Sin embargo, no se trataría solo de una omisión, pues pareciera que Polo habría querido “interpretar” la magnitud de cada sismo: mientras que en la fuente original, como se dijo, seis de ellos son calificados por Unanue como recios, Polo los adjetiva de otra manera, transformando un sismo —según el caso— en recio, mediano, ligero, regular o débil. Si en la fuente original seis sismos son calificados con el mismo adjetivo, toda fuente secundaria debería haber aplicado, o bien el mismo adjetivo, o bien un término equivalente, para los seis casos; pero Polo no solo no respetó la denominación original, sino que eligió cinco adjetivos sustitutivos de recio, muy diferentes entre sí. Por nuestra parte, consideramos que si bien algunos términos —recio o mediano— respetan la calificación original, otros —ligero o débil— desinforman totalmente sobre las características de la ocurrencia sísmica.
Por cierto, la “buena voluntad” de Polo, de matizar un “aburrido” listado sísmico, ha generado una abierta distorsión, que se volvería preocupante si los modernos geofísicos aceptasen ad pedem litterae el testimonio de Polo sin consultar la fuente original. El asunto se tornaría aún más grave si los mismos científicos se lanzasen a establecer posibles magnitudes a partir de los adjetivos de aquel. ¿Acaso asignarían la misma magnitud a dos sismos, uno calificado de recio y otro de débil? ¿Sabrían que, en la fuente original, ambos son entendidos de manera exactamente igual y calificados como recios? Creemos que a partir de un ejemplo como éste puede entenderse la importancia de cotejar en forma debida los registros consignados en los catálogos sísmicos actualmente vigentes, con la valiosa y, muchas veces, olvidada información proporcionada por las fuentes originales y que se compusieron contemporáneamente a los eventos que narran.
Si en el caso anterior se ha demostrado una situación palpable de omisión y distorsión, lo que observamos para 1812 revela un traslado incompleto de la información de origen. Francisco Romero, religioso que ocupara interinamente el cargo de cosmógrafo, indicaba que, ese año:
… [abril] El 14 a las tres y un cuarto hubo un temblor con dos remesones bien fuertes, el movimiento fue del centro a la superficie, duró más de un minuto y volvió a repetir aunque más remisamente a las cuatro y tres cuartos… (Romero [1813]: s/p).1
Fuentes posteriores, como Córdova y Urrutia (1844) y Polo (1899), siguen al cosmógrafo Romero:
… En 14 de abril a las 3 hubo un temblor con dos remezones bien fuertes que repitió a las 4 ¾… (Córdova y Urrutia [1844] 1875, VII: 141).
… El 14, fuerte movimiento de tierra en Lima, a las 3 de la tarde, y otro a las 4 y ½. También se sintieron éstos en Arequipa… (Polo 1899).
En las tres citas se advierte coincidencia en cuanto a fecha (14 de abril) y magnitud (“remezones bien fuertes”/ “fuerte movimiento”), pero no en cuanto a hora, pues en la fuente original se indica 3.45 de la tarde y en las posteriores 3.00 de la tarde, diferencia nada desdeñable de tres cuartos de hora. La primera es, además, rica en información sobre el sismo, pues da indicaciones sobre su duración (más de un minuto), su comportamiento (“fue del centro a la superficie”) y, en relación con el sismo inmediatamente posterior, señala que este se comportó “más remisamente”, es decir, fue más leve. Tales detalles no son, lamentablemente, recogidos en las fuentes secundarias.
Por otro lado, una de estas últimas introduce una información innovadora, no consignada en la fuente original: se trata del dato incluido por Polo, de que los dos movimientos sentidos en Lima el 14 de abril de 1812, también fueron percibidos en zonas muy alejadas, como Arequipa, caso para el que deberíamos suponer ocurrieron a la misma hora. Hecho el respectivo cotejo con una valiosa fuente original —el catálogo sísmico del viajero Castelnau para Arequipa—, comprobamos que esta no menciona ningún sismo ocurrido en dicha ciudad ese día de abril de 1812. Por ello, estaríamos en condiciones de afirmar que el supuesto efecto del sismo de Lima en Arequipa —lo que serviría para asignarle, de manera equivocada, una magnitud mayor que la que se le reconoce— podría, simplemente, tratarse de un “inserto” de Polo.
