Orden fálico. Juan Vicente Aliaga. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Juan Vicente Aliaga
Издательство: Bookwire
Серия: Arte contemporáneo
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788446036753
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propagandísticos pensados para reclutar, el contraste sería mayúsculo. No estamos ante los mismos parámetros patrióticos ni tampoco se desprende una celebración del supuesto heroísmo militar. Al contrario, la visión que adopta Nevinson puede inducir al desaliento, a pensar en la falta de escapatoria a que se ve abocado el contingente humano.

      Durante 1915 y 1916 sigue presente la huella futurista. Se observa en Bursting Shell, 1915 y Explosion, 1916. En estos dos cuadros no hay señales directas de una exaltación de la virilidad. El artista se centra en la explosión (blast), la denotación, la violencia que en este caso parece más bien propia de fuegos de artificio.

      En La patrie, 1916, la composición se articula en torno a un hangar en cuyo interior hay heridos en camillas. Pese a su presencia, poco habitual en la pintura de guerra, en la que se camufla la punzante realidad –en parte debido al mal efecto que las autoridades políticas querían evitar entre la población–, siguen predominado los rostros duros, cerrados, carentes de emoción. ¿Podría leerse esta obra como una crítica al ejército? Parece prematuro pero la crítica llegará.

      The doctor, 1916, es una obra de otro orden. La sangre aflora en la cabeza y en el costado de los dos heridos. No se percibe la contundente dureza formal, presente en otras pinturas.

      Otra pintura de 1917 resultó controvertida: A Group of Soldiers. Está compuesta en torno a cuatro soldados en uniforme bajo un cielo plomizo. Dos de ellos parecen enzarzados en una conversación mientras un tercero escucha. El cuarto sujeta un rifle mientras mira a lo lejos, fuera de plano. La obra despertó cierta inquina y fue calificada como retrato de un grupo de gañanes. Este polémico cuadro se pudo ver en las Leicester Galleries pero fue el blanco de los ataques de muchos periódicos con el argumento de que daba pésima imagen de la soldadesca.

      El caso de Nevinson es asaz curioso por la evolución de su producción artística. Pasó del manejo de un lenguaje en consonancia con la radicalidad formal del futurismo y del vorticismo a unos usos acordes con la verosimilitud y las leyes de la semejanza en la representación de figuras humanas. El suyo es un mundo de hombres. En eso se atiene a las pautas hegemónicas que dictan la ausencia de la mujer en la guerra, aquí también invisibilizada.

      Las formas redondeadas de los púgiles de Roberts se tornan líneas rectas, esquemáticas y angulares seis años más tarde, terminada la contienda, en 1920 con Athletes Exercising in a Gymnasium. El interés por el deporte, un universo entonces casi exclusivamente masculino, permanece. Antes que Robert también se zambulló en él Henri Gaudier-Brzeska. La prueba: Wrestlers, un bajorrelieve de yeso, realizado en 1913, con una estética reminiscente del primitivismo practicado años atrás por otros artistas europeos.

      Antes, hubo artistas que murieron en el frente como Gaudier-Brzeska, Antonio Sant’Elia y Boccioni. Hubo artistas que cambiaron su entusiasta discurso prebélico por la amargura de la posguerra. Hubo algunas voces discordantes. Pero sobre todo, por su empecinamiento, sobresalen las actitudes de Marinetti y Wyndham Lewis que siguieron guerreando mediante otros medios y herramientas que fortalecían el orden fálico. De Lewis acabo de hablar y en cuanto a Marinetti, herido en el frente, en 1917, trasladó su fervor futurista, en parte al menos, al apoyo a Mussolini, quien le nombra miembro de la Academia d’Italia en 1929. En 1935 parte voluntario a la guerra de Etiopía. Allí escribe un poema dedicado al valor de los militares y al protagonismo viril de las máquinas bélicas, Divisione 28 ottobre. Exasperante y contradictorio, se negó en redondo a que el futurismo fuese considerado arte degenerado y a que la célebre muestra nazi se expusiese en Italia. Con altibajos mantuvo su simpatía por el régimen fascista hasta la constitución de la Repubblica Sociale Italiana en Saló, en el agónico pero extremadamente violento fascismo último.