Hay que ser cuidadosos a la hora de establecer unos números específicos de frecuencia cardíaca (o cualquier otra medida precisa de activación fisiológica) para las fases amarilla, roja o negra. El impacto de estas condiciones puede variar enormemente dependiendo del adiestramiento, estado físico y otros factores.
Efectos del aumento de la frecuencia cardíaca debido al miedo o a causas hormonales
(Copyright 1997, Siddle & Grossman)
Notas:
1. Estos datos son válidos para un aumento de la frecuencia cardíaca inducido por miedo o causas hormonales, como resultado de una estimulación del sistema nervioso simpático. El aumento por la práctica de ejercicio físico no tendrá los mismos efectos.
2. Los aumentos de fuerza y eficiencia inducidos por hormonas pueden lograr el 100% de su máximo potencial en 10 segundos, pero caen al 55% después de 30 segundos, al 35% después de 60 segundos y al 31% después de 90 segundos. Son necesarios al menos 3 minutos de descanso para permitir una «recarga» del sistema.
3. Un periodo de relajación extenso tras una excitación intensa del sistema nervioso simpático puede resultar en una reacción parasimpática violenta con una reducción significativa del nivel de energía, de la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea. Esto puede manifestarse en síntomas de shock normal (mareos, náuseas y/o vómitos, sudores) y/o agotamiento.
Asimismo, hay que entender que estas frecuencias cardíacas sólo son de aplicación en el caso de incrementos debidos al estrés de la supervivencia o al miedo. Puedes correr varios sprints de entrenamiento y conseguir que tu frecuencia cardíaca llegue a 200 ppm, pero el efecto de este incremento de la frecuencia cardíaca inducido por el ejercicio no será el mismo que el que produce el miedo o el estrés de la supervivencia. Además, cuando combinas la vasoconstricción del incremento de la frecuencia cardíaca inducido por el miedo con el esfuerzo físico o las exigencias del ejercicio, el resultado parece ser un efecto «amplificador» que puede resultar en frecuencias cardíacas extraordinarias. Así que cabe entender que los factores fisiológicos son unos indicadores pobres del rendimiento en combate, ya que hay muchísimas cosas que dependen de las características individuales. Pero, a pesar de todo, cada uno tiene una fase amarilla, roja o negra y resulta importante saber de qué manera la activación fisiológica interactúa con el rendimiento en combate.
Las 155 ppm, por lo tanto, no son absolutas para cada persona, pero son un punto de partida para la mayoría. Los agentes de policía a menudo ven un síntoma de esto cuando paran a un conductor por una infracción de tráfico y la mano del conductor tiembla de tal manera que a duras penas puede firmar la multa. Lo mismo ocurre con las personas que se ven envueltas en un accidente de tráfico, cuando más tarde tienen dificultades para garabatear su número de teléfono. Estos síntomas son el resultado de las primeras fases de la vasoconstricción, una respuesta que restringe el flujo de la sangre a las extremidades.
A menudo formo a guerreros de operaciones especiales. Cuando uno piensa en operaciones especiales, uno se imagina a los Rangers, Boinas Verdes o seals,1 pero una gran parte de la comunidad de operaciones especiales de Estados Unidos también se nutre de soberbios pilotos y tripulaciones de vuelo que prestan apoyo a estos guerreros de élite. Algunos pilotos de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos con los que trabajé me hablaron de un instructor de pilotos que les daba unos pequeños puntos adhesivos de color amarillo. Los pilotos pegaban los puntos en sus relojes y en las cabinas como recordatorio de que debían mantenerse en la fase amarilla: alerta pero no con una sobreactivación fisiológica. Si un piloto experimenta una sobreactivación y comienza a entrar en la fase roja, el precio que pagará será la pérdida de sus habilidades motoras más preciadas. Que el piloto de tu helicóptero pierda sus habilidades motoras de control más preciadas mientras se acerca para aterrizar en una zona caliente no es una buena noticia. Los pilotos intentan existir en un estado afín al zen de una fase amarilla constante y apacible.
