TABLA 1 Epidemiología de las intoxicaciones agudas
Autor | Año | Porcentaje sobre urgencias totales (%) | Porcentaje sobre urgencias médicas (%) |
Millá | 1975 | 2,80 | 5,70 |
Camí | 1976-1977 | 1,80 | 1,20 |
Mairata | 1980 | 0,20 | 0,90 |
Nogué | 1985 | 1,60 | 0,60 |
Caballero | 1985 | 0,40 | 1,10 |
Monteis | 1987 | 1,00 | 2,60 |
Dorado | 1994 | 0,38 | 1,12 |
La mortalidad se encuentra entre el 0,2-1,5 %. Actualmente, la mayor parte se debe a las sobredosis por opiáceos. El porcentaje entre intoxicaciones voluntarias y accidentales es de 5/2; las segundas son más frecuentes entre niños de menos de 7 años.
Con respecto a la etiología, son de origen farmacológico el 70 % frente a un 30 % de origen no farmacológico, aunque la gravedad en éstas últimas suele ser mayor, en particular las provocadas por cáusticos y productos industriales.
Si se atiende a la especialidad farmacéutica ingerida (nombre comercial), son de origen plurimedicamentoso el 37 %, cifra que se eleva hasta el 65 % cuando se analizan los principios activos, ya que son numerosos los fármacos que contienen más de un principio activo.
El grupo farmacológico más utilizado ha cambiado desde los años cincuenta, al pasar de los barbitúricos a los antidepresivos, las benzodiacepinas y las drogas de abuso (heroína, cocaína) y mantenerse estable durante toda época la intoxicación etílica (8 %-19 %).
En los casos de intoxicación severa se precisa el ingreso, lo más precoz que sea posible, en una unidad de cuidados intensivos. Se considera que alrededor del 8 %-10 % de las intoxicaciones agudas que llegan al área de urgencias de un hospital precisan su ingreso en dicho servicio, bien por la gravedad del propio producto o por la patología de base del paciente. En un estudio multicéntrico realizado en 1990 en 15 servicios de medicina intensiva de España, se constató que las intoxicaciones más frecuentes eran las medicamentosas (57 %), seguidas por las generadas por productos domésticos (12 %) y agrícolas (10 %), con una elevada intencionalidad suicida (70 %) y una mortalidad global del 9 %.
La importancia de la vía de entrada del tóxico en el organismo viene dada, además de por la identificación de la más frecuente y de la más agresiva, por la rapidez de distribución que la utilización de una u otra conlleva y el consiguiente tratamiento que en su caso pueda aplicarse (Goldberg, 1986).
La vía de eliminación se relaciona con la farmacocinética y farmacodinamia del tóxico, así como con su ligazón a las proteínas plasmáticas, conceptos importantes a la hora de aplicar un tratamiento de urgencia, que puede ser vital en las primeras 24 horas posteriores a la ingesta. Así distinguimos:
1. Vías de entrada:
a)Digestiva. Es la puerta de entrada más importante. Su rapidez de absorción depende no sólo del tóxico sino también del estado funcional y contenido de estómago e intestino.
b)Pulmonar. Considerada muy agresiva debido a la rápida distribución tisular que provoca la inhalación de gases y vapores tóxicos.
c)Cutánea. Utilizada con los productos en aerosoles y vaporizadores. Importante en intoxicaciones accidentales con herbicidas e insecticidas.
d)Mucosa. Mucho menos frecuente, se emplea en algún tipo de sobredosis por drogas.
e)Parenteral. Es característica de sobredosis por droga y yatrogenia.
2. Vías de eliminación:
a)Renal. La más importante, ya que a través de ésta se elimina la mayoría de los tóxicos solubles.
b)Digestiva. Su importancia viene dada por ser la vía de entrada más frecuente y la más fácilmente abordable desde el exterior.
c)Pulmonar. Tiene escasa importancia como vía de eliminación.
d)Sudoral. Complementaria de todas las anteriores.
3.2Diagnóstico general orientado al tratamiento
El diagnóstico en toxicología se basa en los mismos pilares que los de otras especialidades médicas: la anamnesis, la exploración física y las exploraciones complementarias.
Sin embargo, ante una situación urgente que precisa tratamiento, debemos establecer unos parámetros de sospecha (Kulig, 1992) que, aunque sean poco específicos, globalmente considerados pueden orientarnos en el diagnóstico diferencial con una patología estructural o con otro tipo de patología metabólica, para posteriormente abordar con detalle unos parámetros de confirmación.
1) Parámetros de sospecha. Con carácter general, y aunque es posible que uno de ellos o varios se hallen ausentes en una intoxicación concreta, de forma orientativa podemos establecer los siguientes:
–Depresión de la función respiratoria o respiración superficial
–Pupilas reactivas y simétricas, con independencia del tamaño. Algunos tóxicos producen arreactividad pupilar
–Ojos centrados, sin desviaciones anormales de la mirada
–Respuestas conjugadas a estímulos oculomotores
–Movimientos oculares erráticos lentos, horizontales la mayoría de las veces
–Ausencia de focalidad neurológica periférica
–Ausencia de síndrome meníngeo
–Ausencia de convulsiones, si bien algunos tóxicos sí las producen, por lo que interesa conocer la historia epiléptica previa
–Ausencia de estigmas patológicos pulmonares, renales o hepáticos que orientarían a un coma metabólico orgánico
–Pulso generalmente normal o algo taquicárdico
–Ausencia de fiebre
–Ausencia de palidez y sudoración, si no existe hipoglucemia
–Glucosuria y cetonuria negativas, aunque una hipoglucemia puede orientar el diagnóstico hacia sobredosis de antidiabéticos o insulina
–Con gran probabilidad, sujeto joven
2) Parámetros de confirmación. Vendrán dados por:
–Una anamnesis directa (paciente) o indirecta (familiares) lo más completa posible, que incluirá la naturaleza y dosis del producto, día y hora de la ingesta, y la existencia o no de una patología orgánica o psiquiátrica previa. Es la base del diagnóstico, ya que la mayoría de los pacientes permanecen conscientes y pueden señalar el tipo de tóxico, la dosis y el tiempo transcurrido y, en caso