La verdad sobre la magia
Celeste Weatherberry
Curiosamente, a diferencia del resto de los libros de la habitación, La verdad sobre la magia no tenía papeles al lado. La cubierta era de color violeta pastel y prácticamente brillaba en la oscuridad. El libro estaba bordeado por un patrón plateado que representaba un unicornio y un grifo enfrentados, mientras que el espacio que separaba a las criaturas estaba repleto de hadas pequeñas y aladas, entre estrellas y bajo una luna creciente.
Era el libro más bonito que Brystal había visto en su vida. De todos los temas que había leído en la biblioteca secreta, la magia era con el que menos familiarizada estaba. Sabía que era considerada una práctica demoníaca y un crimen atroz, pero más allá de las reacciones de la gente con respecto a esta, Brystal sabía muy poco sobre la magia misma. Así que se sentó a la mesa y, con entusiasmo, abrió el libro por la primera página, ansiosa de aprender más:
Querida/o amiga/o:
Si este libro ha llegado a tus manos, espero que lo estés leyendo en un lugar seguro. No tengo dudas de que eres consciente de que la magia es un tema bastante sensible en todo el mundo. En la mayoría de los lugares, poseer algo que esté remotamente vinculado con ella es igual de castigable que un acto de magia en sí. Sin embargo, para cuando termines de leer este libro, habrás aprendido que la magia es tan pura como la existencia misma y sabrás por qué merece la admiración y el respeto del mundo.
Para tener una mejor perspectiva de lo que estoy diciendo, primero debemos analizar la historia. Hace miles de años, la humanidad y otras especies inteligentes vivían en armonía con los miembros de la comunidad mágica. Éramos vecinos, amigos y familia. Nos ayudábamos entre nosotros, nos cuidábamos y trabajábamos juntos para alcanzar los mismos objetivos de paz y prosperidad. Por desgracia, todo cambió cuando la humanidad comenzó su sangrienta búsqueda de la dominación mundial.
Antes de que el rey Campeón I fuera coronado, el futuro soberano tenía una relación maravillosa con la comunidad mágica. Nos había garantizado su lealtad y nosotros, en respuesta, apoyamos su ascenso al trono. Tras la coronación, lo primero que hizo Campeón fue establecer su Consejo Asesor de Jueces Supremos y, con ello, la historia cambió para siempre.
Los jueces supremos veían a los miembros de la comunidad mágica y sus habilidades como una amenaza. A Campeón I le llenaron la cabeza de mentiras, como que teníamos intenciones de derrocarlo y hacernos con el control del reino. Reescribieron el Libro de la Fe y convencieron da todo el reino de que nuestros hechizos, conjuros y encantamientos eran prácticas demoníacas y de que nuestra mera existencia era una abominación. Campeón I declaró «brujos» a todos los miembros de la comunidad mágica y criminalizó la magia equiparándola a la traición al reino y los homicidios. El resto de los reinos acabaron siguiendo su ejemplo, y así empezó la primera cacería de brujos y brujas de la historia.
Todos aquellos de quienes se sospechaba que podían ser brujos fueron arrestados y ejecutados. Los unicornios, dragones, grifos, hadas y demás animales considerados «mágicos» fueron asesinados hasta quedar extintos, y todo el bien que la comunidad mágica había hecho por la humanidad fue borrado de la historia. El plan de los jueces supremos fue tan eficaz que pronto se convirtió en el modelo a seguir para resolver los conflictos futuros.
Cientos de años han pasado desde el reinado de Campeón I, pero el estigma contra la gente con sangre mágica sigue más fuerte que nunca. En las últimas décadas, el rey Campeón XIV cambió el castigo por conjurar magia en el Reino del Sur: de pena de muerte a encarcelamiento con trabajos forzosos, aun así la medida no sirvió para salvar todas las vidas inocentes que se pierden alrededor de todo el mundo. En la actualidad, muchos abandonan a sus hijos o emigran a territorios más peligrosos con tal de evitar que los relacionen con la magia. La idea de que la magia es algo malo, algo de lo que se deben avergonzar, es el mayor error de interpretación de nuestros tiempos.
