Formación de la ciudadanía en primera infancia en entornos de vulnerabilidad. Nelly Patricia Bautista Cárdenas. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Nelly Patricia Bautista Cárdenas
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Математика
Год издания: 0
isbn: 9789587601121
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a la infancia, se está pensando solo en los intereses propios de adulto como fuente de poder, por lo que es indispensable actuar sobre los futuros, nuevos y prometedores ciudadanos.

      Por último, en la justificación jurídica de la noción de preciudadanía se resalta la adhesión que tiene la moral con el bien jurídico, en particular en lo referente a la infancia ya que relaciona el desarrollo moral del niño y de la niña con lo expresado en la Convención sobre los Derechos del Niño (1989).

      (…) la importancia que adquiere la formación moral en el desarrollo del niño es central e importa un serio rol activo de la sociedad, de los grupos, de las familias y, también, del Estado. Estas son, a lo menos algunas de las perspectivas básicas de esta noción de preciudadanía que viene a darle pleno sentido y consistencia política, moral y jurídica a la circunstancia de niños que son parte fundamental del sistema democrático futuro y que forjan hoy sus convicciones en las insospechadas formas de socialización que el desarrollo de cada cual permite. (García & Micco, 1997, p. 252)

      La teoría de la preciudadanía se convierte en una denuncia para reclamar los derechos ciudadanos de la primera infancia. De la misma manera, Alejandro Cussiánovich (2001) llama a la reflexión sobre las poblaciones que están sujetas a condiciones de pobreza, lo que afecta también su proceso de formación ciudadana. La pobreza que descansa sobre una parte de la población es la pobreza de una sociedad que pretende culpar a los ricos de esa situación. Con esto se restringe el análisis a los aspectos morales y éticos como una forma de sustraerse de estudios más sólidos desde una mirada científica.

      Hablar de pobreza es tocar el grave problema de la desigualdad y de las desigualdades; es preguntarnos por la credibilidad de la democracia y la gobernabilidad; es retomar la viabilidad y consistencia de nuestros discursos sobre la condición ciudadana de los excluidos. (Cussiánovich, 2001, p. 17)

      La pobreza es una construcción social sobre las relaciones que el sujeto establece con los otros, que a su vez etiquetan la situación con calificativos de culpa, mala suerte, injusticia. Así, la pobreza entra a formar parte de la identidad de las personas a partir de las representaciones sociales que “se sitúan en el punto donde se interceptan lo psicológico y lo social” (Alain Touraine citado por Cussiánovich, 2001, p. 19). Las personas en situación de pobreza también crean sus propias representaciones como expresión de sus vivencias convirtiéndolas en un “problema espiritual, de fraternidad, de projimidad, de salud societal, de subjetividad colectiva, de trastoque simbólico” (Cussiánovich, 2001, p. 17).

      La pobreza para la primera infancia se convierte en una “estructura psíquica adquiriendo de esa manera estatus independiente de una realidad entendida como instancia ajena al sujeto” (Cussiánovich, 2001, p. 18). Desde esta situación establece su relación con el entorno social en que se encuentra, siendo materia relevante para el desarrollo de una noción de ciudadanía. Como afirma Cussiánovich, la pobreza conlleva un estado de exclusión que se revierte en un estado de incapacidad subjetiva u objetiva de orientar la ciudadanía y de disfrutar los beneficios que le corresponden al sujeto en calidad de ciudadano. Así mismo, la pobreza menoscaba la motivación de relacionarse y adaptarse al ambiente psicofísico.

      La ciudadanía, desde la mirada adultocéntrica, se muestra como una ideología que delimita, cualifica y define a quien puede incluirse en el concepto de sociedad ideal desde lo que existe y lo que no existe; lo que es correcto contra lo incorrecto; lo que es posible contra lo imposible; quien tiene la capacidad de ser ciudadano versus el que no la tiene. Así, en la categoría de ideología, la ciudadanía solo la alcanzan los individuos con determinadas características de desarrollo físico, cognitivo y socioeconómico. Esta lógica restrictiva deja en la periferia la situación específica de pobreza, de infancia y de dependencia eventual. No obstante, son muchas las voces que reclaman el estatus de ciudadanía como un derecho universal que debe alcanzar el ser humano en cualquiera de sus etapas del ciclo vital.

