Escenas de escritura. Cristóbal Olivares. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Cristóbal Olivares
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789569441639
Скачать книгу
todas en la constancia de lo que en el filósofo es llamado como el ‘deseo autobiográfico’:

      […] lo que me interesa hoy sigue sin denominarse estrictamente ni literatura ni filosofía, me divierte la idea de que mi deseo adolescente llamémoslo así me haya dirigido hacia algo en la escritura que no era ni lo uno ni lo otro. ¿Qué era? “Autobiografía” quizá sea el nombre menos inadecuado, porque para mí sigue siendo el más enigmático, el más abierto, aún hoy. En este momento, aquí, estoy tratando, de un modo que comúnmente se llamaría ‘autobiográfico’, de recordar qué ocurrió cuando me advino el deseo de escribir, de una forma tan oscura como compulsiva, a un tiempo impotente y autoritario. Bien, lo que ocurrió entonces se parece a un deseo autobiográfico. (Derrida en “Esa extraña institución…”, en este volumen)

      De lo que habrán tratado estas Escenas de Escritura es de la compulsión literaria y filosófica del deseo autobiográfico.

       II

      Las humanidades en general son instancias de profunda inestabilidad para los sistemas educativos; de inestabilidad económica, ciertamente, pero también de inestabilidad política. Ellas no deben cerrarse a negociar con lo que viene de otra parte. En este sentido, encontramos en “Fundaciones políticas y el derecho a la filosofía” de Samir Haddad los signos de una interesante contrapartida no biográfica a la impronta autobiográfica de “Esa extraña institución llamada literatura”. Samir Haddad es profesor de la Universidad de Fordham. Sus líneas de investigación se enfocan principalmente en teoría de la educación y de la democracia en el contexto de la filosofía contemporánea europea y latinoamericana. Se trata de un texto inédito traducido por Jorge Laplace. Como podremos constatar, el trabajo de Haddad permite contextualizar muchas de las cuestiones ético-políticas que se abordan en “Esa extraña institución llamada literatura”, y si bien el autor no trata directamente con el problema de la literatura ni con las obras literarias, en cambio, abordará de lleno la estructura performativa de lo ‘institucional’. De ahí que la temática educativa que analiza en “Fundaciones políticas y derecho a la filosofía” reenvíe suplementariamente a la cuestión de la literatura moderna que, como se desprende de una primera lectura de la entrevista de Attridge a Derrida señalada más arriba, siempre pone en escena la fundación de la cosa institucional, pero de forma tal que la fundación institucional de la literatura nunca podrá acabar subsumida en el sentido normativo de un institucional imperio de la ley sino que siempre será arrastrada por un exceso anterior al imperio de la ley. Momento performativo de la escena de la fundación literaria cuyo sentido se inclinaría por la vía torcida de parodiar la ley; la literatura como parodia sin imperio; retórica de la ironía, pero de una ironía que nunca habrá sido puramente privada (Richard Rorty) sino que política de cabo a rabo, esto es, pública, ironía pública, juridicidad irónica, institucionalidad ficticia: “La ley de la literatura tiende, en principio, a desafiar o anular la ley” (“Esa extraña institución…”, en este volumen).

      Haddad publicó años atrás un libro que anticipaba ciertas premisas sobre las que posteriormente abordará la dimensión éti-co-política de las instituciones educativas en la desconstrucción: Derrida and the Inheritance of Democracy (2013) es un trabajo sobre el problema de la democracia, que toma en cuenta la dependencia del ‘por venir’ respecto a la ‘herencia’ de la tradición democrática, de una ‘herencia’ cuyas implicancias testamentarias sobrepasan el valor contable del legado de las soberanías populares; herencia aneconómica, si se prefiere, que sella la letra de la fundación política con el peso mesiánico de las promesas democráticas. De esta manera, la democracia se presenta como una palanca cuya memoria empuja en un mismo sentido que la literatura moderna: hacia un porvenir cuya espera habrá rebasado, en el empuje mismo de su apalancamiento aneconómico, la tributación de cualquier valor pasado o futuro que pudiera comparecer ante la escena de poder de un sujeto soberano; acaso sea esta la escena del Pueblo o del Autor. Cuando menos esta es nuestra interpretación contable del reenvío a la literatura que se gatilla desde la reflexión sobre el porvenir de la herencia democrática en Haddad. En cualquier caso, y en esto nos retrotraemos a Derrida, literatura y democracia, con todo su exceso aneconómico, negocian su partida y su contrapartida sin necesidad de otro punto de equilibrio que el de la autofundación, ya sea como ‘derecho a decirlo todo’ o como ‘derecho al secreto’:

