Alexandra
¿Seguro?
Júlia
Los tíos son imbéciles, Alexandra
Alexandra
¿Me lo dices o me lo cuentas?
Júlia
Es que no ho entenc
Alexandra
Es todo un giro inesperado de guión
Júlia
…
Alexandra
¿Júlia? Perdona si te ha molestado la broma
Júlia
Ah no, tranquil·la, no et preocupis cari, no em molestes
Alexandra
Perdona
Júlia
No, en serio, no molestes mai, Alexandra
Alexandra
Bueno, que sepas que estoy aquí para lo que necesites, ¿vale?
Júlia
Ho sé
Alexandra
Bien
Júlia
M’he follat a un gilipolles
Alexandra
¿¡Cómo!?
Júlia
I no sé perquè t’estic dient això, però t’ho volia dir, ara pensaràs que sóc una boja que et ve amb els seus problemes i totes aquestes coses
Alexandra
Júlia, ¿estás bien?
Júlia
Sóc imbècil, tia
Alexandra
No, no lo eres, dime, ¿estás bien?
Júlia
Necessito sortir d’aquí
Alexandra
¿Dónde estás Júlia?
Júlia
És que sempre em passa això, em penjo de capullos. Necessito una abraçada…
Alexandra
Si estuviera allí te daría todos los abrazos del mundo
Júlia
Ho sé, ets molt bona amb mi. Alex, yo quería que me abrazase
Alexandra
¿Cómo? No entiendo
Júlia
El capullo ha marxat després de follar. Jo què sé
Alexandra
Júlia, yo te abrazaría y no te soltaría nunca, lo sabes ¿no?
Júlia
No et mereixo, cuca
Alexandra
Bueno, eres colega, a las colegas se las cuida. Si estuviera en Barcelona iría a tu casa a buscarte, te daría ese abrazo y luego, si quisieras, iríamos a partirle las piernas al capullo ese.
Júlia
Ets massa bona, Alex
Alexandra
Te digo lo que siento. Y luego nos iríamos a Marina a beber, porque no te dejaría sola en toda la noche
Júlia
Què cony he fet per trobar-te? No et mereixo
Alexandra
Calla, no seas idiota. Me sabe mal estar a 600km de allí y dejarte sola
Júlia
No estic sola, estic parlant amb tu, no saps com curen les teves paraules
Alexandra
Se me va a apagar el móvil y encima esta zona casi no tiene cobertura, llego en una hora
Júlia
Sense problema cari, no et preocupis
Alexandra
Te hablo en cuanto lo cargue un poco, ¿vale?
Júlia
Gràcies cuca
Alexandra
Gracias a ti, Júlia, por confiar en mí
Júlia
A tu, sempre a tu, vigila el trosset que et queda si us plau. Molts petons
Alexandra
Muchísimos más para ti, preciosa
Me he follado a un gilipollas. Esa fue la jodida frase con la que me enamoré de ella, con la que le cogí cariño y quise empezar a cuidarla. Mi perdición. Ahora lo veo como la guadaña de la muerte. Ahí estaba yo, con complejo de salvadora de cachorros, recogiendo a todos los perros apaleados que encontraba por la calle. Tengo un puto problema con eso.
Júlia, te juro que lo único que quiero hacer contigo es ir a tu puta casa y arrastrarte de los pelos por media Barcelona para que todo el mundo se entere de lo zorra que eres. Te puedes follar a quien quieras pero luego no te quejes de que no te han abrazado. Para eso tenías a tu señor. Hasta que el tío se largó cuando se enteró de todo.
Ella era así, iba picando por todos lados y jodiéndole la vida al prójimo. Os recuerdo que me enamoré tras meses de persecución por su parte. Ella era el cazador y yo su la presa. Todo esto sin saberlo. Iba feliz como un conejo por el campo hasta que, ¡zas!, la muy puta me vino con aquello de que no la habían abrazado después de follar y que se había pasado por la piedra al gilipollas ese. Lo sé, la más gilipollas de toda esta historia no es el capullo de Adrià o la zorra de Júlia, sino yo, la ilusa que tiene un ego de aquí a la luna creyendo que la gente puede cambiar por amor.
Por amor a mí, claro, porque soy rubia, divina y llevo gafas de sol negras como Godard.
Ahora creo que lo del abrazo era mentira y me lo dijo para que estuviera pendiente de ella. Caí como la imbécil que soy. Adrià no era el único amante que había tenido Júlia; que tuviese amantes no me escandalizaba pero me jodía que lo justificara con sus chapas feministas y luego me soltara que la prostitución estaba de puta madre y el porno empoderaba a las mujeres. Claro, porque eso de que fuese un negocio de miles de millones de euros que sometía a la mujer a la voluntad del hombre, que nos cosificaba y nos trataba como simples objetos al placer de los salidos de turno, eso no. ¿Luchaba contra alguna injusticia? Pues vaya feminismo el suyo. Para eso molaban más los franceses. Para ellos divorciarse y tener amantes era como para nosotros la Guerra Civil; en todas las pelis francesas siempre hay alguien divorciado o divorciándose o que al final acaba rompiendo con su pareja; no importa que la película sea de acción, comedia o drama, qué más da, lo importante es ser infiel. Coño, de eso sí que saben. Pero Júlia no es francesa —ni estaba cerca de serlo—, por aquél entonces era una indepe aspirante a clase media que hablaba de Judith Butler dándome lecciones cuando jamás había leído un libro suyo. “Em fa bola” me decía. Y yo solo quería comerle el coño.
Lo que tenía que aguantar por un polvo y un poco de amor.
En la lista de tarados también estaba un intelectualoide de la burguesía catalana, un músico frustrado reconvertido en filósofo que predicaba por las teles, radios y diarios lo mucho que su polla molaba y como de idiotas eran todos los que no le comprendían. Gerard Germà se llamaba el anormal. Este tipo había sido amante de Júlia y, de regalo, le había pegado una bonita gonorrea.
Nunca entendí qué veía en los tíos que se follaba ni por qué iba detrás de esos misóginos de manual. Supongo que eran los únicos que le hacían