Historia secreta mapuche 2. Pedro Cayuqueo. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Pedro Cayuqueo
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789563247879
Скачать книгу
inaudita estuve tentado a pasarme al lado de los araucanos y hacerme solidario con ellos en su defensa de la tierra y de sus derechos que nosotros les íbamos a arrebatar”.

      No fueron solo palabras de buena crianza.

      Tras un duro artículo publicado en el periódico La Patria y dirigido contra el general José Manuel Pinto, su jefe directo y responsable de la infame guerra de exterminio contra los mapuche, Del Canto terminó destinado a la Baja Frontera, la actual provincia de Arauco.

      Allí tuvo a su cargo delinear el pueblo de Cañete, siendo el primer gobernador de dicho departamento. Mismo cargo ejercería en el puerto de Lebu, donde además fundó el periódico El Araucano. También participó activamente en la fundación de los fuertes de Contulmo, Purén y Lumaco.

      Años más tarde destacaría como uno de los oficiales chilenos más prestigiosos en la Guerra del Pacífico y como comandante en jefe del Ejército Constitucional que derrotó al presidente Balmaceda en la guerra civil de 1891. Su nombre incluso circularía como eventual candidato presidencial en las contiendas políticas de fines del siglo XIX.

      Pero no nos perdamos; volvamos al análisis de la superioridad militar chileno-argentina sobre los guerreros mapuche.

      El historiador José Bengoa, en su monumental Historia del pueblo mapuche (1983), da cuenta de otro hecho técnico-militar de gran trascendencia en el desarrollo de las campañas: el cambio realizado en el verano de 1871 por la caballería del ejército chileno de la carabina Minié a la de repetición Spencer.

      Ello, a su juicio, cambió para siempre el curso de la guerra.

      Así lo pudo comprobar el millar de guerreros al mando de Epuleo, hermano del toqui Kilapán, que el 25 de enero de aquel año atacó el fuerte y poblado de Collipulli, sin éxito.

      Ocurrió que en el referido combate con el mayor David Marzán, donde hubo tantas bajas mapuches, se usaron por primera vez estas armas. Al primer disparo de los soldados los mapuches salieron de sus escondites y se abalanzaron al cuerpo a cuerpo. La costumbre preveía que allí los soldados debían recargar; el pánico fue grande cuando vieron que no había recarga, sino disparo continuo. Esta arma cambió la guerra. Un grupo pequeño de soldados podía contener a una gran cantidad de mapuches premunidos de lanzas y boleadoras (Bengoa, 1983:246).

      Otro avance clave de la época fueron los fusiles de retrocarga y de repetición, destacando entre ellos el fusil Remington Rolling Block, un arma excepcional capaz de disparar hasta siete tiros por minuto con un alcance máximo de dos mil metros.

      Fabricado a mediados de 1860 por la empresa E. Remington and Sons de Nueva York, su aparición revolucionó toda la industria de armamentos a escala mundial. También resultaría clave en la etapa inicial del avance norteamericano hacia el oeste y su infame guerra contra las tribus.

      Por su popularidad, el Remington no tardó en interesar a los ejércitos sudamericanos.

      En 1873 el ejército argentino incorporó a su arsenal los modelos 1866/71 y 74, haciendo desaparecer con ello el antiguo fusil a chispa o de pistón en servicio desde las guerras de independencia. El modelo 1866, procedente de Estados Unidos, tuvo su debut en la represión que aplastó el movimiento del caudillo entrerriano López Jordán.

      Durante la mal llamada Campaña del Desierto (1879-1881, presidencia de Nicolás Avellaneda) el general Julio Argentino Roca reforzó a las tropas con diez mil fusiles Remington modelo 1879, bautizados en Argentina como Remington Patria, nombre que recibía todo material adquirido por el Estado para el ejército.

      Sería el modelo reglamentario de la infantería hasta 1891, año en que fue reemplazado por los fusiles y carabinas Mauser. Por su parte, la artillería y la caballería usaban las tercerolas o carabinas conocidas como Remington Colí (‘corto’ en guaraní), de menor tamaño y peso, apropiadas para las actividades de ambos cuerpos.

