Sólo un soldado sabe lo dulce que es el sueño
Con un saco terrero por almohada,
Persigo un recuerdo lejano de una cosa llamada sueño,
Susurro en la oscuridad y rezo a Dios para que guarde mi alma.
James Adam Holland
The Freedom of a Soldier
A lo largo de la historia pasada, el hombre siempre conseguía dormir lo suficiente porque cuando el sol se ponía ya no había nada más que hacer. No había mucho margen para el sexo ni para hablar; al final, uno rodaba a la cama y se iba a dormir. Así que el cuerpo humano nunca tuvo que desarrollar las señales poderosas que se necesitan para que uno consiga las suficientes horas de sueño. Pero con la llegada de la luz artificial barata, el hombre fue capaz físicamente de continuar durante días y días, si bien el cuerpo humano no está diseñado ni psicológica ni fisiológicamente para pasar largos periodos sin dormir.
Ni siquiera sabemos por qué necesitamos dormir. Cuando hace unos años la revista U.S. News and World Report publicó un artículo especial sobre los «Grandes Misterios de la Ciencia», uno de los misterios que se analizaban era «¿Por qué necesitamos dormir?». No entendemos por qué soñamos y ni siquiera entendemos por qué, por ejemplo, los varones experimentan erecciones —y las mujeres la congestión del clítoris— durante la fase de mor (movimientos oculares rápidos). En la asignatura de psicología en West Point, enseñamos que esto explica por qué los varones a veces se despiertan con una erección. Orinar es una acción de naturaleza no sexual que aparentemente envía un mensaje al cuerpo que hace que la erección desaparezca. Pero la erección está provocada por el hecho de tener la vejiga llena.
Todo lo relacionado con el sueño es un misterio, pero hay una cosa cierta. Nuestro cuerpo necesita cuatro cosas para sobrevivir: aire, agua, comida y sueño. Uno puede morirse más rápido por falta de sueño que por falta de comida. El cuerpo envía señales poderosas que nos hacen respirar, beber y comer; sin embargo, durante milenios no había apenas necesidad de que el cuerpo enviara fuertes señales para dormir. Y las que envía pueden ser dejadas a un lado e ignoradas con más facilidad que las otras señales para otros requisitos esenciales para nuestra supervivencia.
Todos sabemos que la falta de sueño nos hace sentir somnolientos y nos provoca malestar, pero la mayoría de la gente ignora el profundo impacto negativo en la salud y en el rendimiento que va asociado con la falta de sueño.
El estrés es uno de los principales destructores y paralizadores del guerrero. Hubo más soldados retirados del combate en la primera y segunda guerra mundial, así como la de Corea, debido a bajas psiquiátricas que soldados muertos a manos del enemigo. Sin lugar a dudas, el estrés es una preocupación capital para nuestros guerreros y líderes, y una de las mejores maneras para curarse y recuperarse del estrés psicológico es dormir. Como dice Shakespeare: «El sueño que desenreda la enmarañada madeja del desasosiego».
La falta de sueño es la mejor manera para que uno se predisponga a convertirse en una baja debido al estrés. Está relacionada con los problemas de salud mental, el cáncer, el resfriado común, la depresión, la diabetes, la obesidad y los infartos. Y también con el rendimiento en el trabajo y con las alteraciones de la falta de sueño: tiempo de reacción, juicio, visión, procesamiento de la información, memoria a corto plazo, rendimiento, motivación, estado de vigilia y paciencia.
Por otro lado, las investigaciones muestran que dormir lo suficiente junto con una dieta nutricionalmente correcta, beber muchos líquidos y hacer ejercicio resulta crítico para una vida sana y longeva. Desgraciadamente, nuestra sociedad está repleta de ilusos que sinceramente creen que pueden funcionar con cuatro horas de sueño.