La magia es un don hermoso y extraordinario que permite manifestar y modificar los elementos. Es una forma de arte pura y positiva que se usa para crear algo de la nada. Es la habilidad de ayudar a aquellos que lo necesitan, de sanar a aquellos que sufren y de mejorar el mundo. A ella solo pueden llegar aquellos con un corazón bondadoso, y no las brujas, como dicta la creencia popular, sino las hadas. Y su talento debe ser celebrado, no reprimido.
Si bien las brujas existen, solo representan una pequeña parte de la comunidad mágica. La maldad de sus corazones evita que puedan hacer magia, por lo que, en su lugar, practican un arte destructiva y sucia llamada brujería. Y, por lo general, lo hacen con intenciones disruptivas. Merecen los castigos severos que reciben, pero sus actos viles nunca se deben confundir con las bondades que la magia ofrece.
Puede parecer complicado diferenciar a un hada de una bruja, pero hay una prueba muy sencilla que los miembros de la comunidad mágica llevan usando durante siglos. El siguiente pasaje pertenece a un texto ancestral y cuando se lee en voz alta, el hada, o bruja, que duda de su condición puede determinar con facilidad a qué lado pertenece:
Ahkune awknoon ahkelle-enama, telmune talmoon ahktelle-awknamon.
A Brystal le pareció una frase tan divertida que la leyó en voz alta para oír cómo sonaba.
—Ahkune awknoon ahkelle-enama, telmune talmoon ahktelle-awknamon.
¿Se ha manifestado algo macabro cerca? ¿Se ha desatado de repente una tormenta de langostas o una plaga de pulgas? ¿Tu piel se ha cubierto de llagas? Si no se ha producido ninguno de estos cambios visibles en tu cuerpo o entorno, entonces, enhorabuena, ¡no eres una bruja!
Ahora, si lees el siguiente pasaje en voz alta, podrás descubrir si eres un hada:
Elsune elknoon ahkelle-enama, delmune dalmoon ahktelle-awknamon.
Brystal sabía que leer el segundo pasaje tendría el mismo efecto irrisorio en ella que el primero, pero disfrutaba siguiéndole la corriente a la autora. No todos los días podía una comprobar si tenía habilidades mágicas.
—Elsune elknoon ahkelle-enama, delmune dalmoon ahktelle-awknamon —leyó en voz alta.
¿Se ha manifestado algo hermoso? ¿Llueven del cielo rubíes y diamantes? ¿Tu ropa es más elegante ahora? Si es así, entonces, enhorabuena, ¡eres un hada! Si leer este pasaje no ha producido ningún cambio físico en ti o a tu alrededor, entonces es seguro suponer que la magia no corre por tus venas.
Pero a pesar de que no seas parte de la comunidad mágica, espero que sigas apoyando nuestros esfuerzos para encontrar aceptación y...
De pronto, a Brystal la distrajo un aroma. Como si alguien hubiera encendido una vela aromática, la pequeña habitación se vio consumida por los olores placenteros de la lavanda, el jazmín y las rosas, entre otras fragancias. Con el rabillo del ojo, vio que algo se movía y giró la cabeza en todas direcciones.
Para su asombro absoluto, cientos de flores empezaron a crecer en las paredes. Y cuando estas quedaron cubiertas, las plantas empezaron a brotar en el techo, el suelo y los estantes. Brystal gritó a medida que el fenómeno se desarrollaba a su alrededor, y se levantó sobresaltada de la silla cuando vio que las flores también crecían debajo del asiento.
—¿Qué...?, ¿qué...?, ¿qué está pasando? —preguntó sin creer lo que estaba ocurriendo.
Brystal lo sabía, pero no quería admitirlo. Al leer el pasaje del libro de magia, había transformado sin querer aquella habitación oscura y sin ventanas en un lugar fantástico, lleno de energía y color. No había otra explicación para el cambio, pero rechazaba