Con esto, sin duda alguna, el libro será de inmensa ayuda en la vida del hombre, respecto al apoyo que le brindará para entender con exactitud el concepto y utilidad de cada objeto que encuentre y que desconozca.
Al principio, no pareció suceder nada raro con la mesa de trabajo, pero justo cuando el hombre se apoya en ella para analizarla detenidamente, las ilustraciones que explicaban los procesos de creación que había visto en el libro cambiaron, mostrando además nuevas recetas. Él, valiéndose del razonamiento, deduce que esto podría deberse a que puede crear objetos más complejos que exigen un espacio de trabajo idóneo, como lo es la mesa de trabajo, misma que permite una mejor manipulación de los objetos en su tamaño a escala, a diferencia de hacerlo sin ella, pues así puede crear ciertas cosas en cualquier lugar con la ayuda de su libro, pero limitándose a objetos más simples.
Con esto, el hombre comienza a entender un poco mejor cómo funciona este mundo, por lo cual se dispone a conseguir más recursos para descubrir nuevas cosas y comprender todavía más los fundamentos que rigen este mundo, y así ir llenando su libro con más información sobre el tema de la creación de objetos interesantes; empezando por recolectar más troncos de los árboles.
Entonces, volviendo al árbol que derribó antes, el hombre comienza a golpearlo para conseguir más troncos de roble, que luego utilizará para crear algo útil.
Desgraciadamente, no todo en este mundo resulta ser tan fácil y conveniente como el hombre ha experimentado desde que despertó. Una realidad que se hace presente de la peor manera posible…, pues, mientras se encontraba concentrado en partir el resto del tronco del árbol que derribó, justo detrás de él se escucha un siseo aterrador, tan cerca, fuerte y repentino que le erizó la piel al instante… Todos sus sentidos se alarman, e, instintivamente, da un salto hacia enfrente con el fin de alejarse de lo que sea que esté produciendo este abrumador sonido. Al instante, voltea para descubrir el origen del siseo, reconociendo algo sumamente horrible, algo que lo pone pálido en segundos, ya que el siseo proviene de un verdadero ¡monstruo! Se trata de una criatura del mismo tamaño que él, con el torso alargado y de piel tosca, escamosa y de color verde; no tiene brazos, pero sí cuatro patas en su parte inferior; su rostro es inexpresivo, pero totalmente espeluznante… Es un ser traído del mismísimo infierno… Aunque lo más increíble y perturbador es cuando el hombre ve cómo este monstruo, de alguna manera, comienza a “inflarse”, al mismo tiempo que el volumen del siseo aumenta y su cuerpo se va cubriendo por un resplandor intenso… Así, hasta que su cuerpo parece ya no poder más…, llega al límite y… ¡explota! desde su interior, produciendo una devastadora explosión que crea un gran agujero en el suelo y tumba bastantes ramas, hojas y manzanas de los árboles cercanos a la detonación, inclusive más de las que el hombre recolectó; sin siquiera dejar evidencia alguna de qué era este monstruo.
Después del inesperado encuentro, el hombre, todavía sorprendido y aterrado, se tira al suelo apoyándose de un árbol para recuperar el aliento, pensando en que si en este mundo habitan más criaturas como la de ahora, entonces su vida corre grave peligro, pues no se le ocurre ni una sola forma de sobrevivir a un encuentro directo contra una monstruo como este. Esta vez tuvo suerte al percatarse a tiempo y actuar al instante, pero aun así estuvo bastante cerca de ser golpeado por la explosión del monstruo… Un solo descuido… podría significar su muerte de forma instantánea si es alcanzado por una explosión de tal magnitud.
Este primer encuentro le deja al hombre más que claro la importancia de apresurar el avance en todos los aspectos… si es que no quiere morir…
De cualquier forma, el hombre, más que dejarse abrumar por la posible existencia de estas bestias explosivas y el temor de volver a encontrarse con otra, decide apresurarse a conseguir algún arma con la que por lo menos pueda sentirse un poco más seguro. Por lo tanto, retoma de inmediato su objetivo de conseguir más madera.
Dejando de lado el inoportuno percance con la bestia explosiva, el hombre continúa golpeando más árboles para conseguir más troncos. Y de repente, junto con el impacto de la caída de uno de los árboles, de este se desprende, además de manzanas y ramas delgadas, algo que llama su atención, siendo esto un “Brote de roble”, mismo que podría utilizarse para el crecimiento de otro árbol de este tipo en cualquier lugar en el que sea plantado, o al menos esto describe el libro sobre este pequeño, pero prospero tallo. Por lo cual, el hombre lo guarda y lo lleva consigo en su bolsillo.
Luego de obtener suficientes troncos de roble, el hombre procede a transformarlos en tablones de madera, y con ellos crea unos cuantos palos de madera, pues, por simples que sean, son la base para crear cualquier herramienta primitiva de utilidad y demás posibles creaciones. Aunque antes, en su búsqueda de la receta para transformar los gruesos tablones de madera en palos delgados y prácticos en su libro, se topa con nuevas recetas con el uso único de los tablones de roble, que explican cómo hacer “Escaleras de madera de roble”, “Losas de madera de roble”, “Trampillas de madera de roble” y “Puertas de madera de roble”; cosas ideales para la construcción de un refugio provisional que serviría para mantenerse seguro ante el posible peligro. Por otra parte, incluyendo como “ingrediente” las ramas de los árboles que recogió, puede crear “Vallas de madera”, “Puertas para vallas”, “Carteles”, “Escaleras de mano de madera” y, mucho más importante, ¡herramientas de madera!, como picos, hachas, palas, azadas e, incluso, ¡espadas!, y solo con unos cuantos palos y tablones de madera, según indica el libro.
Todo lo nuevo que lee capta su interés totalmente, pero sobre todo las herramientas, pues es lo que había estado buscando y lo que tenía en mente por hacer desde el inicio, y el hecho de que el libro le facilite el método para crearlas, es una oportunidad y alivio enormes.
Entonces, de entre todas las opciones, lo primero que el hombre decide crear es una espada de madera, más que nada por seguridad, por si de repente se encontrase de nuevo con otro monstruo; y, segundo, un hacha de madera para conseguir más troncos de una forma más fácil y rápida, dejando atrás el método primitivo y cansado que es golpear los árboles con los puños. Aunque, por el material de las herramientas, no se debe tener altas expectativas en su eficiencia.
Posteriormente, ya creada la espada y el hacha de madera en la mesa de trabajo apoyándose de su libro, el hombre prueba el hacha talando más árboles, consiguiendo así más madera, manzanas,