La Felicidad a tu alcance
© Salvador A. Carrión
© Ediciones Corona Borealis
Diseño editorial: alpoma
Primera edición: Octubre 2006
Depósito legal:
ISBN: 84-95645-76-9
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Ediciones Corona Borealis
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Índice
El salto cuántico a la felicidad
Claves para la realización personal
¿Y qué haríais si Dios os hablara directamente y os dijera: “Os ordeno que seáis felices mientras viváis”? ¿Qué haríais entonces?
Ilusiones, Richard Bach
Prefacio
En este mundo que nos ha tocado vivir, todo ser vivo, hombre o animal, se afana en encontrar la felicidad. Sin embargo, ese esfuerzo es tan solo un paliativo a su impulso de supervivencia y al sufrimiento causado por la ausencia. La huida del sufrimiento es un engaño del que difícilmente se escapa. El ser humano, dotado de consciencia, es la única criatura capaz de discernir el bien del mal; sin embargo, ignora lo que es la verdadera felicidad. ¿Cómo es posible no ver los espejismos que proyecta la sociedad?
El hombre lucha toda su vida por conseguir una felicidad ficticia para, al final, morir sufriendo. Es como la gacela de desierto, que creyendo ver un oasis, recorre kilómetros y kilómetros para encontrar agua; al final del día, se siente infeliz, porque anduvo tras un espejismo. De igual forma, los seres humanos creen poder alcanzar la felicidad a través de personas u objetos externos, pero es en vano, “por mucho que corran o por muy deprisa que vayan, nunca podrán escapar de sus propios pies”.
La felicidad está en el interior de nosotros mismos, y sólo viajando en esa dirección, podremos alcanzarla. ¿Por qué buscar entonces en el exterior lo que está en nosotros? La presencia del Ser es la única felicidad y alegría auténtica que brota del interior.
El libro que tienes en tus manos no es ninguna panacea, lo que tú no hagas por ti, y hacia ti, nada ni nadie podrá hacerlo. La labor que me ocupa es la de proponer una serie de directrices y ejercicios que aclararán el camino a todos aquellos que quieran alcanzar este conocimiento.
El autor
¿Dónde esta la felicidad?
Ni la prosperidad envanece al sabio
Ni la adversidad lo abate.
Lucio Anneo Séneca, 4 a.c.
Al principio de los tiempos, se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y a la mujer. Discutieron entre ellos cómo hacerlos y, por fin, decidieron que los harían a su imagen y semejanza. Sin embargo, uno de ellos dijo: Esperen un momento, si los hacemos a nuestra imagen y semejanza van a tener un cuerpo como el nuestro... destreza como la nuestra, fuerza, resistencia e inteligencia iguales a las nuestras. Debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, si no lo hacemos así, estaremos creando nuevos dioses. Es necesario que les quitemos algo para diferenciarlos de nosotros, pero... ¿qué le quitamos?
Después de mucho reflexionar, uno de ellos dijo:
—“ya sé, les quitaremos la felicidad”.
—Muy bien —asintieron todos— pero... ¿dónde la esconderemos para que no la encuentren jamás?
—En la cima de la montaña más alta —propuso el primero.
Inmediatamente otro añadió: —No, ese no es un buen sitio, recuerda que le dimos fuerza, y si alguno de ellos trepara hasta allí y la encontrara, el resto lo sabría en poco tiempo.
A continuación, otro de los dioses propuso: —Entonces, escondámosla en el fondo del más profundo mar. Y otro respondió: —No, recuerda que también le hemos dado resistencia, si alguien nada y se sumerge, también la podrá encontrar.
Otro más añadió: “Pues, escondámosla en un planeta lejano a la Tierra.” En resto objetó: “No olvides que también le hemos dotado de inteligencia, y si un día descubren la existencia de otros planetas, construyen una nave y exploran el Universo, la descubrirán... y entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros.”
El último de ellos, un dios que había permanecido todo el tiempo en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de sus compañeros los dioses, analizando calladamente cada una de ellas, rompió el silencio y dijo: “Creo saber donde podemos ponerla para que nunca la encuentren...”
El resto de los dioses al unísono preguntaron: “¿Dónde?”.
“La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan obsesionados y ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán”.
Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así...