La propuesta general que transciende la obra de Gregorio López era presentar la historia mundial como el desarrollo del diseño de Dios acerca de la humanidad a través de diversas etapas de la historia. El plan cronológico que propone el ermitaño consiste en la superposición de la narrativa apocalíptica en el panorama histórico real conforme el esquema que él mismo elaboró. Según López, los propios acontecimientos del Apocalipsis comienzan con el reinado de Trajano y acaban en los principios del siglo iv, cuando el cristianismo se legaliza por el emperador Constantino y el papa Silvestre ata a Satanás por mil años. Al terminar esos mil años, ya en el siglo xiv, aparecen los pueblos Gog y Magog para entrar en la batalla final con el pueblo de Dios, lo que conlleva al último paso de la historia que, a su vez, anuncia el triunfo de la Nueva Jerusalén celeste, el gozo y la esperanza de todos los cristianos que no habían entrado en avenencia con el mundo caído. Según señalan Josep Ignasi Saranyana y Ana de Zaballa,
Gregorio López se extiende en multitud de detalles relativos a la vida política y religiosa del bajo imperio, que conoce muy bien. Los diez cuernos de la bestia apocalíptica son los diez emperadores romanos perseguidores de los cristianos: Nerón (54-68), Domiciano (81-96), Trajano (98-117), Marco Aurelio (161-180), Septimio Severo (193-211), Maximino (235-238), Decio (249-251), Valeriano (253-260), Aureliano (270-275) y Diocleciano (284-305). Pero no sólo esto: los primeros diecisiete capítulos del Apocalipsis, es decir, hasta el anuncio de la caída de Babilonia, constituyen un relato lineal de cada una de las diez persecuciones. La caída de Babilonia (cap. XVIII) profetizaba la paz sellada entre Constantino y el papa Silvestre. La fecha de la paz, según Gregorio, sería este año de trescientos y diez y seis, poco más o menos, fecha en que habría comenzado el milenio.[50]
El sistema cronológico tan detallado fue aplicado por Gregorio López con la finalidad de delimitar la fecha provisional en que habrá de terminar el milenio, durante el cual Satanás permaneciera atado. Luego “profetiza la destrucción de los turcos otomanos, en fecha incierta, después de la cual vendrá la resurrección, el juicio y el ingreso de los justos resucitados en la patria celestial”.[51] Tal perspectiva muestra que toda la narrativa histórico-profética del Tratado viene marcada con un optimismo escatológico que coincide con las esperanzas mesiánicas de la época.
Se ha comentado que Gregorio López recibió la influencia de la filosofía de la historia expresada por Joaquín de Flore y hasta enumeró las obras del abad calabrés entre sus fuentes de inspiración.[52] No solamente se trata de la interpretación de la historia humana como diversas etapas de la historia de la salvación, sino también, aplicando una exégesis concordística del Antiguo y del Nuevo Testamento, de presentar las tres grandes etapas de la historia como correspondientes a cada persona de la Santísima Trinidad, donde la última etapa será caracterizada “por una nueva y plena comprensión espiritual de la Escritura, llamada “evangelio eterno” […]; y una nueva economía de salvación, sin signos ni figuras, que se instaurará antes del eschaton final”.[53]
En los escritos de los franciscanos españoles y novohispanos, como en el caso del fray Jerónimo de Mendieta, el optimismo escatológico alcanza su auge y se vuelve una suerte de ideología utópica. Según señala Elsa Cecilia Frost, “lo primero que llama la atención es que Mendieta, en vez de apoyarse en los textos tradicionales, parece rehuirlos”. Mendieta crea
la imagen de una monarquía universal, redondeando su interpretación con citas de los Salmos, los Evangelios y el Apocalipsis. Lo sorprendente es que tales citas no se refieren nunca a los pasajes más característicamente milenaristas. No toma en cuenta el discurso escatológico en ninguna de sus versiones y apenas si encontramos una que otra mención a la imaginería apocalíptica: batallas, dragones, ángeles, bestias, serpientes o estatuas, que acicateara la fantasía de los movimientos milenaristas durante tantos siglos. Este milenarista elitista […] parece huir deliberadamente de todas las imágenes que pueblan los escritos de los milenaristas revolucionarios”.[54]
Gregorio López, al contrario, evita caer en el extremo mostrado por fray Mendieta. Todos los desastres escatológicos descritos en el Apocalipsis, todos los “dragones, bestias y serpientes” llegan a ser objeto de unas explicaciones más atentas, profundas y fundamentadas en la base de múltiples fuentes, tanto religiosas como profanas. Además de eso, cualquier imagen apocalíptica, por más siniestra que sea, se contextualiza y se concretiza históricamente en su contexto concreto. De esta manera López busca un equilibrio interpretativo, evitando tanto el extremo del milenarismo elitista como el de los revolucionarios, convencido de que la mayoría de las profecías apocalípticas ya se habían cumplido en la época tardorromana, dentro del paradigma de la escatología realizada. Más aún, como lo veremos en el libro, el espíritu milenarista se encontrará bastante debilitado en su obra y mayormente se sustituirá por la pasión y por el estudio histórico-concreto.