Otro caso que merece destacarse es la incertidumbre sobre el origen de la información debido al desconocimiento de una fuente original. Respecto al comportamiento del mar durante el sismo de diciembre de 1806, Córdova y Urrutia afirma: “A las 8 de la noche salió el mar de límites, desamarró los buques y arrastró cuanto había en la playa, levantando un ancla de 30 quintales por encima de la casa del capitán del puerto para echarla a una laguna…” (Córdova y Urrutia [1844] 1875, VII: 138), signo inequívoco de un incremento notable del nivel del mar, efecto, probablemente, de un tsunami. En la referencia de Polo se notan apenas algunos datos incluidos por Córdova y Urrutia, que mostramos a continuación:
… El 1.o de diciembre, de 6 a 6 y 1/2 de la tarde, fuerte temblor en Lima, que duró de 1 y 1/2 a 2 minutos. Vino del N. y su movimiento ondulatorio hizo oscilar las torres de los templos de la ciudad por mucho tiempo, estropeó algunos edificios. A las 8 de la noche salió el mar de sus límites en el Callao; a las 9 y 1/2 se repitió el fenómeno con más violencia, subiendo la marea diez y ocho pies, y a las diez quedó el mar tranquilo. Con la braveza, el mar desamarró los buques y arrastró cuanto había en la playa, levantando un ancla de treinta quintales por encima de la casa del capitán del puerto, para echarla a una laguna. Causó averías a algunos buques, y pérdidas en la playa a los comerciantes que tenían en ella mercaderías… (Polo 1899: 26).
Una diferencia saltante entre ambas fuentes es la hora de ocurrencia del tsunami del Callao: si seguimos a Córdova, se habría presentado a las 8 de la noche; si nos basamos en Polo, se produjo recién hora y media después: 9 y media de la noche. Además, lo consignado por el segundo resulta más completo, pues indica la evolución del fenómeno con la mención de la hora de inicio, la hora de mayor efecto y el momento en que finalizó: en su efecto telúrico y marítimo, el fenómeno sumó dos horas de duración.
No obstante, pareciera que Polo tuvo a la vista una fuente original desconocida; es lo que podemos afirmar a la luz de la información de la única fuente original que hemos consultado: el Almanaque Peruano y Guía de Forasteros correspondiente a 1807, publicación oficial encargada al cosmógrafo mayor, a la sazón, Gabriel Moreno, renombrado científico peruano establecido en Lima. Y aquí notamos un error de Polo en la referencia a su fuente de consulta. En una nota a pie de página, en la que cita la fuente en que se basó para referir el evento de Lima y Callao en diciembre de 1806, indica que aquella ha sido “Paredes, Guía del Perú para 1808”, lo cual es erróneo por dos motivos. En primera instancia, se trata de un dato incompleto, dado que el verdadero nombre de la publicación oficial que por entonces el gobierno encargaba al cosmógrafo mayor era Almanaque Peruano y Guía de Forasteros, y no solo Guía de Forasteros, como dice Polo. En segundo lugar, el apellido Paredes, que aparece como autor de la Guía, hace referencia, creemos, a José Gregorio Paredes, médico y científico limeño que tuvo a su cargo la redacción de dicha obra en tres periodos: 1809-1810, 1814-1824 y 1828-1839, en su condición de cosmógrafo titular. Al asumir la responsabilidad de dar a luz la publicación, Paredes reemplazaba a Gabriel Moreno, quien se había hecho cargo de ella por espacio de una década (1799-1809), lo que significa que si Polo consultó la Guía de 1808, esta debió ser la que publicó Moreno. Por consiguiente, atribuir a Paredes la redacción de la Guía de 1808 no es exacto, pues quien debería aparecer como autor es Moreno.
La fuente original desconocida que Polo consultó no fue el Almanaque Peruano y Guía de Forasteros de 1807, si se toma en cuenta el texto que reproducimos a continuación:
… Concluida la impresión del Almanaque, al rematar la Guía, el día 1 de diciembre a las seis de la tarde, se sintió un temblor [en Lima], el más fuerte de los que han acaecido después del terrible de 1746. Comparable con los de 1584, 1630, 1687 si se atiende al movimiento de la tierra y vaivén de los edificios; pues en minuto y medio de duración, dejó maltratadas muchas casas y algunas Iglesias. Se cree vino del Norte por los estragos que causó en varios parajes y haciendas de esta costa. No será mucho que hayan padecido