraigo a la antigua cultura asiática.
•Laurentia: Los habitantes de esta región son fervientes religiosos que viven en una de las zonas más frías del planeta.
•Gondwana: Considerada el pulmón del planeta por cómo se ha mantenido su vegetación a pesar de las ciudades.
•Laurasia: La otra región helada del planeta, para vivir en este lugar debes creer en la ciencia y amarla mucho.
•Paratetis: A pesar de su clima desértico, las ciudades de esta región mantienen viva tanto la tecnología como la ludopatía.
•Euramerica: El otro pulmón del planeta, aunque dispone de menos frondosidad que Gondwana, sigue siendo un lugar perfecto para descansar cuerpo y mente.
•Vaalbara: La región montañosa que reúne a más luchadores y guerreros por metro cuadrado.
•Rodinia: Los más ricos, poderosos e influyentes del planeta residen en esta región.
•Avalonia: Región submarina con una sola ciudad.
Por supuesto, en todas ellas podemos encontrar sus respectivas ciudades, cada cual distinta, pintoresca y turística a su manera, pues en el planeta no existe una ciudad igual que otra. Además, existen muchas más novedades pues ahora mismo en Nueva Pangea viven todo tipo de especies animales, algunas que se habían extinguido por culpa del hombre vuelven a poblar el planeta libremente e incluso en algunas zonas existen dinosaurios ya extintos, y todo gracias a la nueva tecnología, la sabiduría y la industria de los Dhaibukys, que conocían perfectamente cómo funcionaba el planeta y la mejor forma de mejorarlo y avanzar hacia un futuro mejor, como si ellos mismo lo hubieran creado. Aunque la humanidad descartaba esta teoría debido a la caja Alma Primus, que, por supuesto los humanos intentaron abrir por todos los medios posibles sin éxito, pues —como ya habían anunciado los Dhaibukys— solo el elegido conseguiría abrirla.