      Martha Herrera y Diego Muñoz (2008) se unen a los teóricos que plantean nuevas concepciones de ciudadanía incluyendo a la juventud. Con su planteamiento buscan zanjar la distancia de las personas en la participación social y política basada en las condiciones humanas, para buscar mejorar la calidad de vida. Hacen referencia a las tensiones históricas entre el Estado y la sociedad civil que han polarizado la noción de ciudadanía. Además, se ha entendido lo ciudadano como un compendio de acciones que deben asumir las personas en su relación con la sociedad.

      Desde esta mirada crítica sobre la ciudadanía moderna se reconoce que su acepción delimita este estatus a solo un sector de la sociedad. Herrera y Muñoz (2008), en su reflexión, no concuerdan con el concepto de preciudadanía cuando se refiere a la juventud, ya que asumen el término en relación con el imaginario social de la juventud como problemática, como sujetos en riesgo o como predelincuentes. De ahí que se reclama la categoría de ciudadano para la juventud, reconociendo su potencial para autogestionar su propia existencia, puesto que tiene capacidad de agencia y de autorreferencia en relación con los otros.

      La condición de ciudadanía para la juventud reclama una formación política buscando interacción con sus congéneres, infantes y adultos, para ello es necesario reconocer “como asunto central de su formación política y ciudadana (…) su reflexividad, fiabilidad, agencia, libertad, performancia y decisión en la construcción de su futuro” (Herrera & Muñoz, 2008).

      Como puede observarse, la noción de ciudadanía está en reflexión y reconstrucción permanente para ampliar su cobertura a poblaciones que antes se consideraban fuera del concepto. Todos los sujetos en cuanto seres sociales y gregarios deben ser considerados ciudadanos desde la mirada de la complejidad, la pluralidad y el cambio derivado de un desarrollo humano permanente. La primera infancia es también la primera posibilidad de ser ciudadano.

      Figura 5. Ciudadanía en primera infancia.

      Fuente: elaboración propia.

      El estado de la investigación sobre ciudadanía en primera infancia

      Existen numerosas investigaciones sobre la formación ciudadana en la educación escolar. No obstante, tras una revisión documental de artículos científicos recientes, libros especializados en ciudadanía y bases de datos de algunas universidades, fue poco el insumo investigativo encontrado con respecto al tema de la ciudadanía en la primera infancia, en comparación con los estudios realizados con respecto a otros ciclos evolutivos. En esta revisión se encontraron textos de España, Perú y Colombia.

      En los documentos encontrados, se visibiliza fundamentalmente una necesidad de cobertura en las investigaciones de ciudadanía en la niñez temprana. A continuación, se resumen algunas de las investigaciones recientes sobre el tema.

      Infancia y representaciones sociales (Casas, 2006). En este articulo, el autor hace un análisis y revisión de los factores que afectan las representaciones sociales que comparten los adultos con respecto a la infancia en la sociedad occidental. Encontró que la representación social sobre la infancia, se sintetiza en que los menores son vistos como seres humanos fundamentalmente distintos e inferiores a los adultos, son rotulados como los aún-no. Las representaciones sociales sobre las necesidades y problemas de la infancia, se condensan en la idea de que esos son asuntos fundamentalmente privados que corresponden a la vida de sus padres y ocasionalmente a sus maestros y pediatras. Las representaciones sociales sobre las formas óptimas de intervenir para mejorar la siutación de la población infantil, se limitan al paradigma de especialización que actualmente ya está superado. Con estos conceptos se demuestra la importancia de un cambio psicosocial para evitar que se sigan manteniendo las antiguas representaciones sobre la infancia que están generando rupturas en la comuncación entre generaciones.

      Infancia. Entre educación y filosofía (Kohan, 2004). Es un libro en el que se plantea que la infancia se ha entendido siempre desde la perspectiva del adulto, como un tiempo transitorio que sirve de preparación para la adultez. El autor reclama la necesidad de ver al niño de otra manera no restringido a un período de tránsito, sino como un ser realmente significativo, capaz de pensar y razonar. Kohan presenta en su trabajo tres mitos que atraviezan el concepto