Arte y arqueología en el altiplano central de México. María Teresa Uriarte. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: María Teresa Uriarte
Издательство: Bookwire
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Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9786070252303
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como Tula y Chichén Itzá, sobre las cuales se ha propuesto que fueron ciudades gemelas o al menos con elementos iconográficos muy similares.3 Surgen también Cholula, Xochicalco y Cacaxtla, y esta última, según se ha comprobado, tuvo vinculaciones iconográficas muy cercanas con las ciudades de la cuenca del Usumacinta.4 En la costa del Golfo, El Tajín tiene su apogeo durante este periodo.

      El Posclásico es la etapa del esplendor mexica con la conquista y dominio de numerosos pueblos del territorio mesoamericano, y corresponde al periodo inmediatamente anterior a la llegada de los españoles. En la costa del Golfo, sitios como Cempoala tienen su apogeo en esta época, mientras que en Oaxaca destaca Mitla, un importante centro ceremonial y señorío zapoteco. En la zona del occidente se da el florecimiento de la cultura purépecha o tarasca, con importantes centros como Tzin Tzun Tzan, Pátzcuaro e Ihuatzío. Finalmente, algunos de los sitios importantes en el área maya durante este periodo incluyen Chichén Itzá, Mayapán, Tulum y San Gervasio.

      Es necesario analizar algunos de los problemas que enfrentamos al estudiar Mesoamérica a través de sus áreas culturales. De acuerdo con Kirchhoff éstas son: el altiplano central, el occidente, Oaxaca, la zona maya, la costa del Golfo y el norte (figura 1.1). en cada una encontramos diferentes desarrollos a lo largo del tiempo, pero tienen rasgos comunes, que fue lo que decidió a Kirchhoff configurar el concepto de Mesoamérica con base en estas regiones culturales.

      Iniciaré por un análisis de la costa del Golfo para ilustrar cómo, desde mi punto de vista, la regionalización geográfica resulta tan inexacta como las divisiones cronológicas. Empezaremos con la cultura olmeca, de la cual no tenemos una información concluyente respecto a sus orígenes, ni al tipo de relación que guardó con diversas áreas de lo que conocemos como Mesoamérica, es decir, desde La blanca o Tajalik Abaj en Guatemala, hasta llegar a Chalcatzingo, Morelos, Tlatilco, Estado de México, Teopantecuanitlán, Guerrero, o San José Mogote en Oaxaca. Sabemos que tuvieron una extensa red comercial y que ése pudo ser el origen de su "influencia" o "presencia" que dio lugar a algún tipo de relación ideológica.

      Figura 1.1. Mapa de Mesoamérica en el que se observan sus áreas culturales (fragmento) (ilustración: Citlali Coronel y Carmen Delgado).

      ¿Cómo llegó a su fin la cultura olmeca? ¿Cuál o cuáles fueron las culturas que la heredaron? ¿Su influencia ideológica puede haber tenido consecuencias fuera de la llamada zona nuclear? Todo parece indicar que así fue y por esa razón durante algún tiempo se le conoció como la cultura madre.

      Para complicar este panorama geográfico, en Veracruz florecieron otras sociedades complejas como las de la Mixtequilla, que no se parecen nada a lo olmeca. Posteriormente en la zona de El Tajín y sus alrededores surgieron manifestaciones culturales importantes que no se asemejan ni a lo olmeca ni a las obras de el Zapotal en la Mixtequilla, y como corolario está el arte de la Huasteca, que si tiene alguna influencia o relación, sería más bien con lo maya. De modo que, en el tiempo y en el espacio, estas útiles definiciones que hemos usado de Kirchhoff ofrecen problemas.

      Oaxaca tiene también una enorme riqueza cultural que parte de las épocas más tempranas, y que nos permite conocer en su territorio actual culturas tan diversas como la mixteca, la zapoteca y la ñuiñe.

      Podemos decir con toda seguridad que Mesoamérica nunca fue un territorio estable sino una inmensa área de constantes cambios, cuyas fronteras aumentaron o disminuyeron según las circunstancias políticas, económicas o sociales que vivió a lo largo de los siglos.

      Figura 1.2. Estela 1 de La Mojarra, Vercruz (modificada de Winfield, 1990, 7, figura 7).

      La historia de las culturas que antecedieron el momento de la llegada de los españoles a México es antigua, rica y compleja, con una visión del mundo, mitos cosmogónicos, deidades, así como una estructura ideológica y social que ahora conocemos un poco más gracias a los abundantes estudios que se han realizado, particularmente a partir de los inicios del siglo XX.

      Los temas que un historiador del arte debe abordan están limitados en muchos casos al exclusivo análisis de las imágenes, porque los textos escritos, ya sea que acompañen la imagen o que procedan de las crónicas dejadas por los misioneros y conquistadores españoles que tomaron estos territorios que ahora configuran México y otros países de Centroamérica, no son muy abundantes y hemos enfrentado durante décadas la interrogante sobre la validez de utilizar las fuentes escritas en el siglo XVI para tratar de acercarnos al producto artístico de olmecas o teotihuacanos, o de los pobladores de las costas occidentales de nuestro país, pueblos de los cuales no conocemos su escritura de manera cabal.

      Nos remitimos a la imagen y en su estudio planteo líneas que nos permiten acercarnos a una posible interpretación sobre sus significados.

      Por ejemplo, el conocimiento del calendario, de los movimientos aparentes de los astros y su relación con lluvias y sequías, con el paso del tiempo y con los ciclos de los organismos vivos, temas que deben de haber sido caminos de búsqueda y también preocupación de las clases gobernantes, se ven reflejados en la mayoría de sus obras, que por otra parte son el objeto de este estudio.

      Desde tiempo atrás se conoce el evolucionado conocimiento calendárico, astronómico y matemático que alcanzaron los pueblos mesoamericanos desde épocas muy tempranas. Los grandes centros urbanos que florecieron durante el Clásico estuvieron perfectamente planeados, de acuerdo con un diseño astronómico que daba a todas sus construcciones una orientación que las vinculaba con el cosmos; éste es un conocimiento que data desde los primeros asentamientos olmecas, como San Lorenzo Tenochtitlán en Veracruz, en 1200 a. C.

      Asimismo, los pueblos mesoamericanos conocían con precisión los movimientos sinódicos de Venus y tenían