El viaje del alma. José Luis Cabouli. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: José Luis Cabouli
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9789507546792
Скачать книгу

      Ambas experiencias están directamente relacionadas con la problemática actual de Pablo: sus reacciones violentas cuando se siente atacado y el odio a que lo manden, origen de sus conflictos laborales. Para Pablo, ir a la guerra era como ir al trabajo, y uno puede imaginar que, en la actualidad, esto debe de funcionar a la inversa.

      Observen, también, cómo varía el momento más difícil para cada persona. Para María, lo difícil era enfrentarse a la gente. Pablo se enfrenta a una muchedumbre que lo ataca con lanzas y, sin embargo, lo más difícil para él, fue saber que no volvería a ver su casa, ni tomar vino con su esposa.

      En la segunda muerte, Pablo nos dice que sale del cuerpo por la cabeza. Se puede salir por varios lugares. Los tibetanos dicen que lo ideal es hacerlo por la cabeza, como lo hizo Pablo, porque esto asegura la entrada en los mundos superiores.

      Finalmente, Pablo nos señala la paradoja de ir de conquista y ser derrotado por un pueblo inferior.

      ***

      Muerte de un guerrero romano

      La siguiente es una experiencia insólita por el personaje involucrado y valiosa porque Ángel, el protagonista, al igual que Héctor, no tenía idea acerca de mi trabajo, ni conocimiento de la vida espiritual. Ángel vino a verme por sus trastornos de conducta y, de entrada, se vio envuelto en una experiencia que lo sobrepasó por completo. Por momentos, se resistía a seguir, extrañado por sentirse en dos lugares, cuerpos y tiempos diferentes, al mismo tiempo. Pero las sensaciones físicas eran fuertísimas y no podía sustraerse a ellas. Finalmente, completó la regresión y se fue muy contento y aliviado. Lo que veremos ahora, es el final de esa regresión, cuando le pido que reviva una vez más, el momento de su muerte.

       Terapeuta: Retrocede un poco antes de tu muerte.

      Ángel: Estoy en una carpa grande, como de circo y… estoy yo… sentado…

      T: ¿Qué estás haciendo allí?

      A: Estoy planeando todo… planeando un ataque. Hay… subordinados alrededor de mí —agitándose.

      T: Sigue.

      A: ¡Nadie los vio llegar! ¡Manga de idiotas! ¡Cayeron encima!… ¡En plena luz del sol! ¡Los per…sas!

      T: Sigue adelante.

      A: ¡Mi propio hermano es un traidor! No puedo más.

      T: Sigue un poco más.

      A: ¿Cómo llegaron a mí? ¡Tanta gente muerta para llegar a mí!… ¡Mis soldados!… ¡No! ¿Por qué voy a escapar? ¡Cobardes! ¡Voy a luchar!…

      T: Eso es. Sigue un poco más.

      A: No puedo. Estoy acá y estoy allá.

      T: Eso es. Exactamente así. Al mismo tiempo. No hay tiempo. Todo está en tu alma. Sigue adelante.

      A: Te escucho a vos.

      T: Eso es, yo estoy ahí, con vos, acompañándote.

      A: Sí, pero no lo ves.

      T: No importa. Mi voz te acompaña. Vamos, sigue adelante. Esto es muy importante para vos. Yo estoy a tu lado. Por duro o difícil que sea esto, atraviesa por esta experiencia para terminar con todo esto para siempre. Sigue adelante. ¿Qué está pasando?

      A: ¡Se me vienen encima! ¡Lucho! ¡Los puedo! Son tan petisos… pero no puedo. Me agoto. Me agoto tanto… mis brazos… mis heridas…

      T: ¿Quiénes son los que te atacan?

      A: Los persas, los persas… pero… no, no, es otra tribu.

      T: Sigue adelante.

      A: Mato y mato y mato, pero no me dan más los brazos… Me van a despachar…

      T: Sigue un poco más.

      A: Grito… grito… me gritan… ¡Mialorco! Me doy vuelta… ¿Por qué recuerdo mi nombre?

      T: ¿Qué nombre es ese?

      A: ¡Mialorco! —estremeciéndose—. ¿Por qué me dicen Mialorco?

      T: Sigue adelante.

      A: Somos pocos. Somos mil hombres, nada más. Son unas hordas… ¡Odio a los oficiales! ¡Los odio! Hasta el fin de los tiempos, serán cobardes los oficiales. ¡Malditos! Sabían que íbamos a morir todos. ¡H… de p…! ¡Traidores!

      T: Sigue un poco más.

      A: Mis decuriones me decían…

      T: ¿Sí?

      A: …¡Pompeyo, hijo de puta! ¡Pompeyooooo! ¡Hijo de puta! —gritando violentamente y retorciéndose de rabia—. ¡Traidor!!!

      T: Eso es. Sigue adelante.

      A: ¡Estoy muerto y estoy acá! —sorprendido y azorado.

      T: Retrocede un momento antes de tu muerte. Al momento exacto en que te clavan la espada.

      A: ¡Ahhh!

      T: Eso es. Siente el impacto. ¿Qué estás sintiendo?

      A: ¡Frío! ¡Frío! Miro mi espada… Miro esa espada oxidada. Miro a mi alrededor… caigo… Agarro mi espada. ¡No puedo! ¡Mi espada! No… pue… do… mo… verme —con la voz entrecortada—. No tengo fuerza.

      T: Eso es, sigue un poco más.

      A: Mi cuerpo cae… me empujan más la espada. Siento que llega hasta el piso.

      T: Eso es. Sigue hasta desprenderte del cuerpo.

      A: ¡Ahhh! No puedo, estoy acá.

      T: No importa. Sigue hasta donde puedas.

      A: No siento nada. Parece… que comienzo a elevarme… como si algo me absorbiera.

      T: Eso es, sigue un poco más.

      A: ¡No tengo forma! —totalmente sorprendido—. ¡Me miro y no tengo forma! (Vean qué notable. Es una experiencia totalmente virgen, sin conocimiento previo y está descubriendo que no tiene forma. ¡Está volviendo a ser esencia!)

      T: Eso es. ¿Dónde está tu cuerpo?

      A: Lo estoy mirando, abajo. Se va alejando. Lo siguen ensartando con lanzas y no siento nada, y me río.

      T: Eso es, un poco más.

      A: Lo quiero agarrar y no puedo. Quiero desquitarme de mi asesino y no puedo.

      T: Eso es, muy bien. Sigue adelante.

      A: Pero siento que muero en buena ley. Si yo maté, ¿por qué no me van a matar a mí? Mirá vos, che.

      T: Eso es, sigue adelante.

      A: Ya no veo nada más. Todo es blanco, todo es energía.

      T: Eso es, sigue un poco más.

      A: Parece que soy el dueño del universo. No hay trabas, no hay nada, no hay barreras. Voy para cualquier lado, pero no veo nada.

      T: Y fíjate. ¿Hay alguien allí, que te reproche algo? ¿Hay alguien allí que te señale con el dedo?

      A: ¡No! Me dan a entender que… Parecen dioses… son… masas energéticas… ni los veo. Parecen masas energéticas.

      T: ¿Y qué te dan a entender?

      A: Felicidad. Son evoluciones. Son caminos… Pero no tengo nombre… No soy nada… No tengo forma… Me miro… y no me veo.

      T: ¿Qué eres?

      A: Nada

      T: Fíjate bien, ¿qué eres?

      A: Energía… energía... —silencio prolongado.

      T: ¿Qué está pasando?

      A: Estoy siendo absorbido por un túnel negro. Se terminó la paz… Veo mi casa… Veo mi madre…