Aunque había parado de llover, todavía notaba el olor a lluvia en su ropa y su pelo. Pero no ocultaba el olor que reconocía como el de Derek.
Notó el teléfono en la mano y lo miró.
—Siento no haberte devuelto la llamada antes —dijo Derek, como si creyera que esa era la razón que la había llevado allí—. Tuve que apagar el teléfono cuando estuve en el hospital con Brit.
Ella asintió, sin estar completamente segura de si lo creía, notando como la emoción le subía por la garganta. Le ardían las fosas nasales, pero estaría perdida si lloraba. No, no iba a llorar en ese momento. No iba a llorar ahí.
—¿Adónde fuiste cuando te marchaste de Shadow Falls?
—Burnett me encargó un trabajo. —Dudó—. La verdad es que se supone que no puedo hablar de ello.
Eso le dolió. Sabía que lo más seguro era que estuviera diciendo la verdad, pero había habido un tiempo en que no hubiera creído posible que existieran secretos entre ellos.
Sus miradas se encontraron, y observó las motas doradas que se mezclaban con el verde de sus ojos. Vio emoción en ellos. Dolor, celos, traición, ira. Descubrió que los dos sentían lo mismo.
Durante una fracción de segundo, se dijo a sí misma que él no tenía ningún derecho a sentir esas cosas, pero nunca había sabido mentir bien, ni siquiera a sí misma. Lucas la había besado. Sentía algo por Lucas, algo confuso, pero algo. ¿Cómo podía estar tan enfadada con Derek y no aceptar que él también tenía motivos para estar enfadado?
Parpadeó. La situación se volvió más incómoda a medida que el silencio se prolongaba.
—He venido aquí a preguntarte algo… —Levantó la mano con el teléfono, pero luego la dejó caer otra vez contra su costado—. Pero de repente me he dado cuenta de que no me debes una respuesta. Lo siento, yo… —Incapaz de terminar, se dio la vuelta con la intención de irse.
El la agarró. Nada más sentir el tacto de su piel, Derek se apartó. Eso también le dolió. ¿Tocarla era tan desagradable que lo hacía retroceder?
—Preguntarme ¿qué? —Frunció el ceño—. ¿Qué te tiene tan enfadada?
—No es nada. Estoy bien. —Empezó a alejarse otra vez.
—¡Maldita sea, Kylie! —Se colocó delante de ella de un salto—. No me mientas. Soy capaz de sentirlo, ¿recuerdas? Siento todo lo que sientes multiplicado por diez. Estás muy enfadada por algo y has venido aquí para decírmelo, así que dilo.
Ella vaciló y encendió el teléfono de Della.
Él la observó.
—¿Qué estás…?
—Espera y verás. —Encontró la foto y se la mostró.
Su expresión facial pasó del enfado a… algo diferente.
—Mierda. —Se pasó una mano por la cara.
—No pasa nada —dijo Kylie—. Soy consciente de que no me debes ninguna explicación, de verdad. He reaccionado de manera exagerada. —Intentó esquivarlo, pero él la volvió a sujetar. Esta vez esperó unos segundos antes de apartarse.
—Por favor no te vayas —dijo—. Mira, esa es Ellie. Te hablé de ella cuando nos conocimos. Salí con ella durante un tiempo. Nos encontramos cuando estaba haciendo ese trabajo para Burnett. Estaba… Ellie solo estaba contenta de ver a alguien que conocía.
—Sí, se la ve feliz —dijo Kylie con cierto sarcasmo, antes de poder detenerse.
—Parece más de lo que realmente fue —contestó Derek, sin poder ocultar la culpa que destellaba en sus ojos.
—De verdad, no tienes que explicarme nada —respondió Kylie, consciente de repente de lo injusto que era pedirle explicaciones. Lo último que quería era que él le pidiera explicaciones por lo ocurrido con Lucas. Cerró el teléfono y lo metió en el bolsillo—. No tienes que…
—Sí. Sí tengo que explicártelo —la interrumpió bruscamente Derek. Inhaló una gran cantidad de aire y vaciló antes de comenzar a hablar de nuevo—. Mira, pensaba decírtelo de todas formas.
—No. No ibas a hacerlo —respondió. Aquello le parecía imposible de creer—. No es que te culpe, en realidad no estábamos saliendo. No tienes que explicarme nada.
—Iba a decírtelo. No tengo otra opción.
Lo estudió, sin saber muy bien a qué se refería, y vio más culpa en sus ojos.
—Mira —dijo él—. Ellie está aquí. La he traído conmigo al campamento.
El rayo que había caído a unos metros de ella la había sorprendido menos que aquella confesión, pero se sintió muy orgullosa de sí misma por disimularlo. Aunque no tenía que disimularlo. Él lo sentía, pero eso no le impidió fingir, y si fingía lo suficiente, incluso ella misma podía llegar a creérselo.
—Vaya, eso está bien. —Se obligó a sonreír.
—Tuve que hacerlo, Kylie. Se escapó de casa y estaba viviendo en un infierno en aquella comuna. Necesitaba ayuda.
—Me alegra que la ayudaras.
—¡Dios, Kylie! Maldita sea, deja de fingir que no puedo leer tus emociones. Soy yo, joder.
—Pues deja de hacerlo. —De repente, se le hizo un nudo en la garganta. Las lágrimas amenazaban con aparecer, pero se contuvo.
—Ojalá pudiera, resolvería todos nuestros problemas. ¡Ojalá pudiera detenerlo! —Sacudió una mano en el aire, enfadado.
—¿A qué te refieres? —preguntó Kylie.
Él sacudió la cabeza y preguntó:
—Sigues sin entenderlo, ¿verdad? Estar cerca de ti es como meter el dedo en un enchufe emocional. No sé por qué. No era así al principio. Vale, te sentía más que a otras personas, pero durante el último mes eso se ha multiplicado por diez. Cuando estoy contigo, siento como si me bombardearan… como si tus emociones me atacaran. No puedo pensar con claridad, no puedo razonar. Y cuando alguien menciona el nombre de Lucas, siento tus emociones conectadas a él y… —Inhaló de nuevo—. Igual lo que sentía era incluso más de lo que tú misma sentías, pero… es que era incapaz de controlarlo. Y no solo era por Lucas. Si estabas enfadada con tu padre, notaba tu dolor y me entraban ganas de matar al idiota. No podía soportarlo más.
Ella dio un paso atrás, esperando que unos centímetros más de distancia lo ayudaran.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—Lo hice, o lo intenté. Pero no me escuchaste. Oh, joder, seguramente no lo dejé claro porque no lo entendía. Todavía no… lo entiendo. Solo sé que estar cerca de ti me vuelve loco. —Volvió a pasarse una mano por el pelo—. Esperaba que al volver todo eso hubiera cambiado.
—Y ¿no lo ha hecho?
—No —contestó Derek, negando con la cabeza.
—¿Has hablado de esto con Holiday? —Una ráfaga de brisa le revolvió el pelo, húmedo, y trajo el olor de la luz del sol, como si la tormenta hubiera terminado. Ojalá la tormenta que bullía en su interior hubiera hecho lo mismo.
—No. No quiero hacerlo…
—Pídele ayuda —lo interrumpió. Un brillante rayo de sol se abrió paso a través de las nubes bajas y la obligó a entrecerrar los ojos.
—No es eso. No quiero que intente colarse en mi cabeza para leer mis emociones. He visto cosas en las mentes de otras personas que no querían que viese. Prefiero mantener las mías en privado. Es como ver a alguien desnudo.