La naturaleza de las falacias. Luis Vega-Reñón. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Luis Vega-Reñón
Издательство: Bookwire
Серия: Derecho y Argumentación
Жанр произведения:
Год издания: 0
isbn: 9786123252304
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la significación actual del estudio de las falacias. ¿Por qué ocuparse hoy de ellas?

      2. LA MOTIVACIÓN Y SIGNIFICACIÓN DEL ESTUDIO DE LAS FALACIAS

      En términos algo sumarios podemos reducir a tres los tipos principales de motivos y razones: uno arraiga en la tradición, los otros dos responden a cuestiones más actuales.

      Pero, en esta línea tradicional, el estudio de las falacias también puede justificarse positivamente sobre la base de que hay buenas razones para conocerlas y evitarlas. Si tenemos buenas razones para hacer algo, las tenemos para poner en práctica los medios necesarios para tal fin. Tenemos buenas razones para evitar las creencias falsas y las decisiones equivocadas, así como para contar con creencias verdaderas y decisiones acertadas, en la medida en que nuestra supervivencia y nuestro bienestar dependen de ellas. Razonar bien es uno de los medios indicados para tales propósitos —no es una garantía de acierto, pero sí es un procedimiento fiable y el que nos permite aprender de nuestros desaciertos—. Así pues, tenemos buenas razones para razonar bien y, por lo tanto, buenos motivos para conocer las formas paradigmáticas de hacerlo mal y evitarlas.

      2.2. Hoy, además de los tradicionales, tenemos otros motivos para estudiar las falacias. Son motivos de diverso orden. Unos, más filosóficos, tienen que ver con la pérdida y la restauración de la confianza en la comunicación discursiva, con la sutura del tejido de la conversación que las falacias parecen romper o con la recuperación de la interacción razonable y responsable que parecen amenazar. Estas consideraciones no solo tienen relieve desde el punto de vista de la calidad del discurso, tanto privado como público, sino que pueden alcanzar a la calidad de vida intelectual si nos remitimos a algunas indicaciones platónicas sobre el papel del debate socrático en el desarrollo del discurso interior y en el mejoramiento del propio yo. Otros motivos, de distinto orden, residen en su significación teórica, puesto que a través del espejo de las falacias se reflejan y dejan ver varias de las cuestiones abiertas o pendientes en la teoría actual de la argumentación. Como serán motivos de ambos tipos los que alimentarán en buena medida las discusiones planteadas en la parte III de este libro, se irán precisando y desarrollando allí, en el contexto de esos problemas y al hilo de esos debates —e. g. sobre la relación entre marcos de discurso y acciones e interacciones argumentativas, o en torno a la integración de las actuales perspectivas teóricas del campo de la argumentación, o acerca de cuestiones de normatividad y “racionalidad”—.

      2.3. Un tercer tipo de buenos motivos para ocuparse de las falacias es el que consiste en los servicios heurísticos, analíticos y críticos que hoy está prestando su investigación y confrontación con otras nociones vecinas o asociadas en las fronteras de la argumentación a otros estudios como los psicológicos y los cognitivos, o los dedicados al análisis crítico de diversos géneros de discurso, desde el publicitario hasta el político. Esta es, quizás, la proyección más cultivada y fructífera del estudio de las falacias fuera del recinto escolar de la lógica informal, pero sus propios éxitos ya nos empiezan a exigir un esfuerzo de diversificación y de precisión conceptual. Unas primicias en tal sentido han sido las ofrecidas en el apartado 3 del cap. 2, a propósito de algunas nociones vecinas o afines en este terreno cognitivo y discursivo, como las de ilusión inferencial, sesgo heurístico, planteamiento paradójico, maniobra o movimiento ilícito y argumentación falaz. Pero en la actualidad van medrando otras especies tóxicas que ponen en peligro la salud, siempre delicada, del discurso público. Me refiero, en particular, a la proliferación de bulos, a las estrategias y campañas de desinformación y, en fin, a la cobertura ideológica de la posverdad.