Otros guerreros también tienen que mantener un estado de fase amarilla. Por ejemplo, cuando instruyo a negociadores de rehenes, subrayo la importancia de funcionar en la fase amarilla. Me enorgullezco de ser miembro del panel de consejeros técnicos de la American Sniper Association,2 probablemente la organización privada de adiestramiento de francotiradores del ejército y la policía más destacada del mundo. Los francotiradores deben mantener las habilidades motoras más preciadas, así que cuando los instruyo subrayo la necesidad de permanecer en la fase amarilla. Tuve el privilegio de participar como instructor en una conferencia internacional de artificieros y, sin duda, éste es un grupo de individuos que tienen que permanecer tranquilos y en fase amarilla cuando hacen su trabajo.
Una situación totalmente diferente es la del hombre punta en un equipo swat que entra por una puerta para enfrentarse con un hombre armado y atrincherado. Necesita que su tiempo de reacción cognitiva, su tiempo de reacción visual y sus habilidades motoras más complejas estén en el nivel más alto. Necesita estar en fase roja. Cierto es que pierde algunas de sus habilidades motoras más preciadas, pero en este caso se trata de un precio a pagar aceptable. Mediante un entrenamiento intenso y de incesante repetición convertirá las habilidades que necesita en «memoria muscular». Los recambios de cargador, los ejercicios de resolución de interrupciones, el manejo de las armas y esposas son unas pocas de las muchas habilidades que tiene que ensayar hasta que pueda realizar estas tareas complejas sin error alguno, sin un pensamiento consciente, a pesar de estar en la fase roja. Puede que se meta en problemas si tiene que realizar una habilidad motora precisa que no ha ensayado, pero se trata de un riesgo aceptable.
El nivel óptimo de activación fisiológica
¡Imposible, si aprietas los tornillos de tu valor!
Shakespeare
Macbeth
El vínculo de una frecuencia cardíaca específica con el rendimiento de una tarea fue introducido por Bruce K. Siddle, autor de un libro excelente, Sharpening the Warrior’s Edge, y uno de los grandes pioneros en el campo de la «ciencia del guerrero». En 1997, me pidieron que escribiera una entrada sobre los «efectos psicológicos del combate» en la Academic Press Encyclopedia of Violence, Peace, and Conflict. Le pedí a Bruce Siddle que escribiera el artículo conmigo debido a la investigación que había realizado sobre la fisiología del combate. En el artículo incluimos el gráfico de la «frecuencia cardíaca y rendimiento» con su escala termométrica. Se pidió a expertos de talla mundial que valoraran nuestra entrada en la enciclopedia; las reseñas fueron muy positivas y una persona señaló incluso que «era brillante». Ya que la evaluación por expertos se realiza a ciegas, probablemente nunca sabré la identidad de estos amables y generosos evaluadores, pero lo cierto es que esta investigación no es realmente «brillante». Se trata tan sólo de un viejo soldado y de un viejo poli haciendo preguntas que nadie había hecho.
Estos hallazgos iniciales serán actualizados y modificados a medida que dispongamos de nueva información. Hoy en día podemos avanzar en este modelo mediante la integración de los códigos de colores y el modelo de la «u invertida» (un modelo clásico y universalmente aceptado de estrés y rendimiento) junto con la información sobre la frecuencia cardíaca de Bruce Siddle, para conformar un «Modelo Unificado de Estrés y Rendimiento».
Cabe señalar que el sistema de códigos de color (que fue popularizado por el coronel Jeff Cooper, uno de los más grandes pioneros en el campo de la ciencia del guerrero) siempre ha sido un estado mental más que un nivel fisiológico. Se utiliza aquí con las debidas disculpas y con el crédito debido a sus creadores originales.
Fig. 2. Modelo Unificado de Estrés y Rendimiento
La fase gris, piloto automático