Introducción a la teología cristiana analítica. Thomas H. McCall. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Thomas H. McCall
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788417620646
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      Aunque creer que los filósofos cristianos han ganado la batalla sería prematuro e impropio (siguen siendo, se mire como se mire, una minoría sustancial en el campo de la filosofía académica), Smith tiene razón en que la situación es muy diferente a la de hace unos cuantos años. La Sociedad de Filósofos Cristianos, fundada en 1978 como un pequeño grupo de eruditos diversos más unidos por intereses comunes que por compartir algún credo en particular, tiene ya alrededor de mil miembros. Varias revistas, especialmente Fe y Filosofía, Philosophia Christi, Estudios Religiosos, Sophia, Philo y la Revista Internacional de Filosofía de la Religión, están dedicadas a temas relacionados con el estudio de la filosofía de la religión, y los filósofos cristianos son muy activos en este y otros campos. Al mismo tiempo, los filósofos cristianos son muy dinámicos en otras áreas más “generales” de la filosofía contemporánea. Es importante saber que lo que últimamente se ha estado trabajando en metafísica y epistemología en particular, ha estado influenciado por filósofos interesados en lo religioso y por compromisos cristianos bien conocidos.

      No es sorprendente que el aumento de la participación cristiana en la filosofía se haya visto acompañado por un mayor interés en temas que siempre han interesado a la filosofía de la religión. Por supuesto, nunca se había dejado de trabajar por completo sobre tales temas, porque filósofos prominentes como Basil Mitchell, Peter Geach, Austin Farrer y otros, estaban haciendo contribuciones importantes mucho antes de que el renacimiento actual de la filosofía cristiana realmente despegara.10 Sin embargo, el compromiso ha ido creciendo a una velocidad asombrosa. Temas relacionados con el pluralismo religioso y el exclusivismo, el problema del mal (que incluye no solo el problema “lógico” del mal, sino también el problema de cómo este se hace “evidente”), la epistemología religiosa, la experiencia religiosa, los milagros, los argumentos teístas (en particular, varias versiones de los argumentos ontológicos, cosmológicos, teleológicos y morales) y la ciencia y la religión se han estudiado y analizado con un empuje y un rigor impresionantes.11 Las diferentes posturas han sido expuestas y explicadas, atacadas y defendidas, siendo así modificadas hasta su redacción definitiva. Las obras realizadas de filosofía de la religión no han sido ajenas a otras obras filosóficas más “convencionales”. Por el contrario, en muchos sentidos, han sido de vital importancia para la epistemología, la ética y la metafísica. Usando esta última como ejemplo, desde la primera obra de Alvin Plantinga The Nature of Necessity hasta las contribuciones recientes de Brian Leftow en God and Necessity (Dios y la necesidad), importante obra sobre la metafísica de la modalidad, profundamente –hay quien podría decir “esencialmente”– relacionada con la filosofía de religión.12 A juzgar por el interés y por el resultado, la filosofía analítica de la religión no solo está bien viva, sino que también goza de buena salud y de fortaleza.

      Cómo hemos llegado hasta aquí: de la filosofía de la religión a la teología filosófica. Con todo el empuje y la energía intelectual que se percibe y se refleja en obras sobre cuestiones generales o genéricas sobre filosofía de la religión, el interés de los filósofos cristianos no se ha limitado a esas cuestiones. Al contrario, los filósofos cristianos han estado profundamente interesados ​​en temas teológicos claramente cristianos y han dedicado mucha energía en el análisis y la defensa de la doctrina cristiana. Los últimos decenios han sido testigos de un trabajo importante sobre la doctrina de la revelación (y lo que Dios ha hablado); la inspiración, autoridad e interpretación de las Escrituras cristianas; los atributos divinos (particularmente la unicidad, la necesidad, autogeneración, omnipotencia, omnisciencia, eternidad y libertad); la actuación divina en la creación; la providencia; la intervención milagrosa; la antropología teológica; el pecado original; la encarnación; la expiación; la resurrección; y la escatología.13

