En las últimas elecciones al Parlamento de la Comunidad de Madrid (mayo de 2021), Vox exhibió un impactante cartel de propaganda electoral que representaba a un mena —menor extranjero (migrante) no acompañado—, ataviado como un yihadista, frente a una respetable anciana, situados en torno a este lema central: “Un mena, 4700 € al mes; tu abuela, 426 € de pensión/mes”. El cartel fue denunciado no solo por dar señales de odio, como la identificación del mena con un joven radical encapuchado, sino por atribuir una subvención de la Comunidad de Madrid a los menas notoriamente infundada y falsa: ni la cantidad asignada es de libre disposición individual, ni la cifra responde a la realidad. Pues bien, la Audiencia Provincial de Madrid ha archivado la denuncia en aras de la libertad de expresión y «con independencia de si las cifras que se ofrecen son o no son veraces» 17. Creo que esta declaración es clara señal de la propagación de la posverdad entre algunos magistrados madrileños. En todo caso, frente al derecho del emisor a su libertad de expresión habría que ponderar el derecho del público receptor a no ser engañado18, un derecho obvio en cualquier democracia sana aunque todavía no parezca reconocido y protegido.
Este nuevo escenario de los males que amenazan la salud del discurso público no solo evidencia la inagotable vitalidad de la fauna de las falacias en nuestro tiempo; también justifica en justa correspondencia el renovado interés de su estudio. Y, en fin, obliga a revisar los avisos de actuación frente a las falacias avanzados al final del cap. 1, que se atenían a escenarios tradicionales y se referían a agentes individuales; en la tesitura actual, unos avisos como II, IV y VII implican actitudes y resistencias más bien colectivas para ser efectivos.
El resultado de esta nueva vía de aproximación a las falacias, a través de los motivos y razones de su estudio hoy, es complementario de las anteriores. Si nuestros primeros pasos a lo largo de los capítulos 1 y 2, nos han conducido a una caracterización etológica básica de la argumentación falaz, esta aproximación en el presente capítulo, con el preludio histórico que incorpora, puede anunciar además algunas de las cuestiones que hacen que el estudio específico de las falacias tenga especial interés en la perspectiva global de los estudios de la argumentación. Con el fin de apuntar una idea general y relativamente comprensiva de la situación, me limitaré a recordar tres muestras de problemas y asuntos de muy distinto tipo como las siguientes: 1) Los problemas de detección e identificación de falacias. 2) Las perspectivas de su explicación y su integración teórica. 3) Las cuestiones de normatividad y sus proyecciones filosóficas −por ejemplo, qué hay de malo en las falacias y por qué debemos evitarlas. Como ya he sugerido, todas ellas representan puntos pendientes y problemas abiertos. Así que, en orden a su tratamiento y resolución, nadie a estas alturas, en la tercera década del s. XXI, ha nacido tarde, sino muy a tiempo, y toda contribución es bienvenida.
Pero antes de abordar esas cuestiones sustanciales en su momento, en la Parte III, y con el fin de recabar todos los elementos de juicio pertinentes, hemos de considerar otro aspecto fundamental de la naturaleza de las falacias, su formación y desarrollo históricos, en suma: la construcción del concepto de falacia a través de sus hitos y tradiciones, más concretamente sus autores y sus textos.
1 E.g.: (1894) “A Logical Paradox”, Mind NS III/11: 436-438; (1895) “What the Tortoise said to Achilles”, ibd., IV/14: 278-280. El propio Lewis Carroll, en la Introducción de su Symbolic logic (1896), recomendará el estudio de la Lógica por su capacidad formativa y, sobre todo, por su poder para “detectar falacias y despedazar los argumentos insustancialmente ilógicos” que se encuentran por todas partes; vid. El juego de la lógica y otros escritos, edic. de A. Deaño. Madrid: Alianza, 1972; pp. 29-30.