Cuando pones al señor «Yo-puedo-funcionar-con-cuatro-horas-de-sueño» en un entorno de aislamiento temporal en un laboratorio de sueño, éste enseguida comienza a intentar recuperarse de su «deuda de sueño». Puede llegar a dormir hasta doce horas al día hasta que se recupere, y luego empieza a dormir siete, ocho o nueve horas al día siguiendo un ciclo de sueño normal y saludable. Los científicos solían pensar que uno no podía recuperar el sueño perdido, pero hoy en día sabemos que estaban equivocados; tan equivocados como para poner vidas en peligro. El cuerpo genera una deuda de sueño y, de la misma manera que uno puede recuperarse de una deshidratación o de una malnutrición, uno puede recuperar las horas sueño. Así que, si sólo dormiste tres horas anoche, puedes usar la cafeína para aguantar durante el día. Pero en cuanto tengas una oportunidad, duerme hasta tarde o duerme unas siestas generosas para recuperarte de tu deuda de sueño.
Hay un estudio al respecto que realizó el ejército de los Estados Unidos con un batallón de artillería. Las tropas sufrieron lo indecible para que tuviéramos los datos, así que quizás deberíamos prestarle atención. El batallón fue dividido en cuatro baterías, y llevó a cabo misiones de fuego (ejercicios de artillería) durante veinte días seguidos, cada hora de vigilia. La primera batería, el grupo 1, disponía de siete horas de sueño al día. El grupo 2 tenía seis horas, el grupo 3 tenía cinco, y el grupo 4 realmente lo pasó mal con tan sólo cuatro horas. Tras veinte días, el grupo 1, que había dormido siete horas al día, disparó con un 98 por ciento de máxima eficiencia. El grupo 2 disparó con un 50 por ciento; el grupo 3 con un 28 por ciento; y los pobres chicos que sólo dormían cuatro horas dispararon con un 15 por ciento de máxima eficiencia. El grupo de las cuatro horas no sólo era improductivo sino que también era peligroso.
Cuando uno duerme siete horas cada noche puede funcionar de sobra, si bien ocho horas es probablemente mejor. Menos que eso y se empieza a crear una deuda de sueño que puede tener un profundo impacto psicológico y fisiológico. Si uno vive afectado por una severa malnutrición, probablemente eso restará años de la vida de esa persona. Igualmente, si uno vive con una severa falta se sueño, probablemente eso restará años de la vida de esa persona. Muy pocos individuos sanos estarían dispuestos a vivir malnutridos, pero muchas personas viven voluntariamente una vida aquejada por la falta de sueño.
A lo largo de la historia, el sueño ha sido la mejor medicina del soldado. En la primera y segunda guerra mundial, las tropas rotaban desde las trincheras o la línea del frente y lo primero que hacían era dormir. Pero en Iraq y Afganistán, las tropas estadounidenses que volvían de las patrullas de combate a sus barracones se dedicaban a jugar a videojuegos, ver dvd y la televisión, y a navegar por internet.
Esta forma de escapismo y la falsa sensación de control que proporcionan los videojuegos parecen ser increíblemente atractivas así como adictivas para los hombres y mujeres en combate. En realidad, este comportamiento puede ser una herida autoinfligida que incrementa de forma notable la vulnerabilidad ante el trastorno por estrés postraumático o tept y ante la enfermedad, ya que la falta de sueño reduce la capacidad del sistema inmunitario.
Todos los equipos deportivos profesionales del planeta apagan la luz a las diez o las once la noche antes de un partido. Si un jugador profesional trasnocha la víspera de un partido jugando a videojuegos o viendo la tele, los otros jugadores lo machacarán, el entrenador lo multará y ahí se acaba el despropósito. Bien, nuestros militares y nuestros policías forman el equipo profesional de la nación. Pero en este juego, en el juego inmisericorde, implacable del combate donde el riesgo es altísimo, si pierdes, hay gente que muere.
Somos guerreros; estamos dispuestos a salir ahí fuera y tragar balas si es necesario. Pero tendría que hacerte enfadar de verdad que tengas que tragar balas cuando se podía haber evitado. Igualmente, estamos dispuestos a sufrir la falta de sueño si la misión lo requiere, pero tendría que hacernos enfadar de verdad la privación de sueño si se podía haber evitado. Y si uno se lo hace a sí mismo, se trata de un daño autoinfligido.
De ahí que los militares estadounidenses hayan aprendido que la