      Dónde estamos: teología filosófica y teología analítica. El uso del término teología analítica es reciente. Hay, por supuesto, importantes precursores ​​de este trabajo: David Kelsey, Nicholas Wolterstorff y otros en Yale; figuras dispares como William P. Alston, Norman Kretzmann, George Mavrodes, Keith Yandell y otros en diversos lugares de los Estados Unidos; Paul Helm y Richard Swinburne en el Reino Unido; y Vincent Brummer y otros de la escuela de teología filosófica de Utrecht en los Países Bajos. En estos momentos, siguiendo a pioneros como estos, y basándose en el reciente renacimiento de la metafísica y la filosofía de la religión, el movimiento de la teología analítica está creciendo. La publicación del volumen Analytic Theology: Essays in the Philosophy of Theology (Teología analítica: ensayos sobre la filosofía de la teología), editado por Oliver D. Crisp y Michael C. Rea, marcó un hito importante. El Proyecto de Teología Analítica (patrocinado y promovido por el Centro de Filosofía de la Religión de Notre Dame, la Universidad de Innsbruck en Austria y el Centro Shalem en Jerusalén, y financiado con generosas subvenciones de la Fundación John Templeton) con su conferencia anual Logos y otras actividades, el lanzamiento del Journal of Analytic Theology (Diario de teología analítica) y la inauguración de la serie de libros Oxford Studies in Analytic Theology (Estudios de teología analítica de Oxford) dan apoyo a este creciente movimiento.

      El significado del término teología analítica puede variar en el lenguaje común, y podemos decir que no existe un significado único y decisivo del término cuando se lo usa como una etiqueta. Aun así, quizás podamos decir sin temor a equivocarnos que en lo que coincide el abanico de significados es en esto: la teología analítica significa el compromiso de emplear las herramientas conceptuales de la filosofía analítica allá donde esas herramientas puedan servir para hacer teología cristiana constructiva. Como es natural, los especialistas no se pondrán de acuerdo sobre cuáles de esas herramientas son las más útiles, a qué proyectos servirán mejor, etc., pero en general, tal descripción minimalista parece lo suficientemente segura. William J. Abraham hace este útil resumen: la teología analítica “puede convenientemente definirse de la siguiente manera: es una teología sistemática en sintonía con las habilidades, recursos y virtudes de la filosofía analítica”.14 Como tal, la teología analítica es un campo creciente y potente en el que se cruzan la filosofía de la religión y la teología sistemática.

      Esta descripción minimalista, aunque bastante segura, no nos lleva muy lejos. ¿Qué hacemos, más precisamente, cuando hacemos teología analítica? ¿Qué es la teología analítica? Quizás nos sirva de ayuda ver primero qué es lo analítico en la teología analítica, y después veremos en qué es un ejercicio de teología.

      La teología analítica como tal. Como hemos visto, Quentin Smith elogia el trabajo de Plantinga por su excelencia en “los niveles más altos de filosofía analítica: la precisión conceptual, el rigor de la argumentación, la erudición técnica y la defensa profunda de una cosmovisión original”.15 Oliver D. Crisp secunda esta valoración de este considerado buen trabajo de filosofía analítica. Observa que la filosofía analítica se caracteriza por “el rigor lógico, la claridad y la concisión, junto con el interés por un cierto conjunto de problemas filosóficos”.16 Según él, la teología analítica es igualmente significativa porque “valorará virtudes intelectuales como la claridad, la concisión expresiva y el rigor argumental”.17 La descripción que Michael C. Rea hace de la filosofía analítica refleja de alguna manera estas definiciones. Aunque reconoce que no será fácil que aparezcan líneas claras y nítidas entre los puntos de vista filosóficos “analíticos” y los “no analíticos” (o “continentales”), ni que quizás valga realmente la pena el esfuerzo. Rea describe los tratamientos analíticos de la filosofía en términos de estilo y ambición.18 Generalmente, las aspiraciones son “descubrir el alcance y los límites de nuestras capacidades para obtener conocimiento del mundo”, y “aportar teorías explicativas tan veraces como podamos en áreas de investigación (metafísica, moral, etc.) que estén fuera del alcance de las ciencias naturales”.19 Rea describe el estilo incluyendo las siguientes exigencias:

      P1. Escribe como si las posiciones y conclusiones filosóficas pudieran formularse correctamente mediante declaraciones que puedan expresarse y tratarse