Kylie cerró los ojos y suspiró. Calcetines se acercó a ella y se ocultó bajo la colcha, mientras una mujer muerta y calva se paseaba por la habitación, murmurando que no podía recordar una mierda. Kylie exhaló profundamente, y de sus labios salió vapor que serpenteó lentamente hacia el techo.
—No me acuerdo de nada —balbució el fantasma—. De nada salvo el vacío.
Qué lejos estaba de imaginar la mujer cómo la envidiaba Kylie ahora mismo. Deseaba poder olvidar. Olvidar esa mirada de ira en los ojos de Derek, olvidar la repentina tensión que sintió en el cuerpo de Lucas cuando se puso del lado de Derek. Olvidar que ella podría ser la responsable del asesinato de una pareja de ancianos y de haber enviado al detective, el señor Smith, al hospital.
—¿Cómo se dice cuando no puedes recordar quién eres? ¿No hay una palabra para eso?
—Amnesia.
Kylie consideró decirle a la mujer sin nombre (el espíritu necesitaba un nombre, y «la mujer sin nombre» era tan bueno como cualquiera) que su pérdida de memoria podría tener más que ver con la cicatriz que le recorría la cabeza que con un episodio normal de amnesia. Pero Kylie supuso que la razón por la que la mujer sin nombre no podía recordar en realidad no importaba, era el hecho de que no tuviera memoria lo que era un problema. ¿Cómo demonios iba a ayudar a un fantasma que ni siquiera sabía cómo se llamaba?
Kylie sospechaba que si le hiciera esa pregunta a Holiday, la directora del campamento le diría que empezara a buscar pistas en las palabras de la mujer y en su forma de vestir. Los pantalones vaqueros y la camiseta que vestía no servían mucho como pista. En cuanto a la cabeza rapada y la cicatriz, sí, eso sí podría ser una pista. Sin embargo, cuando Kylie vio por primera vez a la mujer, tenía pelo y parecía que le hubiesen abierto el abdomen en canal. ¿Era eso también una pista?
Mierda, Kylie ni siquiera estaba segura de que la mujer supiera que estaba muerta, y preguntárselo de sopetón le parecía un poco fuerte.
—Es que no entiendo por qué no puedo acordarme de nada —dijo la mujer sin nombre.
Kylie se llevó la mano a su dolorida sien. En ese momento no estaba de humor para lidiar con aquello. Aunque no es que pudiera elegir. Además, los fantasmas no parecían responder a los «vuelva usted mañana».
—¿Me estás escuchando? —preguntó la mujer.
Kylie abrió los ojos y se incorporó un poco. Calcetines meneaba su cola blanquinegra debajo de la sábana.
—Sí, solo que…
—¿También te duele la cabeza?
Kylie levantó la mirada hacia la fiera cicatriz de la mujer.
—Un poco. —Tiró ligeramente del edredón del extremo de la cama para resguardarse del frío—. Pero solo son problemas de chicos.
—¿Problemas de chicos? —La mujer sin nombre frunció el ceño—. Ten cuidado. Los chicos (y los hombres) pueden hacerte daño de verdad. —Las palabras sonaron sentidas.
¿Era eso otra pista?
—¿A ti te han hecho daño? —preguntó Kylie.
La mujer dejó de moverse y arrugó una ceja.
—Es posible. No me acuerdo.
—Inténtalo, quiero decir, lo has dicho como si realmente te acordases de algo.
Cuanto antes consiguiese que el fantasma recordase quién era, antes podría descubrir lo que necesitaba y ayudarle a seguir su camino.
El espíritu se llevó el dedo índice a la frente.
—No. Nada. No hay nada aquí arriba. —Acercó la mano al cráneo y se pasó un dedo por la cicatriz. Kylie no estaba segura de si la acababa de descubrir o no.
—¿Recuerdas lo que ocurrió? ¿Cómo te hiciste ese corte en la cabeza?
«¿Cómo moriste?». Holiday le había explicado que muchas veces, cuando la muerte había sido repentina o dramática, la capacidad de recordar del espíritu se veía mermada. Sin embargo, para ayudarlos a pasar al otro lado, los detalles de su muerte podían ser fundamentales.
—No. —La mujer sin nombre comenzó a pasearse de nuevo—. Odio no saberlo.
Después de algunas vueltas más alrededor de la habitación, el fantasma dejó de hablar, y Kylie volvió a pensar en Derek, en cómo su corazón se había sobresaltado en su presencia. No podía evitarlo, pero se preguntaba si eso significaba que sus sentimientos por Lucas no eran tan intensos como había temido al principio.
De repente, el fantasma se detuvo frente a su cama y clavó la mirada en Kylie.
—Te he dado el mensaje, ¿verdad?
Kylie se incorporó un poco más.
—Lo has mencionado, pero ¿puedes repetirlo otra vez? —Tal vez el mensaje no fuera en realidad un mensaje, sino una pista.
—Alguien vive. Alguien muere. —Bajó la voz hasta que quedó reducida a un suspiro que le pareció sacado de una película de terror—. Eso fue lo que ellos me dijeron que te dijera.
—¿No sabrás, por casualidad, qué significa eso? —Bajo las sábanas, Kylie apartó la nariz de la mofeta de sus costillas. Teniendo en cuenta el miedo que el amiguito tenía a los fantasmas, el destino se la había jugado de verdad al unirlos.
—Yo… —El espíritu entrecerró los ojos como si tratara de concentrarse—. No lo dijeron.
—¿Quiénes son ellos? —Kylie estaba preocupada por la mención de la muerte, pero teniendo en cuenta que se las estaba viendo con un fantasma amnésico, no estaba segura de cuánta credibilidad debía otorgar a su mensaje.
La mujer sin nombre se acercó despacio, descendiendo por el lateral de la cama. Sus luminosos ojos verdes rebosaban miedo.
—Tú sabes de quién es.
—No, no lo sé.
El espíritu se mordió el labio inferior como si no se atreviera a pronunciar el nombre. Entonces se inclinó hacia adelante, y colocó los labios azules a solo unos centímetros de la cara de Kylie.
—Los ángeles de la muerte. —Cristales helados flotaron desde su boca y cayeron en cascada sobre la colcha de Kylie.
Calcetines salió de debajo de las sábanas, saltó al suelo y se escondió bajo la cama.
—¿Los ángeles de la muerte? —Kylie trató de procesar la respuesta—. ¿Cómo sabes que existen? —De repente se dio cuenta de que ni siquiera había comprobado si la mujer era un ser sobrenatural.
Con la mirada clavada en la frente del espíritu, Kylie tensó el ceño. Nada. Lo que quería decir algo. Todo el mundo tiene un patrón cerebral, ¿no? Hasta los humanos. Kylie había visto el patrón cerebral de Daniel, y Holiday le había dicho que había escaneado a Nana para comprobar el suyo, así que Kylie sabía que los fantasmas no lo perdían después de morir. Entonces, ¿por qué este fantasma no tenía un patrón?
Kylie cerró los párpados, entornó los ojos y se concentró. Seguía sin haber nada. El aliento helado del espíritu parecía haberse enfriado, y se clavó en las partes al descubierto del cuerpo de Kylie. Se tapó con la sábana hasta la barbilla, se apartó del espíritu y le hizo la pregunta que ella odiaba que le hicieran: