Te regalo el fin del mundo. José María Villalobos. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: José María Villalobos
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788417649586
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      TE REGALO EL FIN DEL MUNDO

      Autor: José María Villalobos

      Correción: Isaac López Redondo y Daniel García Raso

      Arte y maquetación: Domi Vakero

      Ilustraciones de portada: Daniel Cisneros

      Primera edición: Marzo 2020

      ISBN: 978-84-17649-58-6

      Producción del ebook: booqlab

      ©2020 Ediciones Héroes de Papel, S.L.,sobre la presente edición

      P.I. PIBO. Avda. Camas, 1-3. Local 14. 41110 Bollullos de la Mitación (Sevilla)

      Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra:

      (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

      Doy las gracias a la familia que me tocó en suerte.

      A la mujer que me eligió.

      A los Héroes de Papel que me acogieron en sus filas.

      Les quiero y admiro.

      Y gracias al cine, a los videojuegos, a la música, a la literatura y la poesía, a los tebeos, porque no se limitaron a hacer mi vida más llevadera, la convirtieron en un viaje alucinante.

      NOTA DEL AUTOR

      Te saludo, querido lector. Tienes entre las manos una aventura en formato reversible. Eso quiere decir que cuando termines la novela podrás girarla verticalmente y seguir desde la contraportada. Te espera allí una colección de relatos acerca del universo descubierto que te hará asentir con complicidad. Y sí, ahora mismo estás en el lado correcto. Que disfrutes del viaje.

      ÍNDICE

       PARTE I

       PARTE II

       PARTE III

       PARTE IV

       PARTE V

       PARTE VI

       PARTE VII

       PARTE VIII

       PARTE IX

       PARTE X

      ¿Adónde iremos cuando la Tierra ya no sea habitable,

      si la respuesta no se halla en las estrellas?

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      ANHELO DE KANSAS

      El sol resbala vencido y perezoso entre las Torres Gemelas pintando de tonos anaranjados el atardecer. A Roy le gusta observar ese momento desde la ventana de su apartamento en N-Manhattan. Lejos de resultar placentera, la escena le deja siempre una sensación de extrañeza y misterio. En el mundo real, mirar directamente el candente astro quemaría sus pupilas, pero aquello no es el mundo real sino una postal digital, un reflejo idealizado de lo que una vez fue.

      A finales del siglo XXI, tras casi una década desde el Gran Apagón de la Realidad, la mente humana había ido sepultando la remembranza del mundo físico por cuestiones meramente prácticas. Teniendo en cuenta que todo un nuevo universo virtual se mantenía en pie gracias a la capacidad de procesamiento de los cerebros de los supervivientes, bien estaba sacrificar los recuerdos de una infancia feliz o desdichada, de los paseos cogido de la mano de aquel amor de juventud o del sabor de un helado sentado en un banco en el parque, por mantener en pie el presente y el futuro de la humanidad.

      Roy había pensado hacía tiempo en el alto precio a pagar que suponía ponerse en manos de multinacionales tecnológicas pero, al fin y al cabo, no existía ninguna otra posibilidad de sobrevivir en un planeta calcinado. La teoría de que sin la implicación humana la Tierra se regeneraría más rápido de lo que uno pudiera imaginar se desvanecía poco a poco, casi sin darse cuenta, con el lento paso del tiempo. Un importante grupo de resistencia había surgido para poner en entredicho a K-Corp, la gran corporación que se había adueñado de los sueños de todos. Los rumores que propagaba la insurgencia sobre una Tierra ya de nuevo habitable chocaban con la brutal represión de los altos poderes y la apatía general. A Roy le daba la sensación de que cada vez importaba menos volver a pisar en firme sobre el asfalto, hundir los dedos de las manos en la arena de una playa o notar el frescor de la hierba bajo los pies desnudos. Reconstruir un mundo en ruinas resultaba además menos atractivo que expandirse hacia las estrellas en un siempre excitante universo procedimental.

      Esa mentalidad había ido arraigando en su cabeza cada vez más, pero hoy, 21 de junio del año 8 tras el Gran Apagón, ocurre algo. Roy encuentra entre la niebla que enturbia su memoria el recuerdo de la Dorothy de viejo celuloide, de cómo, viendo de pequeño El mago de Oz, le decía a su madre que no entendía por qué la protagonista quería abandonar aquel fantástico reino multicolor para volver a un Kansas en blanco y negro. Mientras el sol digital desaparece tras el horizonte de N-Manhattan para dar paso al habitual cielo cubierto de auroras boreales, aparece la respuesta en su cabeza: «Porque Dorothy sabía que Oz no era real, sabía que aquel no era su hogar, no lo era, maldita sea». Roy baja la persiana y se dirige hacia la calle con un pensamiento que no debería estar ahí: «Y este lugar tampoco es el mío».

      PROYECTO NUEVA GÉNESIS

      Las sondas se adentraron en la nada. Líneas divergentes partiendo en múltiples direcciones hacia lo desconocido. Cada cierto tiempo, un planeta se generaba al paso de uno de los bots y este mandaba los datos a sus creadores. Un sistema solar quedaba fijado pocos segundos después en el mapa estelar. Desde la superficie de uno de esos nuevos mundos el cielo rosado cubrió bajo su manto la rica orografía. Enormes bestias comenzaron a moverse con lentitud al calor de una recién nacida estrella. Antes de la llegada de la sonda solo existía el vacío. No había preexistencia, solo un algoritmo madre, una semilla de falsa vida que en un momento dado activaría la génesis.

      En la sala de control, el viejo y sabio doctor Nolan Jonas y un selecto grupo de reputados científicos, ingenieros y desarrolladores de videojuegos observaban atentos la explosión de aquel big bang inédito. Un lienzo sin límite capaz de albergar más de cuatrocientos mil millones de estrellas había obligado a experimentar primero con bots, sondas digitales que lanzar hacia el infinito para comprobar si nada colapsaba los planes previstos.

      —Doctor, es hora de dar el salto, ¿No le parece?

      Nolan, de expresión cansada, se volvió para responder a su recién llegado interlocutor.

      —Señor Klauss, da la sensación de que solo aparece usted por aquí cuando lo cree conveniente. Aunque esta vez se ha adelantado.