â¿Cómo...?â el sacerdote de repente se veÃa más viejo mientras caminaba detrás de su escritorio y se sentaba de golpe. âCuando desperté, bajé y encontré a desconocidos limpiando. El desastre... Me quedé escondido. Fueron tan rápidos y silenciosos. ¿Tú podrÃas hacer todo eso?â
â¿Me creerÃa si le dijera que tenÃamos un ángel de nuestro lado?â Cuando el hombre levantó su barbilla y le dirigió una dura mirada, Steven continuó: âMi amigo y yo estamos aquà para asegurarnos de que la iglesia está limpia todavÃaâ.
â¿Crees que hay más?â, El sacerdote se frotó la cara.
âSé que hay más. La pregunta es, ¿están aquÃ?â Steven se levantó sabiendo que habÃa dejado a Nick solo por demasiado tiempo ya. Su amigo era conocido por ser temerario y eso lo ponÃa nervioso. âNo queremos repetir el mismo suceso de la otra nocheâ.
El sacerdote lo miró detenidamente, como si buscara una mentira. Finalmente, el hombre mayor suspiró y asintió con la cabeza. âDe acuerdo, por alguna razón te creo. A veces Dios trabaja de maneras misteriosas. Haz lo que tengas que hacerâ.
âEsperemos que esta vez no encontremos ningún... demonio y usted puede permanecer despierto si promete quedarse aquÃâ. De repente recordó lo que el sacerdote dijo cuando él abrió la puerta. â¿Espera a alguien?â
âSÃ, se suponÃa que ella debÃa venir la otra noche, pero...â él sacudió el pulgar hacia el armario. âLlamó hace una hora diciendo que ya venÃa de caminoâ.
Steven sintió que su pulso saltaba. âHabÃa una chica aquà la otra noche y tengo que hablar con ella... cabello rubio, hermosa. ¿La conoce?â
â¿Jewel?â Preguntó el sacerdote. âClaro, estamos en los preparativos del matrimonio.â
â¿Qué?â Steven dijo un poquito alto y luego preguntó, â¿Desde cuándo los viejos sacerdotes se casan con chicas jóvenes?â
âDe verdad que eres brillanteâ, el sacerdote sacudió su cabeza y luego dijo con determinación: âNo es su matrimonio conmigo... y no es de tu incumbencia de todos modos. Deja a esa niña sola. Tiene suficientes problemas con los monstruos que ya conoce. No la arrastres a una batalla de demoniosâ.
Steven frunció el ceño ya que no le gustó cómo sonaba todo eso. ApostarÃa dinero que el sacerdote habÃa estado a punto de decir los mafiosos en lugar de monstruos. No le importaba ninguno de los dos, ya que tenÃa que lidiar con su propia cuota de mafiosos. Les gustaba ir a pasar el rato en Night Light porque era uno de los clubes más famosos de la ciudad. Te ayuda a relajarte cuando sabes que la clientela de clase baja no puede darse el lujo de pasar las puertas.
HabÃa estado corriéndolos lentamente por años y siempre que habÃa un problema, algo surgÃa y se alejaban o desaparecÃan por completo. La mafia irlandesa, la mafia italiana, la mafia rusa, los miembros del IRA, ex-KGB, Yakuza, e incluso según rumores hasta los legendarios Illuminati... A Steven le importaba un comino. Para él todos estaban cortados con la misma tijera. Pero a veces no hacÃa ningún daño tener a unos cuantos de tu lado.
âLlámela y dÃgale que no venga aquà esta nocheâ. Acercó el teléfono hacia el anciano y cruzó los brazos esperando para asegurarse de que el sacerdote hiciera lo que le habÃa pedido.
El anciano titubeó. Si llamaba a su casa y su padre contestaba, Jewel estarÃa en grandes problemas y posiblemente terminarÃa boca abajo en un callejón en alguna parte. Y probablemente el que él fuera sacerdote, tampoco tendrÃa ningún efecto para que él se salvara. âElla no va a venirâ, dijo con titubeo, luego repitió con más firmeza mientras miraba el reloj en la pared. âSi lo hubiera hecho, ella ya estarÃa aquÃâ.
Steven sintió una mezcla de emociones en su pecho; por un lado la decepción de no verla, pero por otro la satisfacción de saber que estaba segura.
Necesitando distraerse, se levantó y volvió a colocar la silla en la forma en que la habÃa encontrado. âVolveré para avisarle cuando hayamos terminadoâ.
â¡Espera!â, dijo el sacerdote cuando Steven abrió la puerta. âSi la vieras...â
âLa enviaré aquà inmediatamenteâ le prometió Steven y luego se fue.
Cerrando la puerta, Steven sacudió la cabeza y comenzó a bajar por el pasillo. Este piso estaba limpio y necesitaba ponerse al dÃa con Nick antes de que algo saliera mal. Bajando, miró a su alrededor pero no pudo ver a Nick en ninguna parte.
âMuy bien, ¿adónde diablos te fuiste?â Steven murmuró y empezó a mirar detrás de las puertas cerradas.
Encontró la puerta del sótano entreabierta y pudo haberse dado una bofetada cuando entendió la lÃnea de pensamiento de Nick. âLugares oscuros, subterráneos... ¡OBVIO!â
Asegurándose de hacer mucho ruido, Steven bajó las escaleras y arrugó la nariz al sentir el calor húmedo. âMaldición, apesta aquà abajoâ.
Se acercó a otra puerta abierta y entró. Nick estaba de pie frente a la caldera con la puerta abierta y hurgando algo en el fuego con una vara de hierro.
â¿Encontraste algo?â preguntó Steven.
En respuesta, Nick sacó la vara de hierro del fuego trayendo en un extremo los restos quemados de un cráneo colgando de la cavidad ocular. âCreo que podemos afirmar que algunos de los humanos en la lista de personas desaparecidas no serán encontradas muy pronto que digamosâ.
âCreo que esta iglesia es un lugar normal para que algunos miembros de la mafia local hagan su trabajoâ, explicó Steven.
â ¿En una iglesia católica?â preguntó Nick. â¿Ya no queda nada sagrado en esta vida?â
Steven se encogió de hombros, âComo dice el refrán, nada es seguro excepto la muerte y los impuestosâ.
Nick dejó caer el cráneo en la caldera y cerró la puerta. âO en nuestro caso, pieles y gatitos.â
Los dos hombres se rieron hasta por la nariz, hasta que Steven se recató un poco. âDe acuerdo, realmente tenemos que ponernos seriosâ.
Se separaron, y cada uno se fue a buscar en un lado diferente de la gran sala, hasta que Steven vio algo detrás de uno de los enormes botes de basura llenos de tablones de madera. âOye Nick, dame una mano con estoâ.
Nick se acercó y ayudó a Steven a quitar el bote lo suficiente como para ver mejor. Un túnel pequeño y estrecho habÃa sido excavado en la piedra y directamente bajo la tierra. La oscuridad era absoluta y los dos felinos tenÃan dificultad para ver adentro.
âBien podrÃa echar un vistazoâ, dijo Nick y avanzó para tratar de meter su delgada figura por la abertura.
Steven agarró el brazo de Nick y sacudió la cabeza. âNo, vamos a volver y dejamos a Warren y a Quinn entrar en lo que encontramos.