Historia del Breviario Romano. Casimiro Sanchez Aliseda. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Casimiro Sanchez Aliseda
Издательство: Bookwire
Серия: Cuadernos Phase
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788491653240
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nocturno, con seis salmos cada uno y otras tres lecturas con sus responsorios. En las demás ferias el nocturno era único, a base de doce salmos y tres lecturas con tres responsorios.

      No había preces introductorias (Deus, in adjutorium) ni himno a ninguna Hora, y a los Maitines tampoco el Invitatorio. Hoy (los años cincuenta del siglo xx) queda un recuerdo de esta práctica en el oficio de Epifanía y en el del Triduo de Semana Santa.

      Los Laudes se componían de siete salmos más un cántico del Antiguo Testamento. Carecían de capítulo y responsorio, pero se decía el verso, el Benedictus y el Pater noster o la oración.

      Las Horas menores comprendían tres salmos (excepto Prima, que tenía dos), con capítulo, responsorio, verso Kyrie y Pater noster.

      Vísperas se compone de cuatro salmos, verso, Magnificat, preces, Pater noster u oración.

      En Completas se rezaba el Salmo 90, verso, Nunc Dimitis (?), Kyrie y Pater noster.

      Con el Pater noster se terminaba normalmente cualquier Hora, pues la oración se reservaba exclusivamente al Papa o a alguno de los cardenales obispos, si asistían.

      ¿Quién fue el autor del cursus romano?

      24 Vita S. Ambros., 13.

      Otra opinión atribuye al papa Celestino (424-432) la creación del citado cursus, conforme a un texto del Liber Pontificalis, pero las autoridades de más peso están por el papa san Dámaso.

      Todo lo que hasta el presente hemos ido diciendo se refería al oficio ferial con su propio de Tempore, constituido por las principales solemnidades cristológicas de Navidad, Epifanía, Pascua, Ascensión y Pentecostés; pero al lado del mismo empezaba a desarrollarse el propio de sanctis, que conmemoraría los aniversarios de los mártires, tal como hoy aparecen en el calendario filocaliano. Tales fiestas, muy pocas en número, tenían un carácter local y se celebraban en las iglesias de los cementerios. El Oficio, en estos casos, se limitaba solamente al canon nocturno (Vísperas, Vigilia y Laudes), con exclusión de las Horas diurnas. En tales oficios, como en los de las festividades del Señor, los Maitines comprendían tres nocturnos de nueve salmos (en vez de doce), con otras tantas antífonas y lecturas.

      La obra litúrgica de san Gregorio Magno

      La tradición unánime atribuye al papa san Gregorio Magno (590-604) una revisión de los libros litúrgicos de la Misa y del Oficio, así como del canto litúrgico, conforme a aquel verso que aparece al frente de muchos sacramentarios gregorianos: Patrum monumenta sequens renovavit et auxit. Por tanto, fue el suyo un trabajo de revisión y perfeccionamiento.

      Instituyó las letanías cuaresmales que se cantaban procesionalmente en Roma al ir a celebrar la misa en las iglesias estacionales, ordenó el número de estas, reformó la disciplina catecumenal, dio reglas sobre el uso de los Kyrie, del Alleluja y del Pater noster en la Misa y agregó algunas frases a la oración Hanc igitur.

      En el Oficio divino no fue menos notable su obra. De la práctica benedictina tomó las preces introductorias a las Horas canónicas (Deus, in adjutorium con el Gloria y el Alleluja) y a Maitines el Domine, labia mea y el Salmo 94, Venite exsultemus (Invitatorio). En el tiempo de Septuagésima y Cuaresma suprimió el Alleluja de las preces aludidas, y en las Horas menores lo sustituyó por antífonas compuestas por él mismo, verbigracia, en Nona, aquella Si vere fratres divites esse cupitis, veras divitias amate. Igualmente compuso otras antífonas tomándolas del Evangelio, como la del ciego de nacimiento en Quincuagésima y la de María Magdalena en la feria V de Pascua, lo que prueba la revisión que hizo del antifonario.

      Fundó además la Schola cantorum de San Juan de Letrán, o al menos la reorganizó totalmente. Esta Schola, compuesta de pequeños cantores, llevó una vida próspera durante los siglos vii y viii, contribuyendo a conservar las melodías gregorianas intactas y transmitirlas a la posteridad. La intervención de sus maestros en Inglaterra y Francia ayudó eficazmente a la implantación de la liturgia romana en aquellas regiones.

      El Oficio o cursus romano que hemos venido describiendo se había ido propagando en Roma y en las iglesias cercanas. En las mismas cada día se tenía el oficio vigilial (Vísperas, Maitines y Laudes). Tal obligación, aunque honrosa, no dejaba de ser gravosa para el clero, que debía dedicarse además a los trabajos del ministerio. Por esta causa se resentía a veces la regularidad del servicio divino. Por ello los Papas se determinaron a levantar monasterios junto a las principales basílicas romanas, cuyos monjes, laicos en su mayoría, tenían por principal obligación ejecutar el Oficio diurno y nocturno: Ut tribus per diem vicibus et noctu matutinos dicerent, escribe el Liber Pontificalis acerca de la restauración de los monasterios hecha por Gregorio II (715-731) en la basílica ostiense. Varios Papas del siglo v habían ya erigido monasterios con el mismo fin, y en el siglo viii llegaron a contarse hasta diecinueve al servicio de las principales iglesias.

      Estas comunidades monásticas benedictinas estaban gobernadas por un abad propio, distinto del párroco del título. Entre todos estos cenobios alcanzaron prestigio singular los tres que estaban agregados a la basílica de San Pedro, cuyos usos litúrgicos constituyeron la norma del cursus romano. Secundum instar officium ecclesiae beati Petri Apostoli, escribía el papa Gregorio II a los monjes de San Crisóstomo. A los mencionados monjes de la basílica de San Pedro se dirigían siempre los Papas cuando recibían encargos de libros litúrgicos o de canto para otras iglesias.

      Capítulo II

      Período de difusión (siglos viii-xii) Desde Gregorio Magno a Gregorio VII

      Difusión de la liturgia romana en Inglaterra, Alemania e Imperio franco

      La primera expansión del Oficio romano, aparte de una expansión por el sur de Italia, en Benevento, fue en Inglaterra. En 596, san Gregorio Magno envió allí al abad benedictino san Agustín con cuarenta monjes para evangelizar aquella isla, proveyéndoles de todo lo necesario para el culto divino y, naturalmente, de numerosos manuscritos, entre ellos el antifonario por él ordenado.

      25 Ven Beda: Histor. eccles., IV, c. 2.

      Tan próspero desarrollo litúrgico fue sancionado en 747 por el Concilio de Cloveshoe (Glasgow), que ordenó que las fiestas se celebrasen juxta martyrologium ejusdem Romanae Ecdesiae, y que en el oficio divino se guardasen septem canonicae orationum diei ac noctis horae diligenti cura cum psalmodia et cantilena sibimet convenienti secundum quod Romanae Ecclesiae consuetudo permittit.

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