Para entender las directrices básicas y los aspectos esenciales de la obra de Gregorio López como un sistema multifacético con diversas estrategias de interpretación, señalemos los enfoques generales que se han establecido en la tradición del estudio del Apocalipsis a partir del medievo. Por el término “enfoque” entendemos una estrategia hermenéutica establecida que habría de reflejar la perspectiva escatológica e histórica del libro del Apocalipsis. Según Wilhelm Bousset, la tradición académica de los estudios del Apocalipsis toma sus raíces en la época de la Contrarreforma,[55] así que el método propuesto por Gregorio López corresponde con las tendencias señaladas por Bousset y, además, como tratamos de fundamentar a lo largo de nuestro trabajo, en algunos casos López anticipó algunos hallazgos hermenéuticos hechos unos siglos después. De todos modos, la tradición académica en el pleno sentido de esa palabra, que presupondría la descripción detallada y la clasificación de los sistemas hermenéuticos pertenecientes al estudio del Apocalipsis, aparece nada más en el siglo xx Los cuatro enfoques de la interpretación del Apocalipsis son siguientes: i) preterista, ii) idealista, iii) futurista y iv) historicista.
El enfoque preterista presupone la percepción de los acontecimientos descritos en el Apocalipsis como las profecías que pertenecen a la historia cristiana de los siglos i-iv y que ya se habían cumplido. Se trata sobre todo de la destrucción del templo hierosolimitano, de le victoria del cristianismo sobre el paganismo, etcétera. El representante más conocido de ese enfoque es el comentarista español Luis Alcázar (1554-1613), por su obra La investigación del sentido arcano en el Apocalipsis (Vestigatio arcanae sensus in Apocalypsi), que fue del gusto de algunos protestantes; conviene destacar que entre las fuentes de su inspiración Alcázar menciona también a Gregorio López, lo cual demuestra la resonancia excepcional de su Tratado de este último autor. No cabe duda de que este enfoque ha mostrado su eficacia porque a pesar de la tentativa de “atar” todas las imágenes del Apocalipsis a los acontecimientos concretos, de todos modos no se quita la perspectiva escatológica común del libro. Así lo vemos en el narrativo de López: todo ya pasó; incluso el “reino milenario” ya pertenece al pasado, sin embargo, el Juicio Final y el surgimiento de la Jerusalén celeste se pospone en el futuro; las fechas del cumplimiento de aquellas profecías nadie las sabe.
El enfoque idealista ve el libro del Apocalipsis como una descripción simbólica de la lucha entre las fuerzas de Satanás y el pueblo de Dios sin tomar en cuenta vinculación alguna con el contexto histórico propio para el autor del libro de la Revelación. Muchos autores patrísticos demuestran su compromiso con este enfoque de interpretación, donde el objetivo de cada profecía se entiende no en la predicción de los acontecimientos futuros en su forma concreta (es