La producción organizada en base a cadenas de valor global lleva a los países menos desarrollados a adoptar diversos tipos de estrategias, algunas de ellas perversas. Los estados más pobres caen en la trampa de lo que se suele denominar race to the bottom, expresión que podríamos traducir como «puja a la baja». El interés por integrarse en las CGV, por atraer mayores capitales, o por evitar que las empresas ya instaladas en el país se trasladen, encamina a sus dirigentes a ofrecer mayores ventajas a las corporaciones multinacionales en forma de exenciones fiscales, desprotección laboral, o regulaciones medioambientales más laxas. Los estados del sudeste asiático o de Centroamérica han creado zonas francas que constituyen un auténtico limbo jurídico, destinado a que se instalen las subsidiarias o los subcontratistas de las empresas transnacionales65. Por su parte, China y los «tigres asiáticos» o los BRICS (que, además de China comprenden a Rusia, Sudáfrica, la India y Brasil) han escalado posiciones dentro de la jerarquía del sistema mundo que han podido mantener en algunos casos (como el de la propia China o Corea) y que no han sido capaces de conservar en otros (como Brasil, que ha vuelto a ser un país fundamentalmente exportador de materias primas sin procesar).
El mercado de trabajo ha experimentado un intenso proceso de desregulación a nivel global, llevando a la abolición de numerosas garantías propias del Derecho laboral, tal y como se analiza más detalladamente en otras partes de este libro. Los empleados en las fases más intensivas en mano de obra de las cadenas globales de valor sufren formas de explotación extremas, viéndose obligados incluso a trabajar en la economía sumergida. Un caso emblemático de las condiciones laborales en las CGV fue el desplome del edificio conocido como Rana Plaza en Bangladesh el año 2013. La edificación albergaba cinco fábricas que confeccionaban productos para diversas empresas textiles, como las compañías españolas Inditex (propietaria, entre otras, de la marca Zara) o El Corte Inglés. A pesar de las imponentes grietas que se habían abierto en la estructura del inmueble, los trabajadores fueron obligados a seguir trabajando en él y su derrumbe causó más de mil cien muertos y 2500 heridos.
Las cadenas globales de valor también se nutren de trabajo esclavo. Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el año 2016 había 40 millones de esclavos en el mundo, entendiendo por esclavitud «situaciones de explotación que una persona no puede rechazar o abandonar debido a amenazas, violencia, coacción, engaño y/o abuso de poder»66. Junto al trabajo impuesto coactivamente, se incluyen en esa cifra los matrimonios forzosos y la esclavitud sexual. Dieciséis millones de esclavos trabajan en el sector privado (el mayor número, mujeres en el servicio doméstico) y el 15 % lo hace en la manufactura, que es la esfera donde las CGV son más abundantes. Otros sectores con presencia significativa de trabajo esclavo que puede participar en CGV son la minería, la agricultura o los servicios de hostelería67.
Los países en desarrollo diseñan políticas para incrementar el valor agregado a la cadena, ascenso que suele denominarse con el término inglés upgrading68. Pueden incrementar la cantidad de dinero invertido en I+D, o implementar una estrategia que mejore la cualificación de la mano de obra. Un caso habitual de upgrading consiste en que un país donde se realizaban exclusivamente tareas de ensamblaje pase a convertirse en uno de los eslabones de la cadena en el que se fabrican piezas. México ha experimentado un ascenso de ese tipo en las CGV del sector automotriz, pasando de ser una mera línea de montaje a fabricar el 30 % de los autocomponentes que precisan sus factorías, incluidos motores, y a llevar a cabo tareas de I+D, que es una de las actividades que generan mayor valor añadido dentro de las cadenas69.
La empresa matriz de la CGV concentra en sus manos el grueso de las tareas que generan mayores beneficios, como son la concepción, el diseño, la investigación y desarrollo, el marketing y el servicio posventa. Un vídeo elaborado por la Organización Mundial del Comercio ilustra muy bien la composición de las CGV y la distribución de las tareas (y los beneficios) entre los diferentes países del mundo. Este documento audiovisual lleva por título Made in the World y puede encontrarse en Internet poniendo esas palabras en el buscador. La idea central que la OMC pretende transmitir es que los productos industriales ya no tienen nacionalidad, pues la expresión «made in... (China, India)» solo identifica el país donde se ha llevado a cabo el ensamblaje final del producto. Obviamente, la OMC se congratula por los beneficios que aporta esta forma de producción mundializada.
El sector productivo de las CGV que generalmente se asocia con la globalización es el de la manufactura de bienes de consumo duraderos, como teléfonos móviles, ordenadores, ropa o automóviles. Ese es el ámbito en el que nos centramos aquí. No obstante, hay que tener en cuenta que el sector servicios también ha experimentado procesos de deslocalización, cuyo ejemplo más extendido sería el de los call centers, especialmente los dedicados a tareas de atención al cliente. La configuración de las cadenas globales del sector servicios sigue pautas u obedece a consideraciones diferentes a las de las manufacturas, pues suelen precisar de mano de obra más cualificada (por ejemplo, en el sector bancario) y, a la vez, la articulación de los eslabones no supone obligatoriamente tener que transportar productos intermedios (como los componentes), sino que el enlace se puede realizar por vía informática (como, por ejemplo, en el caso de la contabilidad o el software)70. Los flujos comerciales mundiales tienen también características peculiares, como que la India haya sido el mayor exportador mundial de servicios informáticos en 2014, según la OMC71.
El comercio internacional en el mundo de la producción globalizada tiene unas características que lo diferencian de otras épocas históricas. Las cadenas globales de valor generaban en 2014 la mitad de las exportaciones mundiales, según el informe de la OMC citado más arriba. Los componentes y productos semielaborados configuran la principal parte del total de bienes intercambiados globalmente, lo que genera grandes dificultades a la hora de determinar el valor real de las exportaciones de un país y el lugar de procedencia, en última instancia, de sus importaciones. México es el mayor exportador mundial de automóviles a EE UU, pero un 70 % de los componentes de esos coches son importados de las propias empresas estadounidenses o de terceros países72. Es lo que sucede con las 400 000 camionetas pick up que General Motors fabrica en México73, las cuales llevan motores producidos en EE UU. A su vez, Detroit Diesel, que fabrica en EE UU motores de gasóleo que equipan vehículos Chevrolet (una marca de General Motors), es actualmente filial de la compañía Daimler, por lo que una parte de las tareas de ingeniería y diseño de los propulsores ha sido llevada a cabo en Alemania.
Determinar cuál es el valor añadido por las tareas realizadas en un país integrado en las cadenas globales de producción es, por consiguiente, una tarea ímproba, que exige calcular qué porción del valor de sus exportaciones ha sido generado en el extranjero. Para ello, es preciso determinar cuál es el coste de los componentes importados que se utilizan en la fabricación de productos semielaborados o finales que ese país exporta. La ONU, por un lado, y la OMC y la OCDE, por otro, han creado dos bases de datos (COMTRADE y TiVA, respectivamente, ambas accesibles a través de Internet), que permiten calcular la dimensión de las exportaciones de un país en términos de valor añadido,