―Que descanses, mi vida, hasta mañana.
El beso en la frente hizo recordar a Omar cuánto había extrañado a su madre esos largos años en el internado, pero esa etapa había terminado por fin.
―Hasta mañana, mamá, por favor cierra la puerta al salir.
Aldo se había recostado en su cama, el regreso de Omar había puesto sin querer de cabeza el mundo de la feliz pareja, a Rania le molestaba que su hermano menor volviera y por su parte él automáticamente se sentía reemplazado por su cuñado en la Procesadora. Rania estaba parada junto a la ventana, miraba con tristeza el hermoso jardín.
―¿Qué te pasa? ―preguntó él extrañado.
―Te parecerá raro, pero… me incomoda la presencia de Omar en la casa, tengo miedo que él sea el autor de las bromas pasadas, si fue capaz de hacer una fiesta sin que nadie se enterara, ¿por qué no podría haber entrado en la casa y jugar conmigo?, ¡claro! Los guardias, las sirvientas…, todo el mundo aquí lo conoce bien, tengo miedo que quiera hacerme algo.
―Por Dios, mi vida, no seas paranoica, es solo producto de tus nervios, debes relajarte, más ahora que no podrás tomar tus calmantes debes mantenerte tranquila por el bien del bebé.
Marlen cerró la puerta tras ella.
―¿Estás segura que nadie nos vio? ―preguntó doña Magali, sentándose frente al escritorio de su marido, habían entrado sigilosamente en el despacho de Sidi Farid para tener aquella reunión clandestina con la única testigo del amor prohibido que sostenía con su yerno.
―Nadie ―dijo ella sentándose frente al escritorio del viejo árabe.
―¿Qué demonios quieres? ¿Por qué tanta la urgencia de verme? ―preguntó la señora, mirándola seriamente a la cara.
―Necesito que me ayude doña Magali, un aumento, lo que gano no me es suficiente.
―¿Un aumento? ¿Estás loca?, pero si de todos los empleados eres la que más gana, no pretenderás que te pague más si no haces mayor cosa aquí ―alegó doña Magali poniéndose de pie. Y continuó diciendo―: Si para eso me hiciste venir, pierdes tu tiempo.
―Doña, por favor, no quisiera que mi niña se enterara de que usted y don Aldo se entienden, sería fatal, ¿entiende?
―Maldita, ¿me estás chantajeando?
―Solo voy a pedirle 200 dólares más mensuales, ¿es eso tanto para alguien que se está pudriendo en dinero? Por favor.
―Ni un centavo más, maldita mal agradecida, ve a la cocina, hoy mismo te voy a liquidar esos asquerosos 200 dólares, no quiero que nadie nos vea aquí, si con 200 dólares te tapo la boca, está bien, hoy mismo empiezas a ganar más. Ahora lárgate, voy por tu dinero y que no se hable más, en la cocina, en cinco minutos te veo ―sentenció enojadísima.
Rania se había puesto su bata para dormir, unas chanclas muy cómodas y se dispuso a bajar a la cocina por un poco de agua, bajó lentamente las escaleras, la casa estaba semioscura. Al llegar al último escalón se percató que en la cocina había luz, así que fue lentamente hacia ella. Se dispuso a entrar, pero al inicio no vio a nadie.
―¿Hola? ―preguntó con miedo, automáticamente pegó un enorme grito al ver a Marlen bañada en sangre, con una enorme cortada en el cuello, estaba muerta. Su grito resonó por toda la mansión Tafur.
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