2 Cito por la segunda edición: Alfred Sidgwick (1890) Fallacies. A view of Logic from the practical side. London: Kegan Paul, Trench, Trübner & Co. Recientemente han empezado a reconocerse y apreciarse las aportaciones de Sidgwick, entre las que se cuentan no solo la propuesta de una lógica práctica como órganon crítico, sino una revisión de la presunción y de la carga de la prueba en el discurso cotidiano.
3 Charles L. Hamblin (1970), Fallacies, London: Methuen & Co. Reimpreso en Newport News (VA). Vale Press, 2004. Hay trad. de H. Marraud y presentación de L. Vega. Falacias, Lima: Palestra, 2016.Vid. una revisión y revalorización de la contribución en Hamblin en el monográfico de la revista Informal Logic, editado por D. Walton y R.H. Johnson, 31 /4, 2011.
4 Vid. la edición actualizada: Howard Kahane & Nancy Cavender, Logic and Contemporary Rhetoric. The Use of Reason in Everyday Life, Belmont (CA): Thomson - Wadsworth, 200610th .
5 Sin que esto implique, desde luego, que todo uso de la publicidad y de la propaganda sea perverso o manipulador. Con respecto a la idea de manipulación, confusa y cargada en este contexto, recordemos las tres operaciones que caracterizan un discurso manipulador en sentido propio: (i) actuar sobre el receptor de modo que éste no sea consciente de tal proceder, de sus propósitos y sus efectos; (ii) inducirlo a confusión o engaño con respecto al objeto de la manipulación; (iii) utilizarlo al servicio de los intereses del emisor o de la fuente del discurso.
6 Ralph H. Johnson y J. Anthony Blair 2002, “Informal logic and the reconfiguration of logic”, en D.M. Gabbay, et al. eds. Handbook of the logic of argumentation. The turn towards the practical, Amsterdam: North Holland [Elevier Science B.V.], pp. 355-6, 369, 374-7.
7 Vid. Joel Marks 1988, “When is a fallacy not a fallacy?”, Metaphilosophy, 19 /3 & 4: 307-12.
8 Cf. Gerald J. Massey (1981), “The fallacy behind fallacies” Mildwest Studies in Philosophy, 6: 489-500, y la réplica de Trudy Govier en el cap. 9, “Four raisons there are no fallacies?”, de su (1987), Problems in argument analysis and evaluation, Dordrecht: Foris. La lógica actual conoce, por lo demás, ensayos e investigaciones de sistemas de relaciones de no-consecuencia o anti-consecuencia, e. g. en el ámbito del razonamiento automático y la inteligencia artificial, que desmentirían esa imposibilidad de principio.
9 Cf. Hans H. Hansen & Robert C. Pinto (eds.) (1995), Fallacies. Classical and Contemporary Readings, University Park (PA): The Pennsylvania State University Press. Las partes II, Contemporary Theory and Criticism, y III, Analyses of Specific Fallacies, de esta compilación de Hansen y Pinto contienen muestras ilustrativas de los debates en torno a la viabilidad de una teoría de las falacias, así como alguna propuesta reductiva (e.g. a la equivocidad como falacia madre de todas las falacias). Sobre otras cuestiones debatidas en la actualidad, puede verse el panorama desplegado en mi informe 2008c, “La argumentación a través del espejo de las falacias”, en C. Santibáñez y R. Marafioti, eds. 2008, De las falacias. Argumentación y comunicación. Buenos Aires: Biblos, pp. 185-207; vid. también más adelante la Parte III del presente libro.
10 Vid. por ejemplo Adelino Cattani (2008), Come dirlo? Parole giuste, parole belle. Casoria (NA); Loffredo Editore (trad. bajo la versión algo apagada Expresarse con acierto. Una palabra para cada ocasión, una ocasión para cada palabra. Madrid: Alianza editorial, 2010).
11 Cf. por ejemplo, Lógica viva, edic. c., pp. 23-24. Vaz cuenta que mientras corregía las pruebas de uno de sus libros se tropezó con un nuevo paralogismo de falsa oposición o contraposición forzada entre alternativas no excluyentes. «Pero lo interesante es lo siguiente: cuando ayer preparaba estas lecturas