      La institución de la literatura reconoce, en principio o por esencia, el derecho de decirlo todo o de no decir diciendo, por tanto, el derecho al secreto exhibido. La literatura es libre. Debería serlo. Su libertad es también la que promete una democracia. (Derrida 2003, 347)

      Podríamos decir que literatura y democracia se estrechan en una trama donde la escena de las instituciones soberanas desea refundarse como ‘derecho a decirlo todo’ o ‘derecho al secreto’. La puesta en obra de la autofundación que desarrolla Haddad en “Fundaciones políticas y derecho a la filosofía”, especialmente en cuanto al tratamiento del sí (soi, Self, ipseidad, autos) de la autofundación, debe inscribirse en el contexto de una escena institucional y aquí la educación jugará su parte. Porque el ensayo de Samir trata sobre la inscripción de la educación en una escena de poder que desea refundarse, ante la ley del otro, como institución democrática. En esta perspectiva, es responsabilidad de la educación acoger el exceso extrainstitucional en el espacio mismo de la escena institucional, con el propósito de relanzar, en cada lección, la promesa democrática, precisamente ahí, en las viejas escenas del poder, donde la estrechez del rigor academicista se termina por asemejar aquí o allá a una disposición natural a la autocensura. Por lo mismo, la refundación de las instituciones exigirá levantar contrainstituciones en su propio seno, momento en que Haddad destaca el importantísimo rol de las ‘comunidades de interpretación’ y, particularmente, la tensa pero necesaria interacción entre las ‘comunidades estrechas’ (intrauniversitarias, solemnes, civilizadas) y las ‘comunidades amplias’ (extrauniversitarias, callejeras, canallas) en el decurso de una trayectoria refundacional.

       III

      Martin Hägglund es un filósofo sueco ligado a la deconstrucción y que se encuentra radicado desde hace más de una década en Estados Unidos (Universidad de Yale). Entre sus publicaciones se destacan los libros Radical Atheism (2008); Dying for Time (2012) y This Life (2019). De Hägglund se podría decir que es un autor polémico. A partir de Radical Atheism, un texto cuyas principales tesis iban dirigidas contra la “radical theology” de John D. Caputo, las reacciones más tempranas, no obstante, provinieron del mundo de la teoría literaria (Derek Attridge) y de la teoría política (Ernesto Laclau). No precisamente para discutir una posición literaria o política (aunque estas reacciones se muevan en dicha dirección), sino para cuestionar la opción de Hägglund por disociar la deconstrucción del motivo ético-levinasiano de la responsabilidad (Attridge) así como por rechazar el motivo psicoanalítico-lacaniano del deseo (Laclau). A partir de entonces los debates no se van a detener (con Caputo, por cierto, pero también con Michael Naas, Samir Haddad y Adrian Johnston, entre otros). Nosotros, si pudiéramos consignar en pocas palabras los argumentos de aquellos autores, diríamos que le han reprochado presentar tesis sobre la deconstrucción, traicionando la impronta de una escritura que en Derrida se suponía ‘esencialmente’ atética. Ahora bien, decimos esencialmente entre comillas, con cierta ironía, pues sus detractores pasan por alto la necesaria infidelidad al legado sin la cual no hay porvenir del legado (fidèle infidélité). En Hägglund, la fidelidad a esta vida (this life), en el sentido de una ‘confesión secular’ inscrita en la escena de la escritura -en la línea de Min kamp de Karl Ove Knausgård, obra y autor con los cuales el filósofo sueco mantiene una afinidad insos-layable-, le ha exigido pagar el precio de una hostilidad, diríamos, ya no tanto a la memoria de Derrida como hacia los ‘legatarios’ –de la deconstrucción, el psicoanálisis e incluso del populismo.