      Se trataba en verdad de un Remington con el cañón y la culata recortada, posible de usar por los soldados como un pistolón. Fue un arma célebre entre gauchos; así lo prueban sus referencias en la música folclórica trasandina.

      Junto al Remington en Argentina fueron utilizados también los fusiles y carabinas Wernal modelo 1867. Eran de origen austríaco y similar cartucho. Estas dos armas fueron las que utilizaron las cinco divisiones del ejército de Roca durante el avance final sobre el Wallmapu oriental.

      Esta superioridad no pasó desapercibida para los cronistas militares de la época. En 1878, en su célebre obra apologista de la guerra escrita a pedido del propio general Roca, La conquista de quince mil leguas, Estanislao Zeballos da cuenta de un escenario nada auspicioso para los guerreros mapuche:

      El poder militar de los bárbaros está totalmente destruido porque el Remington les ha enseñado que un batallón de la República puede pasear la pampa entera, dejando el campo sembrado de cadáveres de los que osaran acometerlo. ¿Qué esperanza alentaría a los indios al persuadirse de que se avanza resueltamente sobre ellos con todo el poder militar del país? Nuestra convicción y el conocimiento que tenemos nos inducen a creer que los diez mil bárbaros que merodean en el fondo de la pampa van a deponer las armas a discreción en presencia del cerco de bayonetas que los oprimirá al este, al oeste y al centro. Ellos no aventurarán una batalla en que el Remington los diezmaría; y por otra parte, ¿qué pueden hacer mil chuzas [lanzas] que les quedan contra seis mil bocas de fuego, manejadas por un ejército regular? (Zeballos, 1986:412).

      Pero a todos estos avances tecnológicos debemos sumar el arma que definió, sin lugar a duda, el resultado de ambas guerras: la temida ametralladora, invención del estadounidense Richard J. Gatling durante la Guerra Civil norteamericana.

      Su primera versión, que data del año 1861, podía disparar doscientos tiros por minuto y era operada por cuatro soldados. Una década más tarde, hacia 1871, la ametralladora Gatling podía disparar, de forma segura, la devastadora cifra de cuatrocientas balas por minuto. Esta arma fue incorporada por Argentina y Chile a sus arsenales de guerra en la década de 1870.

      Llegó a ser la ametralladora más usada por la artillería chilena en aquel tiempo y sus unidades eran fabricadas por la compañía inglesa Armstrong. Las Gatling adquiridas por Chile tenían calibre de 11 mm, una cadencia de cuatrocientos tiros por minuto y podían también usar municiones para fusiles Comblain.

      Su configuración consistía en diez cañones montados en forma circular. Con ese diseño, mientras un cañón era disparado, los otros nueve estaban enfriándose. Los cañones giraban en torno a un eje central accionados manualmente por medio de una manivela. Los cartuchos eran alimentados desde un cargador montado en la parte superior.

      Por su peso, la Gatling iba montada sobre una cureña y era arrastrada por mulas o caballos, tal como los cañones de artillería, o bien era cargada a lomo de mula y se montaba sobre un trípode. Las primeras se denominaban de campaña y las segundas, de montaña.

      Tendrían activa participación en las campañas de la Guerra del Pacífico. Decretada la ocupación de Antofagasta, el gobierno chileno encargó a su ministro plenipotenciario en Europa, Alberto Blest Gana, la urgente adquisición de nuevas Gatling para equipar al Ejército. Las gestiones resultaron exitosas, y Chile compró en 1879 otras ocho ametralladoras, completando catorce en su arsenal.

      Pero no solo eso. El listado de las adquisiciones chilenas en Europa y Estados Unidos incluyó además 62 cañones Krupp (24 de montaña y 38 de campaña), 12 cañones de montaña Armstrong, 39.000 fusiles (entre Comblain II, Beaumont, Gras y Snider) y 5.000 carabinas Winchester de repetición para las fuerzas de caballería y artillería.

      La gestión para adquirir las populares Winchester recayó en Francisco Astaburuaga Cienfuegos, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en Estados Unidos. Hablamos de un poderoso arsenal que causaría estragos entre las tropas peruanas y bolivianas en el norte. Y también en la selva de Wallmapu.

      Lo subraya el historiador Rafael Mellafe, miembro de la Academia de Historia Militar