El viaje del alma. José Luis Cabouli. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: José Luis Cabouli
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9789507546792
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síntesis de las características más comunes y frecuentes, experimentadas en el momento de la muerte.

       Sensación de flotar por encima del cuerpo y visión directa de éste desde arriba.

       Atracción por una luz y sensación de ser succionado por esa luz.

       Alivio inmediato de los dolores y sufrimientos experimentados en los momentos previos. Si el dolor persiste, es porque el principio consciente se aferra a la ilusión de la personalidad y se resiste a desprenderse del cuerpo.

       Visión de luces o seres que vienen a buscar a la persona que acaba de desencarnar.

       Las emociones no resueltas impiden que el alma ascienda a los planos superiores y determinan las condiciones del próximo renacimiento.

       Evaluación rápida de la vida que acaba de finalizar.

       Toma de conciencia del aprendizaje realizado.

       Sensación de extrañeza e indiferencia al ver el cuerpo muerto. Como algo con lo cual ya no se tiene nada que ver. (Excepto en aquellos que se aferran al cuerpo.)

       Coincidencia mayoritaria de lo fácil y sencillo que resulta morir.

      A continuación, veremos una descripción muy precisa de la forma en que el alma se desprende del cuerpo, para luego entrar de lleno en las experiencias de los protagonistas.

      Capítulo 3

       Cómo se desprende el alma del cuerpo

      He decidido dejar a cargo de Jackson Davis, la descripción de la forma como el alma abandona el cuerpo. Norteamericano de origen, Andrew Jackson Davis (1826-1910) ha sido uno de los sensitivos más extraordinarios que han existido. A pesar de no haber recibido instrucción alguna, su erudición era sorprendente. En estado de trance, dictó al clérigo Fishbough su obra más importante, The Principles of Nature (Los principios de la naturaleza, 1847), que en veinte años alcanzó treinta ediciones. Finalmente, en 1886, aprobó la carrera de medicina, aunque ya hacía tiempo que era capaz de diagnosticar enfermedades.

      Ahora veremos una observación practicada por Jackson Davis a la cabecera de una moribunda, extraída del libro de De Rochas, Les Vies Succesives (Las vidas sucesivas).

      Mis facultades de vidente me han permitido estudiar el fenómeno psíquico y fisiológico de la muerte, a la cabecera de una moribunda.

      Ésta era una mujer de sesenta años, a quien frecuentemente, yo le había dado consejos médicos. Cuando llegó la hora de su muerte, me encontraba yo en perfecto estado de salud, lo que me permitió ejercer libremente mis facultades de vidente. Me coloqué de manera tal de no ser perturbado en mis observaciones psíquicas y me dispuse a estudiar el misterioso proceso de la muerte.

      Vi que la organización física no podía satisfacer más a las necesidades del principio inteligente, pero diversos órganos internos parecían resistir la partida del alma. El sistema vascular se debatía para retener el principio vital, el sistema nervioso luchaba con toda su fuerza contra la aniquilación de los sentidos físicos y el sistema cerebral procuraba retener el principio intelectual. El cuerpo y el alma, como dos esposos, se resistían a su separación absoluta. Estos conflictos internos parecían al principio producir sensaciones penosas; sin embargo, me apercibí de que estas manifestaciones físicas no indicaban el dolor, sino, simplemente, la separación del alma del organismo.

      Poco después la cabeza fue rodeada por una atmósfera brillante; luego, de repente, vi que el cerebro y el cerebelo extendían sus partes interiores y detenían sus funciones galvánicas; se volvieron saturados de principios vitales de electricidad y de magnetismo, que penetraron en las partes secundarias del cuerpo. Dicho de otra manera, el cerebro se volvió súbitamente, diez veces más preponderante que en estado normal. Este fenómeno precede invariablemente a la disolución física.

      Enseguida, constaté el procedimiento por el cual el alma se desprende del cuerpo. El cerebro atrajo hacia él los elementos de electricidad, de magnetismo, de movimiento, de vida y de sensibilidad, dispersos en todo el organismo. La cabeza fue iluminada, y observé que, al mismo tiempo que las extremidades se volvían frías y oscuras, el cerebro tomaba una luminosidad particular.

