Así como estos criminales, Satanás quiere robar nuestra identidad. Cuando Jesús fue bautizado, la voz del Padre afirmó su identidad: “Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él” (Mat. 3:17, NVI). Pero Satanás era consciente del peligro que corría si permitía que Jesús viviese afianzado en su identidad de Hijo amado. Por eso, solo unos días después, en el desierto, intentó que dudara. No es casual que todas las tentaciones comenzaran con la misma frase: “Si eres el Hijo de Dios…”
Bajo la superficie de muchas tentaciones se encuentra la misma pregunta hiriente: ¿Quién te crees que eres? La identidad no se gana, se hereda. Nuestro Padre es el Rey de reyes. Somos princesas reales, amadas con un amor exuberante y eterno (Jer. 31:1; Juan 3:16). Pero si el ancla de nuestra alma no está bien aferrada a esta verdad, nos pasaremos la vida tratando de probar nuestro valor como personas. Viviremos sufriendo los éxitos de los demás, comparándonos y compitiendo por atención.
Pero no hay éxito profesional, belleza física, relación sentimental o descendencia que pueda reemplazar nuestra identidad de hijas de Dios. Después de todo, “¿quién eres?” y “¿qué tienes?” son dos preguntas muy diferentes. Para vivir una vida de abundancia emocional, en la que no estemos continuamente comparándonos con los demás, tendremos que aprender a aceptar la definición del Padre: Eres mi hija amada en quien me deleito. ¡Nada menos!
Señor, cuando el enemigo susurre mentiras en mis oídos y me diga que no sirvo para nada o que soy una fracasada, recuérdame quién soy en realidad. Soy amada con tal fuerza y generosidad, que no escatimaste ni a Cristo para salvarme.
16 de enero
Amada
“Pero Dios mostró el gran amor que nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores” (Rom. 5:8, NTV).
Unos meses atrás, tuve el privilegio de entrevistar a Dannielle Synot para la Radio Adventista de Londres. Dannielle es una presentadora de radio australiana, y fundadora de la organización de caridad “Brave Enough” (Lo suficientemente valiente). Cuando Danni tenía solo dos años, sus padres se divorciaron. En cuanto su padre biológico dejó de visitarla, su padrastro comenzó a maltratarla verbal y físicamente. Poco después de esto, su madre fue diagnosticada con depresión clínica, y Danni se sintió completamente abandonada. Luego de sufrir tantas tragedias, Danni estaba convencida de que ella era el problema. Creía que debía haber algo horrible en ella que hacía que la gente la abandonara.
Cuando Danni se casó y quedó embarazada, ella y su marido empezaron a buscar una iglesia a la cual asistir. Danni estaba emocionada con la idea de finalmente formar una familia completa. Sin embargo, luego de 18 semanas de embarazo, su bebe falleció. Danni me dijo que sintió como que una mano le entraba en el pecho y le arrancaba el corazón. Luego de que su bebé, Jackson, falleciera, Danni pasó por una etapa de depresión. No podía dormir ni comer normalmente, y tuvo que dejar de trabajar por un tiempo. Danni había comenzado a estudiar la Biblia y en un momento le dijo a Dios, exasperadamente: “¡La diferencia es que tú sabías que Jesús iba a resucitar!” Entonces, Danni oyó que Dios le respondía tiernamente: “Tu hijo también va a resucitar”. Danni se llenó de emoción al comprender que Dios había sacrificado a su propio Hijo, para que Jackson pudiera resucitar un día. ¿Era posible que alguien la amara tanto? ¡Sí!
Danni continuó estudiando la Biblia y se bautizó. Dios le dio la fortaleza para perdonar a sus padres y para usar su experiencia para bendecir a otras personas. A través de su organización de caridad, hoy ella se dedica a ayudar a aquellos que han pasado por experiencias traumáticas. Danni cree que el amor de Jesús puede ayudarnos a reinterpretar y reescribir cualquier historia. Su amor puede ayudarnos a romper las cadenas del sentimiento de inferioridad y del odio. Es el amor de Dios lo que nos otorga nuestra verdadera identidad.
Señor, te agradezco porque a través del sacrificio de Cristo puedo ver mi verdadero valor. Tú reescribes mi pasado. Donde decía “abandonada”, tú escribes “escogida”. Donde decía “menospreciada”, tú escribes “amada”. Es tu amor, no mi pasado, lo que me define.
17 de enero
Mujer bonita
“Pues estoy a punto de hacer algo nuevo. ¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves? Haré un camino a través del desierto; crearé ríos en la tierra árida y baldía” (Isa. 43:19, NTV).
Rahab tenía todo en contra: era una mujer, en medio de una era patriarcal; era amorrea, y por lo tanto miembro de un pueblo idólatra; y para colmo, ¡era prostituta! Nadie esperaba mucho de ella. Si Rahab hubiera contraído una enfermedad venérea y muerto joven, nadie se habría sorprendido. Si la hubieran encontrado golpeada e inconsciente en un callejón, nadie habría prestado demasiada atención. Lo que fue una verdadera sorpresa, sin embargo, fue que Rahab se convirtiera en una mujer de fe ejemplar, se casara con uno de los caudillos de Israel y llegara a ser parte de la genealogía de Jesús. Ni siquiera la película “Mujer bonita” tiene un cambio tan dramático. ¡La gracia de Dios es escandalosamente generosa!
El mensaje de la historia de Rahab es claro: tu pasado no determina tu futuro. Dios no se conformó con salvar la vida de Rahab y la de su familia. Dios no le dijo: “Bueno, te salvé de morir en la ciudad, pero no esperes mucho más. Como tu pasado es tan horrible, Rahab, ahora debes conformarte con mendigar entre esta gente”. ¡No! La gracia de Dios es escandalosamente generosa. Dios no solo la salvó, sino también le dio un futuro extraordinario. Rahab se casó con Salmón, uno de los espías, y dio a luz a Booz, quien se transformaría en el marido de Rut.
¡Tu pasado no determina tu futuro! Abuso sexual, maltrato emocional, abandono, adicciones, malas decisiones… Realmente no importa qué es lo que hay en tu pasado; lo que importa es quién sostiene tu futuro. La salvación de Dios es mucho más grande que nuestros pecados (o la manera en que otros pecaron contra nosotras). Los planes de Dios son infinitamente más grandes que nuestro pasado y más poderosos que cualquier trauma. Esta mañana, cuando te mires en el espejo antes de salir de la casa, quiero que veas una mujer hermosa, con un futuro extraordinario. Porque, como escribe Preston Sprinkle en Charis, “Llevas puesta una corona de gloria y honor. El Rey […] de la creación la colocó sobre tu cabeza. Cuando tú te miras al espejo y ves cicatrices y granos, abuso, soledad y dolor, Jehová ve gloria y honor”. Tu pasado no determina tu futuro. ¡Dios determina tu futuro!
Señor, gracias por tu escandalosa generosidad. Gracias porque eres tú, y no mi pasado, quien determina mi futuro.
18 de enero
Obra maestra
“Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás” (Efe. 2:10, NTV).
¡Somos una obra de arte! La palabra griega traducida en este versículo como “obra maestra” es poiēma, de la que deriva la palabra española “poema”. La idea es simple y conmovedora: somos una obra de arte creada por las manos de Dios. Somos su hermoso poema. Sin embargo, muchas veces nos miramos en el espejo o nos vemos reflejadas en las miradas y los rechazos de los demás, y no vemos el poema que Dios está escribiendo. En lugar de una obra maestra, vemos un borrón de tinta,