      Alrededor de esta atmósfera fluídica que envolvía la cabeza, vi formarse otra cabeza, que se definía cada vez más nítidamente; era tan brillante, que apenas podía fijar la atención en ella, pero a medida que esa cabeza fluídica se condensaba, la atmósfera brillante desaparecía. Con sorpresa y admiración seguí las fases del fenómeno.

      De la misma manera que la cabeza fluídica se liberaba del cerebro, vi formarse sucesivamente, el cuello, los hombros, el torso y finalmente el conjunto del cuerpo fluídico. Para mí, fue evidente que las partes intelectuales del ser humano están dotadas de una afinidad electiva, que les permite reunirse en el momento de la muerte. Las deformidades y defectos del cuerpo físico habían casi enteramente desaparecido del cuerpo fluídico.

      Mientras que este fenómeno espiritualista se desarrollaba delante de mis facultades particulares, para los ojos materiales de las personas presentes en la habitación, el cuerpo de la moribunda parecía experimentar síntomas de malestar y de pena, mas éstos eran ficticios, ya que provenían solamente, de la partida de las fuerzas intelectuales y vitales, que se retiraban de todo el cuerpo, para concentrarse en el cerebro y luego en el nuevo organismo.

      El espíritu (o inteligencia desencarnada) se elevó hacia un ángulo derecho por encima de la cabeza del cuerpo abandonado, pero, antes de la separación final del lazo que había reunido durante tanto tiempo las partes materiales e intelectuales, vi que una corriente de electricidad vital se formaba sobre la cabeza de la moribunda y la parte inferior del nuevo cuerpo fluídico. Aquello me dio la convicción de que la muerte no era otra cosa que un renacimiento del alma o del espíritu, elevándose de un estado inferior hacia un estado superior y, que el nacimiento de un niño en este mundo o de un espíritu en el otro, eran hechos idénticos. Aquí no falta nada, ni siquiera el cordón umbilical que está figurado por un lazo de electricidad vital. Ese lazo subsiste durante un tiempo entre los dos organismos. Descubrí entonces, algo que no había percibido en mis investigaciones psíquicas, y es que una pequeña parte del fluido vital regresaba al cuerpo material tan pronto como el cordón o el lazo eléctrico era cortado; este elemento fluídico o eléctrico, distribuyéndose en todo el organismo, impedía la disolución inmediata del cuerpo.

      No es prudente enterrar el cuerpo antes de que haya comenzado la descomposición. El cordón umbilical del cual he hablado, frecuentemente, no se ha cortado todavía. Es lo que ocurre, cuando personas que parecían muertas vuelven a la vida al cabo de uno o dos días y relatan sus sensaciones. Este estado ha sido llamado letargia o catalepsia, pero, cuando el espíritu es detenido en el momento en que abandona el cuerpo, raramente el cerebro recuerda lo que pasó. Este estado de inconsciencia puede parecer similar a la aniquilación para un observador superficial y, esta detención momentánea de la memoria, sirve frecuentemente de argumento contra la inmortalidad del alma.

      Tan pronto como el alma de la persona que yo observaba, se desprendió de los lazos terrestres del cuerpo, constaté que su nuevo organismo fluídico era apropiado para su nuevo estado, pero que el conjunto se asemejaba a su apariencia terrestre. Me fue imposible saber lo que pasaba en esa inteligencia reviviente, pero remarqué su calma y su asombro por el dolor profundo de aquellos que lloraban cerca de su cuerpo. Pareció darse cuenta de su ignorancia de lo que realmente había pasado.

      Las lágrimas y lamentaciones excesivas de los familiares provienen de la creencia materialista de que todo termina con la muerte del cuerpo. Puedo afirmar, por mis diversas experiencias, que si una persona muere naturalmente, el alma no experimenta ninguna sensación penosa.

      El período de transformación que acabo de describir, dura aproximadamente dos horas, pero no es igual para todos los seres humanos. Si vosotros pudierais ver con los ojos psíquicos, podríais percibir cerca del cuerpo rígido, una forma fluídica, con la misma apariencia del ser humano que acaba de morir, pero esta forma es más